Laura Londoño, veterinaria: "Yo pensaba que mi perro era terco hasta que entendí que el problema era yo"

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Muchos dueños interpretan como desobediencia lo que, en realidad, es una falta de entendimiento. Laura Londoño, veterinaria y divulgadora, lo vivió en primera persona con su propio perro. Durante un tiempo, creyó que el animal no hacía caso por terquedad. Sin embargo, descubrió que el problema estaba en su forma de comunicarse. Esa experiencia marcó un antes y un después en su manera de relacionarse con él.

Cuando la clave está en el humano

"Mi perro no me obedece y me ignora cuando lo llamo", comienza relatando en uno de sus vídeos. "Yo pensaba que mi perro era terco, hasta que creí que el problema era yo", reconoce. Le hablaba, insistía e incluso se frustraba por no obtener respuesta. Pero un día lo vio claro: no era desobediencia, era confusión. "No era él, era yo", asegura ahora con convicción.

Comprender antes de exigir

Londoño admite que nunca le enseñó al perro cómo debía responder a una orden tan sencilla como acudir a la llamada. “Nunca le había enseñado la forma correcta para que él entendiera que lo estaba llamando”, explica. A raíz de ese descubrimiento, empezó a trabajar desde otro enfoque. Aprendió que la obediencia no nace de imponer, sino de enseñar con claridad. Y eso cambió su convivencia.

Con esa base creó Perros Obedientes, Familias Felices, un programa para ayudar a otras personas a mejorar la relación con sus perros. “Aprendí que para que un perro obedezca, primero tienen que entender lo que le estamos pidiendo”, afirma. A través de sus redes, ofrece pautas prácticas y cercanas. Su método, basado en respeto y aprendizaje mutuo, ya ha llegado a miles de hogares que buscan una convivencia más armónica.