¿Los loros son conscientes de lo que dicen cuando hablan? Esto es lo que saben los expertos
Algunas aves domésticas sorprenden a científicos y dueños por su capacidad para usar palabras humanas en contextos adecuados, generando debate sobre cuánto entienden realmente del lenguaje que repiten
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Los loros no solo imitan: también pueden comprender. Esa es la idea que investigadores como Irene Pepperberg y Erin Colbert-White están reivindicando con fuerza, tras décadas de estudios que desafían el mito de que estas aves repiten palabras como autómatas sin entender lo que dicen.
Pepperberg, profesora en la Universidad de Boston, dedicó su carrera a estudiar el lenguaje en loros grises africanos, y su ejemplo más famoso fue Alex, un loro que no solo hablaba, sino que demostraba comprender lo que decía. Aprendió más de 100 palabras, identificaba colores, formas y materiales, contaba hasta seis y entendía el concepto de cero. También era capaz de comparar objetos usando términos como “más grande” o “igual”. Este aprendizaje no fue fruto del azar. Alex fue entrenado mediante una metodología rigurosa en la que cada palabra se asociaba con un concepto concreto. Según explicó Pepperberg a Live Science, “los pájaros entrenados correctamente pueden aprender cantidades asombrosas de lenguaje”.
La psicóloga Erin Colbert-White, de la Universidad de Puget Sound, señala que incluso los loros domésticos sin entrenamiento específico pueden asociar palabras con objetos reales, igual que haría un niño. Si un dueño repite “cacahuete” al ofrecerle uno, el ave terminará identificando el sonido con ese alimento. Para comprobar si realmente ha entendido el término, basta con ofrecerle otro tipo de comida cuando dice “cacahuete”: si lo rechaza, probablemente sabe lo que está pidiendo. Según Colbert-White, este tipo de aprendizaje es más evidente con conceptos concretos que con los abstractos, pero los loros también pueden usar frases complejas en contextos adecuados.
Otra frase que repiten muchos es “te quiero”. Pero, según Colbert-White, para ellos no tiene el mismo valor sentimental que para los humanos
Muchos loros aprenden a decir “hola” al ver que los humanos lo dicen al entrar en una habitación. Con el tiempo, repiten esa palabra como saludo porque perciben que así obtienen atención. Pepperberg afirma que no es que comprendan el concepto profundo de “hola”, pero sí saben que usarla les da recompensa. El caso de Alex es especialmente revelador: cuando una vez rompió unos papeles importantes en el laboratorio, respondió con un “lo siento”. Pepperberg asegura que Alex escuchó esa frase cuando previamente había roto una taza y ella cambió de tono tras preocuparse por su seguridad. El loro entendió que esa expresión ayudaba a suavizar los conflictos y comenzó a usarla de forma estratégica.
¿Loros enamorados?
Otra frase que repiten muchos loros es “te quiero”. Pero, según Colbert-White, para ellos no tiene el mismo valor sentimental que para los humanos. Lo interpretan más bien como una fórmula que asegura atención, cariño físico y conexión con su persona de referencia. Según la experta, “no entienden el amor como lo entendemos nosotros, pero sí que decir esa frase genera una respuesta positiva”. Curiosamente, algunos loros nunca aprenden a hablar. Colbert-White indica que, si viven con otros loros, pueden preferir comunicarse con ellos en su propio lenguaje, a base de chillidos, silbidos y gorjeos. Estas aves tienen un sistema de comunicación complejo y social que la ciencia aún está empezando a descifrar.
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Pepperberg lamenta que durante décadas se haya intentado que los loros aprendan el lenguaje humano sin que nosotros hayamos hecho un esfuerzo real por entender el suyo. Según afirma, “pasamos décadas intentando que ellos aprendan nuestro sistema lingüístico sin preocuparnos por comprender el suyo”. A su juicio, es momento de reconocer la inteligencia natural de estas aves y su capacidad de comunicación más allá del entretenimiento humano-
Los loros no solo imitan: también pueden comprender. Esa es la idea que investigadores como Irene Pepperberg y Erin Colbert-White están reivindicando con fuerza, tras décadas de estudios que desafían el mito de que estas aves repiten palabras como autómatas sin entender lo que dicen.