Ángela Quintas, experta en nutrición: "La esperanza de vida bajará por la mala alimentación"

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La nutricionista Ángela Quintas ha alertado de un fenómeno preocupante en una entrevista publicada por El Mundo: enfermedades como la diabetes tipo 2 comienzan a detectarse en adolescentes. “Antes solo las veíamos en adultos”, afirma. A su juicio, el acceso sin control a productos ultraprocesados y bebidas energéticas está provocando alteraciones serias en la salud de los más jóvenes. “No son productos para ellos”, insiste. La falta de educación alimentaria está pasando factura antes de lo esperado.

El azúcar oculto y la trampa de los desayunos rápidos

Quintas denuncia que muchas personas viven atrapadas en ciclos de azúcar e insulina sin ser conscientes. “Estamos enganchados al azúcar”, asegura. Desayunar solo pan, fruta o zumo provoca una caída energética a las dos horas. “Si le metes proteína, aguantas mejor”, explica. También advierte sobre el azúcar añadido en productos como el pan. Leer etiquetas y entender qué comemos sería, en su opinión, un paso fundamental para mejorar la salud desde la infancia.

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Comida rápida y mercados perdidos: el nuevo entorno

La experta subraya cómo los cambios sociales han alterado radicalmente los hábitos alimentarios. “Antes sabíamos qué se iba a cenar, ahora improvisamos con ultraprocesados”, lamenta. Cree que la falta de planificación semanal empuja a muchas familias a recurrir a soluciones poco saludables. Además, critica el abandono de los mercados tradicionales: “Ya no hay frutero o carnicero que te recomiende; ahora todo viene en bandejas”. Para ella, volver a lo básico sería parte de la solución.

En su análisis, Quintas lanza una advertencia tajante: “Estoy convencida de que la esperanza de vida bajará por la mala alimentación”. Señala que los adolescentes actuales comen peor que las generaciones anteriores, y eso ya está teniendo consecuencias visibles. Rechaza tanto las dietas exprés como el conteo obsesivo de calorías. “Lo importante es aprender a comer bien”, afirma. Y lanza un mensaje claro: “La bollería industrial debería prohibirse”. El futuro de la salud está en juego.