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Samantha, asesora de crianza: "Cuando un niño está desregulado emocionalmente, su cerebro no puede procesar preguntas"
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Samantha, asesora de crianza: "Cuando un niño está desregulado emocionalmente, su cerebro no puede procesar preguntas"

Esta experta ha querido concienciar y compartir sus conocimientos sobre crianza con los padres que lleguen a los vídeos de su perfil de TikTok

Foto: Samantha en su vídeo de TikTok (@samanthacrianza)
Samantha en su vídeo de TikTok (@samanthacrianza)

Samantha, especialista en crianza respetuosa, ofrece una visión reveladora sobre cómo los adultos, sin querer, saturan el procesamiento cognitivo de los menores con prácticas aparentemente inofensivas. Una simple pregunta como “¿qué quieres cenar?”, puede resultar excesiva si no se formula de forma adaptada al desarrollo madurativo del niño.

La experta advierte sobre el efecto contraproducente de plantear demasiadas alternativas: "Elegir entre muchas opciones le abruma". Limitar las decisiones a dos posibilidades concretas permite que el menor actúe con autonomía, pero sin caer en el bloqueo. La clave, sostiene, está en simplificar para no sobrecargar su capacidad de elección.

Otro de los errores comunes reside en acumular varias instrucciones en un mismo mensaje. Decir “recoge los juguetes, ponte el pijama, lávate las manos y ven a la mesa” puede parecer funcional para un adulto, pero genera confusión en el cerebro infantil. "El niño no puede retener toda esa información", explica Samantha, lo que deriva en frustración y sensación de desbordamiento.

El entorno como factor desencadenante

La acumulación de estímulos ambientales también es una fuente de estrés emocional para los más pequeños. Ruidos constantes, pantallas encendidas, juguetes dispersos y voces de adultos que se solapan activan el sistema de alerta del menor. "El cerebro infantil no puede filtrar todo eso", sostiene la asesora, lo que puede desembocar en irritabilidad o episodios de colapso emocional.

Además, se suele interpretar erróneamente como desobediencia, lo que en realidad es una inmadurez neurológica. Pedirle a un niño de tres años que esté callado durante quince minutos o que controle completamente su cuerpo no es una exigencia realista. “No es falta de voluntad, es inmadurez neurológica”, afirma, recordando que hay que ajustar las expectativas adultas a las capacidades reales del niño.

Foto: Elvira Perejón (Cedida)

Previsibilidad y acompañamiento emocional

Las transiciones repentinas suponen otra fuente de tensión. Expresiones como “vámonos ya” sin previo aviso desestabilizan al menor, cuyo sistema nervioso necesita antelación para adaptarse. La previsibilidad es esencial para evitar que su cerebro entre en modo estrés.

“Cuando un niño está desregulado emocionalmente, su cerebro no puede procesar preguntas. Lo único que necesita es contención”

En situaciones de desregulación emocional, Samantha es contundente: no hay que lanzar preguntas al aire. “Cuando un niño está desregulado emocionalmente, su cerebro no puede procesar preguntas. Lo único que necesita es contención”, asegura. En esos momentos, la prioridad no es obtener respuestas, sino ofrecer calma y seguridad.

Una crianza consciente y adaptada

La mirada de esta experta propone una crianza más empática y ajustada al desarrollo infantil. Comprender cómo funciona el cerebro de un niño ayuda a modificar la forma en la que nos comunicamos con ellos, evitando exigencias desproporcionadas y generando vínculos más sólidos basados en el respeto mutuo.

Este enfoque invita a madres, padres y cuidadores a reflexionar sobre sus rutinas diarias, reconociendo la importancia de la contención emocional y la adaptación del lenguaje para favorecer un entorno estable y saludable.

Samantha, especialista en crianza respetuosa, ofrece una visión reveladora sobre cómo los adultos, sin querer, saturan el procesamiento cognitivo de los menores con prácticas aparentemente inofensivas. Una simple pregunta como “¿qué quieres cenar?”, puede resultar excesiva si no se formula de forma adaptada al desarrollo madurativo del niño.

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