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Michel de Montaigne, filósofo: "El mayor enemigo de la verdad no es la mentira, sino la ilusión de saber la verdad"
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Michel de Montaigne, filósofo: "El mayor enemigo de la verdad no es la mentira, sino la ilusión de saber la verdad"

No se creía mejor por pensar, ni más sabio por escribir. Al contrario, reconocía su propia ignorancia como el primer paso hacia la libertad

Foto: Michel de Montaigne (iStock)
Michel de Montaigne (iStock)

¿Y si dejar de preocuparte fuera la clave para vivir mejor? Aunque parezca contradictorio, Michel de Montaigne, uno de los grandes sabios del Renacimiento, ya lo intuía hace siglos. Lejos de pretender darnos recetas mágicas, este pensador francés nos dejó un legado de ideas tan actuales como revolucionarias: aceptar la duda puede ser liberador.

Montaigne no buscaba verdades absolutas, sino todo lo contrario: se preguntaba una y otra vez “¿Qué sé yo?”. Esta sencilla frase, grabada incluso en las vigas de su castillo, resume su mirada: la vida no necesita ser controlada para tener sentido. Vivió una época marcada por guerras, pestes y fanatismo religioso. Pero en lugar de rendirse al caos, se retiró a escribir. Y en ese retiro, aprendió a convivir con la incertidumbre.

Su vida no fue fácil. Perdió a su mejor amigo, a su padre, a su hermano y a una hija recién nacida. Sufrió una caída de caballo que casi lo mata. Pero en lugar de hundirse, tomó una decisión que pocos se atreven a tomar: abandonar las expectativas ajenas y mirar hacia dentro. Se alejó del poder, de los títulos y de la necesidad de demostrar algo. En su biblioteca encontró lo que muchos buscan sin éxito: un poco de paz.

¿Te has dado cuenta de que a veces los mejores momentos ocurren cuando dejamos de forzar las cosas? Montaigne también. Su filosofía no era una teoría para entender la vida, más bien una forma de vivirla. Actuar sin obsesionarse con el resultado, dejar de luchar contra lo que no se puede controlar, y abrir espacio a la ligereza, eso era para él la auténtica libertad.

"El mayor enemigo de la verdad no es la mentira, sino la ilusión de saber la verdad", escribió. Pero también advertía: no te aferres a la verdad y la racionalidad absolutas como si fueran el único posible en la vida Cambiar, adaptarse, observar y dudar no es rendirse. Es crecer. En tiempos como los actuales, donde todo se mide, se planifica y se etiqueta, su propuesta parece casi provocadora: vivir sin certezas también es vivir bien.

En nuestros días es común ver a muchos buscar controlar la vida y la verdad con listas, metas, y teorías de autoayuda. Pero Montaigne, escéptico hasta la médula, prefería aceptar sus contradicciones. No se creía mejor por pensar, ni más sabio por escribir. Al contrario, reconocía su propia ignorancia como el primer paso hacia la libertad.

Foto: Foto: Eloy Alonso (Reuters).

Su mensaje sigue vivo porque nos habla sin imponer. En vez de darnos lecciones, nos invita a mirar dentro, a no dramatizar los errores y a entender que vivir con dudas no es una debilidad, sino una oportunidad para vivir con menos miedo. ¿Y si el problema no fuera la incertidumbre, sino nuestra necesidad de eliminarla?

Hoy más que nunca, su voz resuena con fuerza. Vivimos obsesionados con el control, con tener razón, con demostrar. Pero como él nos recordó hace siglos, tal vez lo que necesitamos no es una respuesta, sino la ligereza de hacernos mejores preguntas. Porque al final, como él mismo decía, “yo soy el tema de mi libro”. ¿Y tú, ya te has dado permiso para escribir el tuyo con más calma?

¿Y si dejar de preocuparte fuera la clave para vivir mejor? Aunque parezca contradictorio, Michel de Montaigne, uno de los grandes sabios del Renacimiento, ya lo intuía hace siglos. Lejos de pretender darnos recetas mágicas, este pensador francés nos dejó un legado de ideas tan actuales como revolucionarias: aceptar la duda puede ser liberador.

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