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Bienvenidos a Trellick Tower, uno de los edificios más bizarros que hay en Europa
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Bienvenidos a Trellick Tower, uno de los edificios más bizarros que hay en Europa

El brutalismo tiene aquí su tótem más extremo: una mole de hormigón de 31 plantas que fue temida, odiada y, con el paso del tiempo, reverenciada. Hoy es icono, souvenir y rareza arquitectónica

Foto: Trellick Tower (Fuente: iStock)
Trellick Tower (Fuente: iStock)

En pleno corazón de North Kensington se guarda uno de sus secretos mejor guardados: un edificio que genera tanto amor como rechazo, un coloso de hormigón que desafía la lógica y la estética tradicional. Se llama Trellick Tower, y aunque fue conocida como la “Torre del Terror” durante años, ahora es uno de los símbolos más icónicos del brutalismo europeo. Su silueta se ha colado en camisetas, películas, novelas y, por supuesto, en debates arquitectónicos encendidos.

Diseñada por el visionario Ernő Goldfinger en 1966 y completada en 1972, esta torre de 98 metros de altura fue concebida como vivienda social para el Greater London Council. Inspirada en un proyecto previo del propio Goldfinger, la Balfron Tower, la Trellick introdujo una serie de innovaciones: una torre de servicios independiente conectada por pasarelas cada tres plantas, pisos dúplex con entradas espaciadas y elementos que buscaban mejorar la habitabilidad. Pero la realidad fue más dura que el hormigón.

"En su momento fue el edificio residencial más alto del Reino Unido", recordaba la conservadora Henrietta Billings en un documental reciente, donde defendía el valor de estos edificios como “aventuras audaces en la arquitectura”. Sin embargo, en sus primeros años, la falta de control de acceso convirtió a la Trellick en un punto caliente de delincuencia. Los pasillos se llenaron de personas sin hogar, toxicómanos y traficantes. La prensa y los vecinos la bautizaron con un apodo temible: “Tower of Terror”.

Pero algo cambió. Con la llegada del Right to Buy en los años 80, muchos pisos fueron adquiridos por sus inquilinos. Se instalaron conserjes, sistemas de seguridad, y nació una activa asociación de vecinos. En 1998, la Trellick Tower fue declarada edificio protegido de Grado II*. Aquello marcó el inicio de una nueva etapa: la torre, que antes era símbolo de decadencia urbana, pasó a ser objeto de deseo para arquitectos, artistas y curiosos.

El brutalismo no es fácil de amar. Con sus líneas duras, su estética austera y su carga ideológica, muchos lo consideran frío o alienante. Pero otros, como la arquitecta Melanie Schubet, ven en él una belleza radical: “Solo necesitas mirar una escalera del Barbican, con concreto, vidrio y acero, para entender la elegancia de la simplicidad”. Y aunque el Barbican y la Trellick Tower no comparten autoría, sí representan esa misma idea de que la belleza puede ser brutal.

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Fuente: iStock

No todo son luces. La fachada sufre de problemas térmicos serios, derivados de un diseño anterior a la crisis energética del 73. Renovarla costaría más de 30 millones de libras. Y aunque su icónica planta técnica —ese volumen saliente en lo alto— aún conserva instalaciones en desuso, los desafíos técnicos y presupuestarios persisten.

Aun así, el edificio vive su renacimiento. En la cultura popular, ha aparecido en películas como ‘Paddington’ y ‘Shopping’, y fue inspiración para la novela ‘High-Rise’ de J.G. Ballard. Desde el aire, su figura es inconfundible. Desde la calle, impone. Y desde dentro, ofrece vistas panorámicas y un silencio inesperado.

Trellick Tower no es solo un edificio: es un manifiesto en vertical, un recordatorio de que la arquitectura también puede ser un experimento social. Fue el sueño de Goldfinger, fue el infierno de muchos, y ahora es una rareza que atrae tanto a turistas como a defensores del patrimonio moderno. Como diría Billings, “justo por ser modernos, necesitamos protegerlos”.

Quizá la Trellick no guste a todos, pero difícilmente deja indiferente a alguien. Y en un mundo de fachadas de cristal sin carácter, eso ya es un triunfo.

En pleno corazón de North Kensington se guarda uno de sus secretos mejor guardados: un edificio que genera tanto amor como rechazo, un coloso de hormigón que desafía la lógica y la estética tradicional. Se llama Trellick Tower, y aunque fue conocida como la “Torre del Terror” durante años, ahora es uno de los símbolos más icónicos del brutalismo europeo. Su silueta se ha colado en camisetas, películas, novelas y, por supuesto, en debates arquitectónicos encendidos.

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