El Golfo fue de México antes que de América: historia frente a la propaganda
Cuando se intentan borrar siglos de legado con discursos grandilocuentes, la historia responde con hechos y memoria. No hay ego suficiente para cubrir cinco siglos
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff2a%2Fcb0%2F432%2Ff2acb043255dc53f7a28ea3a31e388a3.jpg)
"Donde es libre la prensa, y donde saben leer todos los hombres, todo está a salvo", Thomas Jefferson.
La historia del Virreinato de Nueva España es fascinante. Solamente su extensión abruma. Desde el actual estado de Washington en lo que hoy define el noroeste de los actuales Estados Unidos, hasta los manglares del Darién en el sur de Panamá y la diagonal que divide Estados Unidos hasta Florida; aquella vasta configuración geográfica venía a suponer ni más ni menos que alrededor de 7.000.000 de Km², tan grande como Europa occidental (si excluimos la parte correspondiente a Rusia) que, no es moco de pavo.
Durante 500 años, el Golfo de México; ese inmenso mar al cual un iluminado de tez anaranjada, cultivada esmeradamente entre rayos UVA y calva incipiente mal disimulada; hoy quiere llamar Golfo de América (como si América solo comprendiera esa parte del continente de tan breve existencia y reputación tan trágica para la humanidad entera) permaneciendo virgen ante los baratos caprichos nacionalistas de los rubicundos anglosajones del norte, pasto de las masas ignorantes de un país que tiene probablemente las mejores universidades del mundo, a la par que tasas de ignorancia pavorosas.
Ya desde los prolegómenos del Virreinato de Nueva España y hasta el Tratado de Adams-Onís de 1819, el Golfo de México fue denominado como tal por el Virreinato y más tarde, a partir de la independencia de México (1821), siguió consignando esta histórica y geográfica definición. Ni siquiera los americanos del norte osaron cambiar algo que llevaba, en aquel momento, más de trescientos años de historia.
Solo ahora, en el 2025, un iluminado de aspecto mesiánico con un peluquín a media asta, pretende dar de comer pasto a las masas. Masas que tienen que mirar a otro lado por el constante efecto del prestidigitador de turno y a las que se escamotea verdades inapelables, tales como las restrictivas y menguantes partidas para la enseñanza en español; que España fue el primer país constituido como tal que holló aquellas tierras; que cuando ellos estaban matando a los indios autóctonos a diestro y siniestro, nosotros, los españoles, construíamos universidades, obra civil, hospitales, y que teníamos inclinación por las indígenas, lo que nos llevó a la grandiosidad cultural del mestizaje, y no al exterminio fríamente calculado de los autóctonos. Ya se sabe lo que pasa con los anglosajones, Dios los cría y ellos se juntan...
Para definir un poco el orden geográfico que sustenta la cuestionada hispanohablante y presidenta de México, Claudia Sheinbaum, una mujer de gran talento, pero algo desviada de la realidad, que es lo que ocurre cuando algún cable no hace masa; antes de que ella pudiera quejarse de lo malvados que éramos los españoles, decirle, que si les hubiesen “visitado” los ingleses hoy vivirían en cuatro contadas reservas y olvidados por la historia. Asimismo, recordarle que quien les dejó desnudos y sin taparrabos, no fueron los españoles, sino los vecinitos del norte, siempre emboscados para arramplar con lo ajeno; un “modus operandi” muy anglosajón. Bien, pues tras este transgresor preámbulo, decir que los territorios españoles del actual Estados Unidos, estaban ocupados por españoles provenientes de Cuba.
La importancia de recordar
No olvidemos al tremendo e inenarrable Cabeza de Vaca, cuyas aventuras dan para una enciclopedia y varias docenas de películas, pero no de las que factura en Hollywood. Alvar Núñez Cabeza de Vaca fue aquel explorador que 1527 participó con Pánfilo de Narváez recorriendo costa a la vista desde Florida, pasando por Alabama, Misisipi y la Luisiana. No está de más recordar otra increíble hazaña, la de Juan Ponce de León, que en 1513, cuando la primavera enredaba, pisó por primera vez el suelo de lo que hoy es la Norteamérica administrativa. La Florida, que en principio se antojaba como una isla más del Caribe, no era más que un pequeño apéndice en el sureste de esta nación.
A estas hazañas le siguieron la de Hernando Soto, que en 1539 exploró el sur de los EE. UU. y que, lamentablemente, moriría en las corrientes del caudaloso Misisipi. Un lustro más tarde, la enorme expedición de Francisco Vázquez Coronado, partía de Ciudad de México con un millar de soldados, incorporando lo que hoy son los estados Arizona, California, Nuevo México, Texas y Oklahoma; esto es, todo el sur de los EE. UU. Entonces la pregunta es: ¿a cuenta de qué vamos a cambiar una historia fascinante y consolidada por los caprichosos ataques de un ego descomunal?
Recordarle al señor al que aludimos discretamente, no vaya a ser que nos corte la luz, el gas y nos ponga unos arancelitos como quien no quiere la cosa que, un caballero con mayúsculas llamado Charles Fletcher Lummis (1859 – 1928), periodista de raza y sólido cuerpo a cuerpo con la realidad, hombre honesto donde los haya, dijo en su momento textualmente: "Si no hubiera existido España hace cuatrocientos años, no existirían hoy los Estados Unidos", y añadió sobre los exploradores españoles del Siglo XVI, (sic): "Si no se ha hecho justicia a los exploradores españoles es sencillamente porque hemos sido mal informados. Su historia no tiene paralelo [...] la exploración de las Américas por los españoles fue la más grande, la más larga y la más maravillosa serie de proezas que registra la Historia…".
Entonces, ¿cómo se comprende que un personaje que debería por la edad ser un sabio, derrape en asuntos tan sencillos? ¿O es que tiene la azotea mal amueblada? Su personalidad lo dice todo: un ego desmesurado, sin un ápice de humildad y así, no se puede avanzar. El seductor sueño americano (o lo que queda de él), ha sido una ficción convertida en pesadilla para gran parte de la humanidad en esta huérfana comunidad abandonada a su suerte en medio de la noche eterna. La humildad sí es un valor en declive. A estas alturas de la historia, una cosmovisión bastante miope, produce algunos sujetos que siguen dándose golpes de pecho, como los orangutanes, sin ánimo de agraviar a estos últimos.
Alterar la narrativa histórica para satisfacer un ego a la carta o modificar los acontecimientos con alevosía, solo conduce a la ignorancia ¿Es esto lo que se pretende? Quizás sí...
"Donde es libre la prensa, y donde saben leer todos los hombres, todo está a salvo", Thomas Jefferson.