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El nutriente esencial para el cerebro que casi nadie conoce (y está en alimentos que sueles comer)
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SALUD CEREBRAL

El nutriente esencial para el cerebro que casi nadie conoce (y está en alimentos que sueles comer)

Existe un nutriente poco conocido que podría transformar tu salud cerebral y que, sin saberlo, probablemente consumes a diario

Foto: El ingrediente estrella de la dieta mediterránea cuida de nuestro cerebro. (iStock)
El ingrediente estrella de la dieta mediterránea cuida de nuestro cerebro. (iStock)

Aunque no suele estar en boca de todos, la colina es uno de los nutrientes más relevantes para el cerebro. Diversas investigaciones han demostrado que su presencia en la dieta diaria puede mejorar la memoria, favorecer el aprendizaje y ayudar a reducir la ansiedad. Lejos de ser una moda pasajera, los científicos consideran que desempeña un papel clave en diferentes etapas de la vida. Pese a ello, muchas personas aún desconocen su función y no alcanzan los niveles recomendados de ingesta. Esta carencia podría tener consecuencias que van más allá de lo que imaginamos.

La colina no encaja en la categoría de vitamina ni de mineral, pero su importancia es comparable. Está implicada en procesos fundamentales del organismo, como la producción de acetilcolina, el neurotransmisor que permite que las neuronas se comuniquen entre sí. También resulta indispensable para la formación de membranas celulares y para mantener el hígado en buen estado. Estudios recientes vinculan una deficiencia de colina durante el embarazo con alteraciones en el desarrollo cerebral del feto. Algunos trabajos apuntan incluso a una mayor incidencia de TDAH y dislexia entre niños cuyas madres tuvieron bajos niveles de colina.

Foto: Dormir bien es fundamental para evitar la pérdida de memoria. (Pexels / Andrea Piacquadio)

En cuanto a su procedencia, se encuentra sobre todo en alimentos como los huevos, la carne de pollo o res, el pescado y la leche. También está presente en vegetales como el brócoli, la coliflor o la soja, aunque en menor cantidad. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, un adulto debería consumir 400 miligramos al día, cifra que se eleva hasta 520 miligramos en el caso de las mujeres lactantes. El problema es que solo una pequeña parte de la población alcanza esas cifras. Esta preocupación también ha sido destacada por el National Institutes of Health (NIH), que detalla la función, fuentes y recomendaciones de colina a través de su Office of Dietary Supplements.

Los expertos advierten de que, aunque el cuerpo absorbe bien la colina, factores genéticos y hormonales pueden hacer que algunas personas necesiten más. Es el caso de las mujeres tras la menopausia o de quienes padecen hígado graso. Los suplementos nutricionales pueden ser una opción útil en determinados contextos, siempre bajo supervisión profesional. De hecho, varios estudios han utilizado dosis elevadas sin observar efectos secundarios. Lo relevante, aseguran los investigadores, es no ignorar este nutriente, especialmente cuando hay mayor demanda, como en el embarazo o la infancia.

Los beneficios de la colina no se limitan al sistema nervioso. También se ha observado que contribuye a reducir los niveles de homocisteína, un aminoácido que, en exceso, está vinculado a problemas cardiovasculares y pérdida de densidad ósea. Algunas investigaciones indican que quienes consumen más colina presentan huesos más fuertes y un menor riesgo de fracturas. Aunque durante años apenas se ha mencionado en las guías alimentarias, su potencial empieza a ser reconocido. Todo apunta a que la colina merece más atención científica y social de la que recibe actualmente.

Aunque no suele estar en boca de todos, la colina es uno de los nutrientes más relevantes para el cerebro. Diversas investigaciones han demostrado que su presencia en la dieta diaria puede mejorar la memoria, favorecer el aprendizaje y ayudar a reducir la ansiedad. Lejos de ser una moda pasajera, los científicos consideran que desempeña un papel clave en diferentes etapas de la vida. Pese a ello, muchas personas aún desconocen su función y no alcanzan los niveles recomendados de ingesta. Esta carencia podría tener consecuencias que van más allá de lo que imaginamos.

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