La conspiración 'gooner' o por qué Musk, Zuckerberg o Bezos quieren que estés siempre excitado
Desde hace meses, el término "gooner", que alude a maratones de pornografía, se ha disparado en búsquedas y popularidad. ¿A qué se debe y por qué las redes están cada vez más hipersexualizadas?
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Una fila de hombres ataviados con gorros y pasamontañas hacen cola para acostarse con una actriz porno. Se llama Lily Phillips, y si eres hombre es muy probable que su cara te suene, aunque no hayas entrado ni una sola vez en páginas porno. Hace meses batió el récord de acostarse con 100 hombres en un solo día, luego apareció llorando en un documental en el que narró la experiencia y, ahora, semanas después, de nuevo ha emergido en las redes mostrando otra larga cola de hombres sin rostro esperando su turno. Este es solo un ejemplo de cómo las redes sociales como X, TikTok o Instagram se han convertido en una especie de escaparate de las profesionales del cine X, y de cómo el porno mismo ha saltado de las páginas web especializadas a estas plataformas sociales. No hace falta poseer un algoritmo particularmente obsceno para darte de bruces con este tipo de contenidos. En plena economía de la atención, nada retiene más el scroll que la pornografía, sea blanda, subliminal o abiertamente explícita.
Todo cambió con Only Fans, el Uber del sexo, el cual convirtió redes más puritanas, como IG y sus pezones políticamente incorrectos, en un escaparate de personas anónimas que encontraron una forma de generar ingresos desnudándose en directo. Según datos de Fad Juventud, el 23,6% de los jóvenes entre 15 y 19 años ha subido o se ha planteado subir contenidos eróticos para conseguir seguidores o beneficios económicos. La pornografía, antes recluida en webs concretas, ha saltado a las plataformas sociales más blancas, y no de manera casual o inocente. No hay controles parentales que valgan; usar cualquier red social hegemónica hoy, aunque sea de forma pasiva o como mero espectador, conlleva darse de bruces con contenido erótico. ¿Cómo afecta esto a la psicología de las masas? En Estados Unidos algunos foros y periodistas se ha extendido el uso del término "gooners" para definir a una especie de tribu urbana masculina que presume de masturbarse durante horas (a veces días enteros) para llegar a alcanzar una especie de estado "meditativo" o trascendental.
El término gooning emerge en 2005, apareciendo en el Urban Dictionary como práctica de "masturbación crónica o adictiva", de ahí el uso despectivo del término, que en español podríamos traducir figuradamente como el hecho de tocarse a uno mismo tanto hasta el punto de volverse "imbécil" o un "gorila". Esto recuerda a los viejos mitos y estigmas sobre el onanismo masculino, que en nuestro país se vinculaba, por ejemplo, a la aparición de granos en la cara. Se trata, pues, de una resignificación positiva de algo que antes causaba vergüenza, como es el hecho de estar atado a tu mano derecha a falta de una vinculación profunda o íntima con otras personas (especialmente mujeres). Según la revista Men's Health, las búsquedas de "gooning" en Google Trends comenzaron a aumentar en 2023, disparándose hasta triplicarse en apenas dos años, lo que sin duda hace sospechar que tanto el término como la práctica han sido impulsados por la manosfera, el lado más misógino de la red.
Si una persona sana sexualmente se expone a estas prácticas, y más si ve pornografía, puede provocarse disfunciones sexuales
Gooners ha habido siempre, pero quizá nunca antes el hecho de masturbarse durante varias horas seguidas fuera algo de lo que enorgullecerse tanto o, al menos, se promocionase como una vía de acceso a un supuesto estado de conciencia alterado. "Puede llegar a aletargar al sujeto al exponerle a un gran esfuerzo físico y mental", admite Cristina Vizuete, sexóloga especializada en tratar la adicción de la pornografía, a este diario. "Si se acompaña de pornografía, los receptores dopaminérgicos se sobrecargan hasta el punto de deteriorarlos". Paradójicamente, como explica la sexóloga, "el sujeto puede notar que a medida que pasa el tiempo siente menos placer en vez de más, haciendo más difícil que se acerque a la barrera del orgasmo". Incluso, incide, "puede llegar a producirse una eyaculación totalmente desvinculada del placer en la que lo físico actúa por un lado y lo neurológico por otro".
Sin más placer
Una de las prácticas sexuales más relacionadas o parecidas al gooning es el edging, la cual consiste en llevar al sujeto al borde del orgasmo para luego rebajar la tensión sexual. La diferencia es que normalmente está pensada para hacer en pareja y no de manera solitaria. Vizuete ve claros peligros en someterse a esta clase de experiencias sin la supervisión de un profesional. "Hay técnicas que se recomiendan desde algunas terapias, pero si una persona sana sexualmente se expone a estas prácticas, y más acompañado de pornografía, puede provocarse a sí misma disfunciones sexuales, dependencia a la masturbación, y patologías comórbidas a estas, como son la depresión, la ansiedad o sentimientos de pérdida de sentido vital, al perjudicar el sistema de recompensas a nivel cerebral".
"La mayoría de los 'gooners' ni siquiera votan; el objetivo no es convertirte en una persona conservadora, sino en un inútil"
Vizuete no ve una relación directa entre los incels y los gooners, aunque sí cree que tienen puntos en común. Periodistas como la estadounidense Magdalene Taylor son más críticas, hablando abiertamente de una especie de "conspiración gooner" orquestada por las élites tecnológicas para mantenerte todo el día solo y excitado con el fin de convertirte en un ser apático, encerrado en casa enganchado al porno y buscando desesperadamente ese chute dopamínico. Haciéndose eco de un vídeo publicado en TikTok por un cómico llamado Demetrius Fields, Taylor cree que ciertas apps están colaborando para "empujar a los hombres de derechas a la adicción a la pornografía y así aislarles". Esta teoría viene a colación también de la famosa imagen de los tecnomagnates Bezos (Amazon), Zuckerberg (Meta) o Sundar Pichai (Google) rindiendo pleitesía a Donald Trump en su toma de posesión presidencial.
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De hecho, es bien sabido el fanatismo de Elon Musk por la pornografía, especialmente por el hentai. No pocas veces ha compartido contenido erótico de este subgénero. Algunos usuarios de redes sociales sospechan que al llegar a X eliminó la visualización de los "Me gusta" ajenos para esconder los contenidos que él mismo likeaba. Taylor rechaza que tal "conspiración gooner" exista, pero sí que acierta con un diagnóstico mucho más elevado. "La mayoría de los gooners ni siquiera votan; el objetivo no es convertirte en una persona conservadora, sino en un inútil", asegura en una entrada de su blog, Too Many Cases. "Quienes controlan los algoritmos que favorecen contenido para los gooners son los mismos que impulsan las guerras de género. Todo forma parte de un esfuerzo muy pensado para aislar y dividir al individuo".
"La sexualidad debe responder a un deseo, y aunque podamos explorarla en solitario, tiene la función de acercarnos a otras personas"
Vizuete coincide con Taylor al respecto de la práctica sana de la masturbación. Los problemas del onanismo nacen cuando te das cuenta de que estás dedicando mucho tiempo a eso y "no responde a un deseo o impulso sexual". Esto es importante, porque como dice, "la sexualidad debe responder a un deseo, y aunque tengamos la capacidad de explorarla en solitario, tiene la función de acercarnos a otras personas, no solo desde el punto de vista de tener relaciones sexuales con ellas, sino para ser más sociables y estar más activos". Por ello, "cuando resuelves ese impulso sexual en solitario, no tienes tanta energía, estás más apagado y no hay esa picardía a la hora de comunicarte con alguien".
Un mundo masculino apático
Por tanto, y como conclusión, no es que exista una "conspiración gooner" tramada por parte de las élites tecnológicas para que te encierres en casa sin parar de consumir porno y volverte cada vez más misógino, hasta el punto de votar a la extrema derecha. Al final, el objetivo es mucho más simple: sumirte en la completa apatía. Un sentimiento en el que ahonda de manera magistral la filósofa Margot Rot en su libro Infoxicación (Paidós, 2023).
"La apatía tiene un reverso oculto: la compulsión", escribe Rot. "La apatía se deja llevar por el cúmulo de información a la que no es posible vincularse y, en el atracón desmedido de estímulos a los que se somete en busca de desconexión o distracción, dinamita la atención que el mismo ejercicio la exige. La apatía pierde el apetito, pero engulle. La apatía es indiferencia y compulsión. La apatía detiene el deseo y, en ocasiones, lo colma en un objeto de satisfacción sin horizonte". Esta última frase coincide a la perfección con las palabras de Vizuete: podrías pasarte horas enteras delante del ordenador excitado y, poco a poco, perder la facultad de desear. Una vida sin deseo, a nivel individual, provoca infelicidad y depresión, mientras que a nivel social promueve la desconexión y el aislamiento.
Una fila de hombres ataviados con gorros y pasamontañas hacen cola para acostarse con una actriz porno. Se llama Lily Phillips, y si eres hombre es muy probable que su cara te suene, aunque no hayas entrado ni una sola vez en páginas porno. Hace meses batió el récord de acostarse con 100 hombres en un solo día, luego apareció llorando en un documental en el que narró la experiencia y, ahora, semanas después, de nuevo ha emergido en las redes mostrando otra larga cola de hombres sin rostro esperando su turno. Este es solo un ejemplo de cómo las redes sociales como X, TikTok o Instagram se han convertido en una especie de escaparate de las profesionales del cine X, y de cómo el porno mismo ha saltado de las páginas web especializadas a estas plataformas sociales. No hace falta poseer un algoritmo particularmente obsceno para darte de bruces con este tipo de contenidos. En plena economía de la atención, nada retiene más el scroll que la pornografía, sea blanda, subliminal o abiertamente explícita.