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‘Dismorfia de productividad’: la trampa silenciosa que te hace sentir que nunca trabajas lo suficiente
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SALUD MENTAL LABORAL

‘Dismorfia de productividad’: la trampa silenciosa que te hace sentir que nunca trabajas lo suficiente

La productividad, cuando se convierte en una obsesión, puede volverse en nuestra contra y deteriorar nuestra salud mental

Foto: Mujer agotada durante su jornada laboral (Freepik)
Mujer agotada durante su jornada laboral (Freepik)

Sentir que nunca haces lo suficiente, incluso tras una jornada agotadora, puede ser un signo de dismorfia de productividad, un fenómeno psicológico vinculado al auge de la cultura de la hiperexigencia laboral. Esta distorsión afecta cada vez a más personas que, pese a rendir a niveles elevados, no logran percibir sus logros como satisfactorios, lo que puede derivar en un ciclo constante de agotamiento emocional y físico.

Como explican en un artículo de Ivane Salud, la dismorfia de productividad comparte síntomas con otras distorsiones cognitivas, como la dismorfia corporal o el síndrome del impostor. La persona afectada sufre ansiedad, culpa por descansar e insatisfacción continua, incluso cuando cumple o supera sus objetivos profesionales.

Foto: Alfonso Navarro en su vídeo de TikTok (@fluxuapsicologia)

Comparación constante y cultura del rendimiento

Las redes sociales desempeñan un papel clave en la aparición de este fenómeno, al fomentar una comparación constante con imágenes idealizadas de éxito. Las publicaciones que muestran únicamente los logros más brillantes pueden provocar una autoevaluación negativa e irreal. Esta presión por mantener un rendimiento impecable sin pausas impacta directamente en la autoestima, favoreciendo el desarrollo de trastornos como la ansiedad, la depresión o el burnout.

Entre los principales desencadenantes se encuentran la autoexigencia extrema, el perfeccionismo, la cultura del “siempre ocupado” y la falta de límites entre la vida personal y laboral. Profesionales con rasgos obsesivos, altos niveles de responsabilidad o con una necesidad constante de validación externa presentan mayor riesgo de sufrir esta distorsión. Además, la negación de logros personales y el miedo constante al bajo rendimiento impiden disfrutar del descanso o de las actividades de ocio sin culpa.

Cómo abordar este patrón de pensamiento

Identificar la dismorfia de productividad es el primer paso para combatirla. La psicoterapia ha demostrado ser eficaz para modificar las creencias disfuncionales asociadas al rendimiento. Otras estrategias incluyen establecer límites claros entre trabajo y vida personal, reducir la exposición a comparaciones tóxicas en redes sociales y reforzar el reconocimiento interno de los logros alcanzados, por mínimos que parezcan.

Este problema no es solo cosa de uno, y también involucra a las empresas. Es fundamental fomentar una cultura laboral que valore el bienestar integral, no solo la eficacia. En este contexto, la autocompasión, la autoaceptación y el descanso programado deben dejar de percibirse como signos de debilidad y pasar a entenderse como pilares esenciales de una salud mental estable y sostenible.

Sentir que nunca haces lo suficiente, incluso tras una jornada agotadora, puede ser un signo de dismorfia de productividad, un fenómeno psicológico vinculado al auge de la cultura de la hiperexigencia laboral. Esta distorsión afecta cada vez a más personas que, pese a rendir a niveles elevados, no logran percibir sus logros como satisfactorios, lo que puede derivar en un ciclo constante de agotamiento emocional y físico.

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