Ni en el frutero ni dentro del envase en la nevera: el mejor lugar para colocar los arándanos y que no se estropeen
Esta popular fruta adorada por muchos tiene la desventaja de estropearse con facilidad
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Los arándanos son una de esas frutas que no solo están riquísimas en yogures, batidos o ensaladas, sino que también están cargadas de beneficios para la salud. Pero hay un problema común: se estropean con facilidad. Su piel fina y su alto contenido en agua hacen que no aguanten demasiado si no los tratamos con mimo desde que llegan a casa.
Lo primero que muchos hacen al llegar del supermercado es dejar los arándanos en el mismo envase de plástico o cartón. Error. Ese no es el sitio más adecuado si quieres que duren más. Es importante sacarlos del recipiente original, revisar que no haya frutos en mal estado y retirar posibles restos de hojas o tallos.
Una vez limpios (sin lavar, si no los vas a consumir de inmediato), lo ideal es colocarlos en un recipiente de cristal o plástico ancho y bajo. La clave está debajo: pon varias capas de papel de cocina para absorber la humedad que pueda haber en los frutos. Esa humedad es la culpable de que se arruguen y se echen a perder tan rápido.
Después de colocarlos en el recipiente, hay que cubrirlo, pero no de cualquier manera. Lo ideal es dejar una pequeña apertura para que el aire circule y no se acumule condensación. Puedes usar la tapa sin ajustarla del todo o, si prefieres film transparente, hacerle un par de cortes.
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Y ahora sí, toca decidir dónde ponerlos. Aunque es tentador dejarlos a mano en el frutero, lo cierto es que el mejor sitio es la nevera. En frío, los arándanos pueden aguantar frescos hasta dos semanas. Y si quieres que duren aún más, puedes congelarlos sin problema: mantienen su sabor y propiedades durante meses.
Eso sí, si decides lavarlos antes de guardarlos, asegúrate de secarlos bien. Utiliza papel de cocina o un paño limpio y evita que queden gotas. Cuanta menos humedad, mejor. Si haces todo esto, tus arándanos no solo durarán más, sino que además conservarán todo su sabor, textura y valor nutricional.
Otra pista para saber si están en buen estado es fijarte en el color. Los mejores arándanos tienen un tono azul oscuro con una ligera capa plateada. Si son rojizos o rosados, probablemente están demasiado verdes y sabrán más ácidos. La textura también es clave: si están blandos o arrugados, es mejor descartarlos.
Y por si no lo sabías, los arándanos no solo son buenos crudos. Puedes usarlos en mermeladas, compotas, guisos e incluso postres horneados. Su sabor combina muy bien con el limón, el chocolate negro o el romero. Así que ya sabes: si los conservas bien, no solo aguantan más, también te dan juego para un montón de recetas deliciosas.
Los arándanos son una de esas frutas que no solo están riquísimas en yogures, batidos o ensaladas, sino que también están cargadas de beneficios para la salud. Pero hay un problema común: se estropean con facilidad. Su piel fina y su alto contenido en agua hacen que no aguanten demasiado si no los tratamos con mimo desde que llegan a casa.