¿Realmente los espermatozoides corren hacia el óvulo? Así se produce exactamente la fecundación
El encuentro entre las células reproductoras no depende solo de la velocidad. Estudios revelan que el cuerpo femenino desempeña un papel clave, guiando y seleccionando cuáles tienen más posibilidades de éxito
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La clásica imagen de millones de espermatozoides compitiendo en una carrera frenética hasta el óvulo, donde solo el más fuerte y veloz logra fecundarlo, no es del todo precisa. Investigaciones recientes revelan que el papel decisivo en la fecundación lo desempeña el tracto reproductivo femenino, que guía y selecciona a los espermatozoides antes de que uno logre su objetivo.
El profesor David J. Miller, del Departamento de Ciencias Animales en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, explica a Live Science que, aunque los espermatozoides nadan, el principal motor del proceso es el aparato reproductor femenino. "Las contracciones del útero funcionan de manera similar a las del tracto gastrointestinal, moviendo el líquido y facilitando el transporte de los espermatozoides", detalló. Un estudio de 1996 demostró que partículas del tamaño de un espermatozoide colocadas en los úteros de 64 mujeres llegaron a las trompas de Falopio en cuestión de minutos lo que confirma que el movimiento de los espermatozoides no depende solo de su capacidad de nado.
Además, el óvulo no es un ente pasivo en este proceso. La profesora Sabine Koelle, experta en anatomía y biología del desarrollo en la Universidad College Dublin, indica que el óvulo debe desplazarse en dirección opuesta a los espermatozoides. Para lograrlo, se apoya en diminutas estructuras llamadas cilios, que lo empujan a lo largo de las trompas de Falopio. "Los espermatozoides deben luchar contra esa corriente para llegar hasta el óvulo", explicó Koelle.
Hasta el 70% de los espermatozoides quedan atrapados en el cuello uterino sin posibilidad de avanzar
Otro mito desmentido es que el primero en llegar es el que fecunda el óvulo. Según Miller, los espermatozoides deben completar una última fase de maduración dentro del tracto femenino antes de ser viables para la fecundación. "Los que llegan primero pueden no estar listos para fecundar y ser reemplazados por otros que han tenido más tiempo para madurar", añadió el experto.
Una 'carrera' difícil
El proceso de selección es aún más riguroso. De los millones de espermatozoides depositados en la vagina, menos del 1% logran llegar a las trompas de Falopio, según Miller. Muchos son eliminados por el sistema inmunológico del útero o expulsados del cuerpo. Koelle destacó que hasta el 70% de los espermatozoides quedan atrapados en el cuello uterino sin posibilidad de avanzar.
"Si un espermatozoide no está en condiciones óptimas, el oviducto no lo deja avanzar"
Incluso aquellos que alcanzan las trompas de Falopio no tienen garantizado el éxito. Los espermatozoides deben adherirse a las paredes del oviducto y esperar la llegada del óvulo. Miller señala que este es otro punto de selección natural: los espermatozoides con una morfología más normal tienen más posibilidades de adherirse, lo que les brinda ventajas metabólicas y una mayor supervivencia.
Una vez que el óvulo se encuentra en las trompas, el sistema reproductivo femenino vuelve a hacer de filtro. Koelle subrayó que solo los espermatozoides en buen estado son liberados de la pared del oviducto para intentar la fecundación. "Si un espermatozoide no está en condiciones óptimas, el oviducto no lo deja avanzar", señaló la experta. A pesar de esta estricta selección, el proceso no es infalible. "Todavía existen enfermedades genéticas que se transmiten a través del esperma, por lo que no siempre el más apto es el mejor genéticamente", concluyó Miller.
La clásica imagen de millones de espermatozoides compitiendo en una carrera frenética hasta el óvulo, donde solo el más fuerte y veloz logra fecundarlo, no es del todo precisa. Investigaciones recientes revelan que el papel decisivo en la fecundación lo desempeña el tracto reproductivo femenino, que guía y selecciona a los espermatozoides antes de que uno logre su objetivo.