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El 'síndrome del niño de oro' o el motivo por el que tu familia está inmersa en un patrón tóxico
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El 'síndrome del niño de oro' o el motivo por el que tu familia está inmersa en un patrón tóxico

A medida que crecen, estos niños pueden experimentar ansiedad crónica, dificultades en sus relaciones y problemas de identidad

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Las dinámicas familiares pueden marcar de por vida a quienes las experimentan. Cuando un hijo es constantemente alabado y favorecido por sus padres, puede desarrollar el síndrome del niño de oro, una situación que, lejos de ser un privilegio, puede acarrear serios problemas psicológicos. Según la revista Best Life, este fenómeno se basa en un favoritismo extremo que impacta no solo al niño ensalzado, sino también a sus hermanos y a la dinámica familiar en general.

Becca Reed, terapeuta especializada en salud mental perinatal y traumas, explica que el niño de oro suele internalizar la idea de que el amor y la aceptación dependen de cumplir con las expectativas familiares. Esto puede derivar en una necesidad constante de validación, perfeccionismo extremo y una presión sofocante por destacar en todo. A medida que crecen, estos niños pueden experimentar ansiedad crónica, dificultades en sus relaciones y problemas de identidad.

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Rachel Goldberg, psicoterapeuta licenciada en California, aclara que, aunque el síndrome del niño de oro no es un diagnóstico oficial según el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), muchas personas se identifican con las experiencias descritas. La preferencia parental desmesurada puede generar resentimiento entre los hermanos y una percepción distorsionada de la realidad en el niño favorecido.

Entre los signos más evidentes de este síndrome, según Best Life, se encuentra la tendencia de los padres a ensalzar cada logro del hijo favorecido mientras minimizan los de los demás. Esto puede provocar una competencia tóxica entre hermanos, erosionando sus relaciones y generando conflictos a largo plazo. Además, el niño de oro puede sentir que representa los sueños y expectativas no cumplidas de sus padres, lo que lo obliga a perseguir un ideal que no siempre coincide con sus propios deseos.

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Otra de las grandes trampas de este fenómeno es el sentimiento de derecho adquirido. Al crecer en un entorno donde todo gira en torno a su éxito, el niño de oro puede desarrollar la expectativa de que el resto del mundo lo tratará con la misma deferencia. Sin embargo, al enfrentarse a la realidad, pueden surgir frustraciones y dificultades para manejar el rechazo o la crítica.

Este tipo de crianza también puede derivar en problemas de autoestima. Como destaca Reed, estos niños aprenden que su valor depende de los logros y la aprobación externa, por lo que cualquier fracaso puede generar una crisis emocional. Además, pueden tener dificultades para conocerse a sí mismos y establecer relaciones saludables, ya que han sido entrenados para buscar la validación constante de los demás.

Para salir de esta dinámica tóxica, los expertos recomiendan trabajar en la autoestima de los afectados y fomentar un entorno donde el amor no dependa de los logros. Terapias enfocadas en el reconocimiento de la propia identidad, así como el establecimiento de límites saludables, pueden ayudar a revertir los efectos de esta crianza. En definitiva, el síndrome del niño de oro no es un privilegio, sino una carga que puede afectar profundamente el bienestar emocional de quienes lo padecen.

Las dinámicas familiares pueden marcar de por vida a quienes las experimentan. Cuando un hijo es constantemente alabado y favorecido por sus padres, puede desarrollar el síndrome del niño de oro, una situación que, lejos de ser un privilegio, puede acarrear serios problemas psicológicos. Según la revista Best Life, este fenómeno se basa en un favoritismo extremo que impacta no solo al niño ensalzado, sino también a sus hermanos y a la dinámica familiar en general.

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