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Me casé, tuve hijos y ahora me he dado cuenta de que mi matrimonio no funciona: ¿Qué hago?
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Me casé, tuve hijos y ahora me he dado cuenta de que mi matrimonio no funciona: ¿Qué hago?

Son muchas las personas que se hacen esta pregunta todos los días. La respuesta no es sencilla, pero en cualquier caso, hay solución

Foto: Una comida en familia (iStock)
Una comida en familia (iStock)

El equilibrio entre el amor de pareja y la crianza de los hijos es una de las batallas más comunes en los matrimonios. La psicoterapeuta Rachel Glik, en su columna para The Wall Street Journal, reflexiona sobre su propia experiencia y destaca que muchas parejas caen en el error de poner a los hijos en el centro de todo, descuidando así la relación de pareja.

“Los niños deben ser la prioridad”, pensaba Glik durante años, convencida de que cualquier otra dinámica podría perjudicar su desarrollo. Sin embargo, con el tiempo, la relación con su marido comenzó a deteriorarse. Las conversaciones dejaron de ser profundas, las salidas en pareja se esfumaron y la sensación de estar en equipo desapareció. Todo giraba en torno a los niños, pero la pareja cada vez se alejaba más.

La psicoterapeuta decidió entonces profundizar en el problema y descubrió un concepto clave en la sabiduría de la Kabbalah: el orden de prioridades en el hogar debe ser primero uno mismo, luego la pareja y, finalmente, los hijos.

La lógica detrás de esta idea es sencilla: una relación fuerte y equilibrada es el mejor ejemplo que pueden tener los niños. Si los padres están bien, los hijos crecerán en un ambiente más seguro y armonioso.

Todos ganan con una buena relación de pareja

Son muchos los estudios que respaldan esta idea: los niños que crecen en hogares donde los padres tienen una relación estable y feliz tienden a desarrollar una mayor seguridad emocional y habilidades sociales más fuertes. En cambio, cuando los progenitores se descuidan mutuamente, el estrés y la tensión terminan afectando a toda la familia.

Glik implementó pequeños cambios en su rutina: empezó a priorizar momentos con su esposo, estableció límites con los niños y se permitió reconectar con su propia felicidad. Para su sorpresa, sus hijos comenzaron a estar más tranquilos y sus conflictos disminuyeron. No necesitaban padres que los atendieran constantemente, sino un hogar con bases sólidas.

Foto: Foto: iStock.

Sin embargo, en casos de relaciones tóxicas, abuso o violencia, priorizar el bienestar personal implica replantear la continuidad del matrimonio. Los expertos insisten en que ningún intento de reparación debe mantenerse a costa del sufrimiento, y que abandonar una relación dañina es la mejor decisión para garantizar la seguridad y estabilidad de toda la familia.

Cuando el matrimonio atraviesa una crisis, los expertos recomiendan analizar qué papel ha tenido la crianza en la relación. Si el matrimonio ya no funciona, es clave establecer límites sanos, buscar ayuda profesional y entender que priorizarse como individuos no es egoísta, sino necesario.

El equilibrio entre el amor de pareja y la crianza de los hijos es una de las batallas más comunes en los matrimonios. La psicoterapeuta Rachel Glik, en su columna para The Wall Street Journal, reflexiona sobre su propia experiencia y destaca que muchas parejas caen en el error de poner a los hijos en el centro de todo, descuidando así la relación de pareja.

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