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Ni romesco ni pesto: esta es la salsa casera que dará un giro de 180 grados a tus platos favoritos
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EL CLÁSICO DE LAS SALSAS

Ni romesco ni pesto: esta es la salsa casera que dará un giro de 180 grados a tus platos favoritos

Una salsa tradicional que a menudo compramos precocinada y cuya elaboración casera puede resultar una alternativa aún más saludable, creativa y deliciosa.

Foto: Un poco de cariño marcará una gran diferencia. (Katerina Holmes para Pexels)
Un poco de cariño marcará una gran diferencia. (Katerina Holmes para Pexels)

La salsa de tomate es uno de los elementos más versátiles que podemos tener en nuestra cocina. Su capacidad para acompañar a infinidad de platos la convierte en un compañero ineludible en la elaboración de nuestras recetas, pero a menudo tendemos a emplear opciones precocinadas que distan mucho de una genuina salsa casera preparada con ingredientes frescos.

Prepararla nosotros mismos puede ser la mejor manera de alejarnos de azúcares añadidos y conservantes, y nos ofrece la posibilidad de experimentar con diferentes condimentos y técnicas que enriquecerán su sabor. Así, un correcto equilibrio de especias, hierbas y aderezos puede dar lugar a una salsa cuya textura y matices marquen la diferencia.

Añadir diferentes verduras al sofrito es clave para obtener un resultado más complejo y aromático. Más allá de la aburrida combinación tradicional de tomate y cebolla, ingredientes como zanahoria, pimiento, ajo y apio pueden ayudarnos a realzar el sabor de la salsa. Para quienes buscan un toque más especial, hinojo, calabaza o boniato pueden aportar dulzor natural y equilibrar la acidez del tomate.

Especias, hierbas y aderezos

Las especias juegan un papel fundamental en la personalización de la receta. Mientras que el orégano y la albahaca son esenciales en las preparaciones italianas, otras opciones como el comino, el azafrán o el pimentón ahumado permiten adaptar la salsa a distintos estilos culinarios. La pimienta de Jamaica y el cilantro molido ofrecen un toque exótico que sorprende al paladar.

Foto: Ni azúcar ni leche: este es el truco perfecto para reducir la acidez de una salsa de tomate casera sin cambiar su sabor (iStock)

Las hierbas aromáticas frescas, agregadas al final de la cocción, potencian el aroma y frescura de la salsa. Tomillo, romero, perejil, salvia y estragón son algunas de las opciones más recomendadas para complementar la base de tomate sin perder propiedades por una cocción prolongada. Además, también podemos recurrir a diferentes aderezos vinagre, picante o sriracha, que aportarán profundidad.

Si lo que queremos es suavizar la textura y enriquecer el sabor, podremos recurrir a un truco que consiste en añadir mantequilla durante la cocción. Este procedimiento, empleado en algunas recetas clásicas, proporciona una cremosidad sutil que contrasta con la acidez natural del tomate, resultando ideal para platos de pasta.

La salsa de tomate es uno de los elementos más versátiles que podemos tener en nuestra cocina. Su capacidad para acompañar a infinidad de platos la convierte en un compañero ineludible en la elaboración de nuestras recetas, pero a menudo tendemos a emplear opciones precocinadas que distan mucho de una genuina salsa casera preparada con ingredientes frescos.

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