¿Qué es el ‘doom spending’? La generación Z y los milenials están gastando cada vez más dinero en tonterías
Los milenials y la Generación Z a menudo son señalados por su tendencia al consumo impulsivo a pesar (o a raíz) de la incertidumbre económica
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Los gastos compulsivos son un comportamiento cada vez más común entre la Generación Z y los milenials, quienes, ante la incertidumbre económica, buscan satisfacción inmediata a través de compras impulsivas. Un ejemplo es el caso de jóvenes que gastan grandes sumas en ropa de marca o viajes, a pesar de no tener un colchón de ahorros.
Así lo explican desde la revista Psychology Today, que llama a este comportamiento “doom spending” o “gasto catastrófico”. Según los datos recopilados en encuestas a ciudadanos estadounidenses en 2023, el “27 % de los encuestados admitió haber gastado mucho dinero y el 32 % ha asumido más deuda en los últimos seis meses”, y muchos de ellos eran Generación Z o milenials.
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A medida que la incertidumbre económica aumenta, muchos jóvenes parecen inclinarse hacia hábitos de consumo impulsivos, en lugar de optar por el ahorro, lo que ha generado preocupación en expertos financieros y sociólogos. Curiosamente, este gasto impulsivo ocurre cuando una persona gasta para manejar el estrés que le generan sus preocupaciones sobre la economía o las finanzas personales.
Vivir el momento
Los efectos de la inestabilidad económica, la inflación y la precariedad laboral influyen en la percepción de estas generaciones sobre su futuro financiero. La sensación de que nunca podrán alcanzar los logros de sus padres, como la compra de una vivienda, provoca una mentalidad de “vivir el momento” que lleva a gastar en bienes de lujo y experiencias como viajes y ropa de diseño. Pero, ¿qué más hay detrás de estos impulsos?
Los datos recogidos por una encuesta realizada por Intuit Credit Karma revelaron que el 96 % de los estadounidenses se sienten preocupados por el estado actual de la economía, y más de una cuarta parte ha admitido recurrir al gasto como forma de aliviar el estrés. Esta conducta no es exclusiva de Estados Unidos, ya que en países como Colombia y España, el “doom spending” también se ha manifestado entre los jóvenes.
Un ejemplo de gastos compulsivos es la compra de ropa de lujo y 'gadgets' tecnológicos
Factores que impulsan el “doom spending”
Según recoge la CNBC, la experta en finanzas Ylva Baeckström, profesora titular de finanzas en King’s Business School, sostiene que este fenómeno tiene sus raíces en el constante flujo de noticias negativas que reciben los jóvenes a través de internet y las redes sociales. Al estar “crónicamente conectados, estos individuos desarrollan una visión pesimista del futuro, lo que los lleva a adoptar patrones de gasto compulsivo para combatir la ansiedad que esto les genera”. Como resultado, se convierten en víctimas de una realidad en la que sus hábitos de consumo parecen estar fuera de control.
La ilusión de control y el impacto en la salud financiera
El “doom spending” se presenta como una falsa ilusión de control ante un mundo percibido como caótico e impredecible. Baeckström destaca que, aunque gastar en productos y experiencias brinda una sensación momentánea de control y placer, en realidad, esta práctica puede llevar a un futuro financiero más incierto. En lugar de invertir y ahorrar, muchos jóvenes destinan sus ingresos a compras que no les ofrecen un valor duradero, agravando la dificultad de alcanzar metas financieras a largo plazo, como la adquisición de una vivienda.
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El papel de la educación financiera en el “doom spending”
Una de las causas subyacentes del “doom spending” es la falta de educación financiera. Esta juega un papel crucial en la forma en que las generaciones jóvenes manejan su dinero. Comprender la importancia del ahorro, la inversión y la planificación financiera podría ayudar a reducir la incidencia del “doom spending” y a fomentar hábitos de consumo más saludables.
¿Cómo combatir el “doom spending”?
Desde Psychology Today sugieren varias estrategias para combatir este fenómeno. Aumentar el “dolor de pagar”, por ejemplo, puede ayudar a frenar los impulsos de compra. Optar por el uso de dinero en efectivo en lugar de métodos de pago digitales, como Apple Pay o Google Pay, puede hacer que la transacción se sienta más real y, por tanto, disuadir el gasto impulsivo y hacer que lo pensemos dos veces.
Otro consejo es realizar compras en persona en lugar de a través de internet. La experiencia de desplazarse a la tienda, evaluar el producto y hacer cola para pagar permite una reflexión más consciente sobre la necesidad real de la compra. Estas medidas, junto con el trabajo de la salud mental y del autocontrol, pueden ser efectivas para fomentar un comportamiento financiero más responsable.
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Los gastos compulsivos son un comportamiento cada vez más común entre la Generación Z y los milenials, quienes, ante la incertidumbre económica, buscan satisfacción inmediata a través de compras impulsivas. Un ejemplo es el caso de jóvenes que gastan grandes sumas en ropa de marca o viajes, a pesar de no tener un colchón de ahorros.