Tres hábitos sencillos que harán que obtengas un sueño reparador cada noche
Pequeños cambios en la rutina nocturna pueden contribuir significativamente a un sueño reparador. Implementar estas prácticas puede ayudar a mejorar la calidad del descanso y favorecer el bienestar general
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Conseguir un descanso de calidad no siempre es fácil. Muchas personas experimentan dificultades para conciliar el sueño debido al estrés, las preocupaciones diarias o los malos hábitos nocturnos. Un sueño reparador es fundamental para la salud física y mental, ya que contribuye a la regeneración celular, fortalece el sistema inmunológico y mejora la función cognitiva.
La falta de sueño puede incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, afectar la memoria y el estado de ánimo, así como reducir la capacidad de concentración. Sin embargo, según el doctor Christian Poulos, existen tres estrategias simples que pueden mejorar la calidad del sueño sin necesidad de cambiar la hora de acostarse. La revista Best Life ha hablado con él para conocer de cerca cuáles son estos cambios de la rutina que favorecen una correcta salud del sueño.
Una ducha antes de dormir
Modificar la rutina de baño puede marcar la diferencia. Poulos sugiere tomar una ducha caliente justo antes de ir a la cama para ayudar al cuerpo a entrar en un estado de relajación. “Si te duchas con agua caliente antes de dormir, tu temperatura corporal subirá rápidamente y luego descenderá, imitando el proceso natural de enfriamiento que le indica al cerebro que es momento de descansar”, explica.
Reducir la intensidad de las luces dos horas antes de acostarse puede estimular la liberación natural de melatonina
La temperatura ideal del agua debe situarse entre los 37 y 40 grados centígrados, según el doctor Peter Bailey, especialista en medicina familiar. Un estudio realizado en 2019 respalda esta recomendación, ya que reveló que ducharse antes de dormir con agua a unos 40 grados centígrados ayuda a conciliar el sueño 10 minutos más rápido.
No comas tres horas antes de dormir
La alimentación también juega un papel clave en el descanso. Poulos recomienda dejar de comer al menos tres horas antes de irse a la cama para permitir que el ritmo cardíaco disminuya durante el sueño, lo que favorece un descanso más profundo. Al momento de la cena, optar por alimentos ricos en magnesio, fibra y serotonina puede ser beneficioso. Las nueces, la avena y el kiwi son opciones recomendadas, ya que favorecen la producción de melatonina, la hormona encargada de regular el ciclo del sueño.
Baja la luz
La iluminación del entorno también influye en la calidad del sueño. Reducir la intensidad de las luces dos horas antes de acostarse puede estimular la liberación natural de melatonina, facilitando la transición hacia un estado de somnolencia. Según la Sleep Foundation, la exposición a la luz azul emitida por pantallas electrónicas puede suprimir la producción de melatonina, confundiendo al cerebro y retrasando la sensación de cansancio. Ajustar la iluminación y evitar dispositivos electrónicos antes de dormir puede marcar la diferencia en la calidad del descanso.
Conseguir un descanso de calidad no siempre es fácil. Muchas personas experimentan dificultades para conciliar el sueño debido al estrés, las preocupaciones diarias o los malos hábitos nocturnos. Un sueño reparador es fundamental para la salud física y mental, ya que contribuye a la regeneración celular, fortalece el sistema inmunológico y mejora la función cognitiva.