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¿Tus padres tienen (o tenían) realmente un hijo favorito? Un gran estudio tiene por fin la respuesta
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¿Tus padres tienen (o tenían) realmente un hijo favorito? Un gran estudio tiene por fin la respuesta

Una nueva investigación analiza cómo influyen factores como el género, el orden de nacimiento y la personalidad en las dinámicas familiares

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Un reciente estudio liderado por la Universidad Brigham Young (BYU) ha confirmado una realidad que muchos sospechaban: los padres suelen tener un hijo favorito, y, con frecuencia, es la hija mayor. Este hallazgo, respaldado por un análisis masivo de datos, aporta luz a cómo factores como el género, el orden de nacimiento y la personalidad influyen en las dinámicas familiares.

La investigación, publicada en Psychological Bulletin, analizó datos de más de 19.000 participantes y destacó que tanto madres como padres tienden a mostrar preferencia hacia las hijas mayores. Esta inclinación es aún más marcada en los casos donde las hijas tienen personalidades "conscientes" o "amables". Según el profesor Alex Jensen en la revista Best Life, autor principal del estudio, "los padres pueden conectar más fácilmente con ciertos hijos" debido a intereses compartidos, personalidad o incluso al género.

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Los que parten con ventaja

El estudio también reveló que los primogénitos disfrutan de mayores niveles de autonomía y control otorgados por los padres. Esto se debe, en parte, a que los padres suelen confiar más en los hijos mayores a la hora de tomar decisiones importantes, lo que los posiciona en un lugar privilegiado dentro de la familia.

Sin embargo, los datos sugieren que las hijas mayores combinan dos factores clave: el orden de nacimiento y la percepción de una personalidad más conciliadora. Esta combinación les otorga, según el estudio, un trato más favorable en comparación con sus hermanos menores.

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Impacto en los hijos menos favorecidos

El favoritismo parental no está exento de consecuencias. Los hermanos que no perciben el mismo nivel de atención o privilegios pueden desarrollar problemas emocionales y de comportamiento. Según Jensen, estos hijos suelen enfrentarse a sentimientos de injusticia que pueden manifestarse en la escuela o en sus relaciones sociales. "Es fundamental que los padres reflexionen sobre sus patrones de conducta" y busquen maneras de equilibrar su trato hacia todos sus hijos, señala el investigador.

¿Qué pueden hacer los padres?

Los autores del estudio sugieren que la clave para mitigar los efectos negativos del favoritismo está en la comunicación y en pasar tiempo de calidad con cada hijo. Actividades compartidas y momentos de conexión pueden ayudar a reforzar los vínculos familiares y reducir las percepciones de desigualdad.

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La investigación no pretende generar sentimientos de culpa en los padres, sino servir como una herramienta para mejorar las dinámicas familiares. “Reconocer patrones de favoritismo no significa que los padres estén fallando; más bien, es una oportunidad para crecer y fortalecer las relaciones”, concluye Jensen.

El favoritismo puede ser un tema sensible, pero este estudio pone sobre la mesa una realidad común en muchas familias. Reflexionar sobre nuestras experiencias personales y cómo nos han moldeado puede ser un punto de partida para entender mejor nuestras propias dinámicas familiares. Al final, lo más importante es que cada miembro se sienta valorado y amado por igual.

Un reciente estudio liderado por la Universidad Brigham Young (BYU) ha confirmado una realidad que muchos sospechaban: los padres suelen tener un hijo favorito, y, con frecuencia, es la hija mayor. Este hallazgo, respaldado por un análisis masivo de datos, aporta luz a cómo factores como el género, el orden de nacimiento y la personalidad influyen en las dinámicas familiares.

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