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La cocina como terapia: "Fomenta un estado de calma y satisfacción que la convierte en un ejercicio meditativo"
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Para relajarse, un guiso

La cocina como terapia: "Fomenta un estado de calma y satisfacción que la convierte en un ejercicio meditativo"

Cocinar puede llegar a ser un ejercicio de 'mindfulness' si consigues parar y enfocarlo de esta manera. Hablamos con Katia Giménez, psicóloga, sobre esta actividad tan cotidiana

Foto: Una chica probando su comida (iStock)
Una chica probando su comida (iStock)

"La mejor explicación de por qué la cocina llega a ser terapia para los que no nos dedicamos a ello", "qué buen acercamiento emocional para irme a dormir", y "presencia plena siempre… no me daba cuenta del ritmo al que iba hasta que he perdido a un familiar directo y ahí es donde empiezas a pensar que parar un ratito es necesario siempre…"; estos son algunos comentarios de los casi 100 que pueden leerse en uno de los Reels que ha compartido Claudia (@soulinthekitchen) en su perfil de Instagram.

En esta publicación, Claudia se graba en la cocina y pregunta a sus seguidores: "¿Hace cuánto que no te paras a mirar cómo burbujea un guiso? ¿Qué pasaría si detuvieras tu día dos horas para preparar una comida con esmero y paciencia?". Ella misma responde: "El mundo no se olvidaría de ti, tampoco te perderías nada indispensable. De hecho, en esa pausa que supone dejar que los alimentos se transformen en comida, es probable que te des cuenta del ritmo al que estabas yendo, de hacía cuánto no cocinabas con atención. Esa tarea posiblemente te ayude a bajar revoluciones, relajándote gracias al movimiento repetitivo del cuchillo sobre la tabla, de la cuchara en la olla; te permita interiorizar aprendizajes, ya que es a través de la reproducción con atención cómo se interiorizan los procesos".

Y continúa: "Igual también te das cuenta de lo que cuesta que se hagan las cosas, del valor que alberga un cuenco de lentejas, del trabajo no valorado de aquellas que hicieron esto día tras día. Esa pausa nos hace también conscientes del privilegio que es poder hacerla, nos recordará realidades que no pueden permitirse cocinar casero, partiendo de ingredientes naturales. En la locura del mundo que vivimos cocinar lento es una especie de revolución".

Para Claudia, la cocina puede convertirse en un espacio en el que asimilar conocimientos, pero también relajarse, y bajar su ritmo vital. Para ella, y muchas otras personas, la cocina funciona como una especie de terapia. Así lo explica Katia Giménez, psicóloga en Psicología Montjuic: "Hacer un guiso, como otras actividades culinarias, puede resultar terapéutico porque combina atención plena, creatividad, conexión emocional y autocuidado. El proceso de decidir qué me apetece o qué me puede resultar saludable, ir a comprar, preparar los ingredientes, seguir los pasos y observar cómo se transforma la comida en algo sabroso, genera un estado de concentración plena en el presente similar a la práctica del mindfulness".

Pero eso no es todo, según Katia, "los aromas y sabores activan recuerdos agradables, promoviendo emociones positivas. A muchas personas les resulta agradable la estimulación de las texturas de algunos ingredientes. Completar la preparación de un plato también refuerza la autoestima, el autocuidado y el sentido de control, especialmente en momentos de incertidumbre".

"La atención plena durante la cocina fomenta un estado de calma y satisfacción, convirtiendo esta actividad en un ejercicio meditativo"

El mindfulness es una práctica psicológica que se centra en prestar atención al momento presente de manera intencionada, sin juzgarlo. Su objetivo es mejorar la conciencia y la conexión con las experiencias actuales, tanto internas (pensamientos, emociones y sensaciones físicas) como externas (el entorno). Cocinar puede considerarse una forma de mindfulness, al igual que cualquier otra actividad; asegura Katia: "Cuando preparamos un plato, nos centramos en el momento presente, en las texturas, colores, olores y sabores de los ingredientes, y en los pasos del proceso. Esto nos ayuda a desconectar de pensamientos repetitivos o negativos, reduciendo el estrés. Además, la atención plena durante la cocina fomenta un estado de calma y satisfacción, convirtiendo esta actividad en un ejercicio meditativo".

Cocinar puede funcionar como terapia para todos

Te guste más cocinar, menos, sea algo que suelas hacer en tu día a día o no; puede funcionar como terapia para cualquier persona. Es más, según Katia, los beneficios de esta práctica pueden ser muchos y de lo más variados: "Personas con altos niveles de estrés, ansiedad o depresión pueden beneficiarse especialmente de la cocina, ya que promueve la relajación y la desconexión de preocupaciones".

No obstante, "también es útil para quienes buscan recuperar o instaurar una rutina estructurada o para aquellos con dificultades en la autoestima, ya que completar una receta ofrece una sensación de logro". Esto es así hasta tal punto que "seguir recetas y completar pasos estructurados proporciona una sensación de control, especialmente en momentos de incertidumbre. Las recetas ofrecen un esquema claro y predecible que permite a las personas enfocarse en algo manejable y tangible. Esta estructura ayuda a calmar la mente y a generar seguridad emocional, incluso cuando el entorno o las circunstancias personales son inciertas", insiste Katia.

"Cocinar fomenta la interacción social y el trabajo en equipo, reforzando habilidades de comunicación y cooperación"

Aunque, si decides realizar esta actividad en grupo, lo que puedes mejorar son tus habilidades sociales, incluso a través de ella puedes conocer a otras personas si te sientes aislado; apuntándote a, por ejemplo, cursos grupales: "Cocinar fomenta la interacción social y el trabajo en equipo, reforzando habilidades de comunicación y cooperación", asegura la psicóloga. Además, también a través de la cocina, las personas migrantes pueden "conocer mejor la cultura culinaria del país en el que se han establecido o mantenerse en contacto con su cultura y raíces", manifiesta Giménez.

Hacerlo para otros

Sacar tiempo y ponerte a cocinar puede llegar a ser un ejercicio terapéutico, asimismo compartir este momento con tus seres queridos o invitarlos a que prueben tus platos. Sin embargo, vivimos tan acelerados que muchas veces no encontramos un momento para parar y, como decía Claudia en su vídeo, mirar cómo burbujea un guiso.

Hacerlo, parar, aunque suponga un esfuerzo, es muy positivo y cocinar para otros (no solo para uno mismo) añade una dimensión significativa a la experiencia: "Esta acción fomenta sentimientos de conexión, gratitud y altruismo, al mismo tiempo que refuerza la sensación de pertenencia; mientras que cuando cocinamos para nosotros mismos, nos cuidamos y priorizamos nuestro bienestar, lo cual es también muy valioso. Ambas formas de cocinar tienen beneficios terapéuticos, aunque la cocina para otros tiende a potenciar la interacción social y el reforzamiento de vínculos afectivos".

placeholder Un hombre sirviendo la cena (iStock)
Un hombre sirviendo la cena (iStock)

En el caso de padres y madres, cocinar para los niños es fundamental para que aprendan e integren un estilo de vida saludable. Alimentarnos es algo tan cotidiano que lo hacemos desde que nacemos, y tan importante para nuestro desarrollo que sería muy beneficioso para cualquiera aprender a combinar el hecho de frenar nuestro ritmo de vida frenético con meternos en la cocina, practicar el mindfulness y disfrutar de una buena comilona.

"La mejor explicación de por qué la cocina llega a ser terapia para los que no nos dedicamos a ello", "qué buen acercamiento emocional para irme a dormir", y "presencia plena siempre… no me daba cuenta del ritmo al que iba hasta que he perdido a un familiar directo y ahí es donde empiezas a pensar que parar un ratito es necesario siempre…"; estos son algunos comentarios de los casi 100 que pueden leerse en uno de los Reels que ha compartido Claudia (@soulinthekitchen) en su perfil de Instagram.

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