¿Por qué los humanos montamos a caballo pero jamás montamos en cebra? Esta es la respuesta
Las cebras han despertado fascinación y curiosidad durante siglos, pero siempre desde la distancia. A pesar de su parentesco con los caballos, su relación con los humanos está llena de contrastes
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Aunque el caballo ha sido un fiel compañero del ser humano durante milenios, el mismo destino no ha corrido la cebra, a pesar de ser pariente cercana. La clave para entender esta diferencia radica en la domesticación, un proceso que va mucho más allá de la simple capacidad de montar a un animal. Según explicó Josh Clark en el popular vídeo de Brain Stuff, que acumula más de tres millones de reproducciones, la cebra no cumple con los requisitos esenciales para convertirse en un animal domesticable.
Para que una especie sea domesticada, necesita cumplir seis criterios fundamentales: capacidad de reproducirse en cautiverio, dieta no exigente, rápido crecimiento, jerarquía social, carácter dócil y una baja tendencia a entrar en pánico. "Si una de estas características falla, el proceso de domesticación se vuelve casi imposible", señala Clark. En el caso de las cebras, su temperamento agresivo y su marcada tendencia a defenderse ferozmente las colocan fuera del alcance de cualquier intento de domesticación a gran escala.
Las cebras evolucionaron en las llanuras africanas como presas de depredadores como los leones. Este contexto les otorgó una personalidad altamente defensiva. "Son animales que pueden dar una patada capaz de matar a un león y tienen la desagradable costumbre de morder y no soltar", apunta Clark, dejando claro que estos comportamientos suponen un obstáculo insalvable para cualquier esfuerzo humano por entrenarlas.
Pero no solo su carácter es un problema. La morfología de las cebras también juega en su contra. Su espalda no está diseñada para soportar peso, lo que las hace inapropiadas para ser montadas o cargar objetos. "Incluso si las cebras fueran los animales más amables del mundo, intentar montarlas podría romperles la columna", añadió el presentador.
Aunque se han dado casos puntuales de cebras "tolerantes", como las que tiraban del carruaje del barón Rothschild en la Inglaterra de principios del siglo XX o la famosa cebra de Bill Turner en Dorset, estas son excepciones individuales. Una cebra "domesticada" no representa una especie domesticada en conjunto. Montar a caballo seguirá siendo una actividad exclusiva de los equinos domesticados, mientras las cebras continúan protagonizando documentales. ¿Te atreverías a intentar montar una? Quizá sea mejor disfrutar de su belleza desde lejos.
Aunque el caballo ha sido un fiel compañero del ser humano durante milenios, el mismo destino no ha corrido la cebra, a pesar de ser pariente cercana. La clave para entender esta diferencia radica en la domesticación, un proceso que va mucho más allá de la simple capacidad de montar a un animal. Según explicó Josh Clark en el popular vídeo de Brain Stuff, que acumula más de tres millones de reproducciones, la cebra no cumple con los requisitos esenciales para convertirse en un animal domesticable.