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El apellido muy común en España que surgió en los orfanatos: muy pocos saben la historia
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El apellido muy común en España que surgió en los orfanatos: muy pocos saben la historia

Hay varios apellidos en España que destacan por una historia muy particular vinculada a los orfanatos, y entre ellos destaca uno por encima del resto

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Los apellidos que se usan cada día en España no solo son etiquetas para identificar a las personas, sino también una puerta a la historia, la cultura y las raíces familiares. En nuestro país, los apellidos pueden clasificarse en cuatro grandes categorías que reflejan diferentes aspectos de la herencia. Los patronímicos, como Pérez o Rodríguez, tienen su origen en el nombre de un progenitor, indicando filiación. Por otro lado, los toponímicos, como Navarro o Soriano, apuntan al lugar de procedencia o residencia de nuestros antepasados.

También hay apellidos derivados de oficios, como Zapatero o Herrero, y aquellos que provienen de características personales o apodos, como Rubio o Delgado. Sin embargo, existe un grupo de apellidos que destaca por una historia muy particular, ligada al abandono y a los orfanatos, y entre ellos, uno de los más representativos es Expósito. Este apellido, que actualmente llevan más de 34.000 personas como primer apellido y más de 37.000 como segundo, según el Instituto Nacional de Estadística, tiene un origen profundamente vinculado a la historia social de España.

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Durante siglos, los niños que no eran reconocidos por sus familias y acababan en orfanatos o bajo la tutela de instituciones religiosas eran registrados con este apellido, que literalmente significa "expuesto".

Se trataba nada más y nada menos que de una manera de señalar que habían sido abandonados o dejados al cuidado de terceros, ya fuera por pobreza, enfermedad o imposibilidad de sus progenitores para criarlos.

La práctica de asignar apellidos genéricos como Expósito no era exclusiva de España, pero en nuestro país se convirtió en una norma durante muchos años. Estos apellidos no solo cumplían una función administrativa, sino que también marcaban a quienes los llevaban con un peso simbólico.

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Y a pesar de que hoy puede pasar desapercibido, hace siglos ser un "Expósito" podía suponer una diferencia significativa en la vida de una persona, ya que era una etiqueta que señalaba su origen en una situación de abandono.

Además de Expósito, otros apellidos surgidos en contextos similares incluyen Tirado, Blanco, Diosdado y De la Iglesia. En algunos casos, se optaba por nombres de ciudades como Bilbao, Sevilla o Madrid, especialmente si se conocía el lugar donde había sido hallado el niño. Esto se hacía en parte para dar al menor una identidad menos evidente y más acorde con la zona en la que viviría.

En muchas ocasiones, el lugar donde el niño era abandonado influía directamente en el apellido que se le asignaba. Si el abandono tenía lugar en una iglesia, no era raro que se escogieran apellidos relacionados con figuras religiosas, como San Juan, De María o De Dios. En Cataluña, por ejemplo, era común utilizar Deulofeu, que significa "Dios lo hizo", mientras que en Aragón se empleaban apellidos como Gracia o De Gracia, aludiendo a la idea de que el niño había sobrevivido “por la gracia de Dios”.

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Desde 1921, la legislación española permite que las personas con apellidos como Expósito soliciten cambiarlos si así lo desean. Este cambio se introdujo para dar la posibilidad de evitar estigmas asociados al pasado de sus portadores. Sin embargo, muchos optan por conservarlo, ya que consideran que forma parte de su historia personal y familiar.

Hoy en día, los apellidos como Expósito han perdido gran parte de la carga simbólica que tuvieron en otros tiempos. Sin embargo, su existencia sigue siendo un recordatorio de una realidad histórica que afectó a miles de niños en España.

Los apellidos que se usan cada día en España no solo son etiquetas para identificar a las personas, sino también una puerta a la historia, la cultura y las raíces familiares. En nuestro país, los apellidos pueden clasificarse en cuatro grandes categorías que reflejan diferentes aspectos de la herencia. Los patronímicos, como Pérez o Rodríguez, tienen su origen en el nombre de un progenitor, indicando filiación. Por otro lado, los toponímicos, como Navarro o Soriano, apuntan al lugar de procedencia o residencia de nuestros antepasados.

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