Las razones por las que no logras adelgazar aunque salgas a caminar cada día: esta es la estrategia correcta
Descubrir qué factores influyen en los resultados de tu rutina diaria puede ser clave para alcanzar tus objetivos. Hábitos, alimentación y actividad física se combinan para marcar la diferencia
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Enero es un mes ideal para retomar o comenzar una rutina de ejercicio gracias a la motivación que suelen traer los propósitos de Año Nuevo y el deseo de empezar el año con hábitos saludables. Además, muchas personas disfrutan de la sensación de renovación que ofrece el inicio del calendario, lo que puede impulsarles a ser más constantes.
Sin embargo, este entusiasmo inicial también puede jugar en contra: la presión por obtener resultados rápidos o establecer metas demasiado ambiciosas puede llevar a frustraciones o incluso a lesiones. Asimismo, el clima frío y los días más cortos pueden desmotivar a quienes prefieren realizar ejercicio al aire libre, como caminar, dificultando la creación de un hábito sostenible a largo plazo.
La idea de que caminar equivale a quemar calorías puede llevar a un exceso de confianza. Según Michael Betts, fisioterapeuta, una hora de caminata quema entre 200 y 300 calorías para la mayoría de las personas. Sin embargo, un pequeño exceso calórico, como un tentempié tras el ejercicio, puede anular rápidamente este déficit. Además, el aumento del apetito tras caminar podría llevar a un consumo mayor del necesario.
Añadir ejercicios de fuerza o incluso realizar flexiones o sentadillas durante las caminatas puede incrementar el gasto calórico
Un paseo relajado puede no ser suficiente para generar cambios metabólicos significativos. Betts sugiere incluir intervalos de mayor intensidad, como subir escaleras o caminar a un ritmo que dificulte mantener una conversación. Asimismo, Katya Campbell, especialista en fitness, indica en la revista Best Life que un objetivo de entre 10.000 y 14.000 pasos al día puede marcar la diferencia en términos de pérdida de peso.
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El momento del día en que se camina también influye. Betts explica que caminar después de las comidas ayuda a gestionar mejor los niveles de glucosa y a utilizar las calorías ingeridas en lugar de almacenarlas. Dividir las caminatas en varias sesiones más cortas a lo largo del día puede ser otra estrategia útil.
¿Qué tal duermes?
La falta de sueño adecuado, los niveles elevados de estrés y las condiciones médicas subyacentes pueden afectar los resultados. Dormir menos de las siete horas recomendadas puede alterar las hormonas del hambre y ralentizar el metabolismo, señala Betts. Además, un estrés constante puede elevar el cortisol, favoreciendo el almacenamiento de grasa abdominal. En casos de problemas de tiroides, desequilibrios hormonales o resistencia a la insulina, Campbell recomienda buscar orientación médica para adaptar la estrategia.
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Caminar es excelente para la salud general, pero por sí solo no es suficiente para mantener la masa muscular, un factor clave en el metabolismo. Añadir ejercicios de fuerza dos o tres veces por semana, o incluso realizar flexiones o sentadillas durante las caminatas, puede incrementar el gasto calórico y preservar el músculo, señala Betts. Campbell insiste en que una dieta rica en proteínas, frutas, verduras y grasas saludables es fundamental. Además, algunos medicamentos, como los antidepresivos o los esteroides, podrían dificultar la pérdida de peso, lo que hace esencial consultar con un médico en caso de sospecha.
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Enero es un mes ideal para retomar o comenzar una rutina de ejercicio gracias a la motivación que suelen traer los propósitos de Año Nuevo y el deseo de empezar el año con hábitos saludables. Además, muchas personas disfrutan de la sensación de renovación que ofrece el inicio del calendario, lo que puede impulsarles a ser más constantes.