"Cualquier hombre tiene, como mínimo, un amigo o un conocido al que puede preguntarle sobre dinero. Nosotras no"
Laura Visco ha querido dejar de ser la persona de referencia para sus amigas a la hora de hacerse preguntas sobre inversiones o ahorros, y empezar a serlo para cualquier mujer que quiera saber más sobre economía
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Hablar de dinero sigue siendo un tema tabú, sobre todo entre las mujeres. Según un estudio del banco de inversión Merrill Lynch, el 61% de las mujeres prefiere hablar de su propia muerte antes que de dinero; siendo la muerte también otra cuestión sobre la que a día de hoy nos sigue costando conversar abiertamente.
A las mujeres no solo nos cuesta más hablar de dinero que a los hombres, sino que también nos cuesta más acceder a información sobre finanzas; y esto ha tenido y tiene una serie de consecuencias a lo largo de la historia para nosotras, asegura Laura Visco, fundadora de 'Amiga! Hablemos de Plata', una plataforma dedicada a normalizar las conversaciones sobre dinero entre, efectivamente, mujeres.
Laura Visco, comunicadora y publicista, explica que este porcentaje, el del 61%, refleja "cómo las normas culturales limitaron y limitan el acceso de las mujeres a temas económicos, con consecuencias profundas sobre su autonomía". Para que estas conversaciones entre mujeres pasen a formar parte de la norma, la publicista ha creado esta plataforma; una idea que nació al darse cuenta de que en su grupo de amigas era ella "la amiga que entiende de dinero": "A la que siempre preguntan todo: cómo invertir, cómo negociar un aumento, o qué hacer con sus ahorros. Y pensé: si puedo cumplir ese rol en mi grupo, ¿por qué no hacerlo para todas las mujeres?".
PREGUNTA. ¿Por qué hablar de dinero entre mujeres está tan mal visto?
RESPUESTA. Porque hablar de dinero desafía estructuras que históricamente dependieron de nuestro silencio. De sentirnos agradecidas por tener trabajo. Es incómodo porque el silencio protege las desigualdades, y estas desigualdades no son casuales; están diseñadas. Si las mujeres no saben cuánto ganan sus colegas o qué es un salario justo en su sector, negociar se convierte en un tiro al aire. Pero si esa información está sobre la mesa, tenemos el poder de exigir lo que merecemos. Esto no es solo práctico, es político. La transparencia desarma sistemas que prosperan gracias a la desinformación.
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P. ¿Qué estrategias utilizas para romper el silencio sobre el dinero en las conversaciones cotidianas?
R. Para romper el silencio sobre el dinero, la clave está en hacerlo de manera natural y sin juicio. Yo empiezo hablando de mis propias experiencias, de lo que me ha costado aprender y de lo que he descubierto sobre mis finanzas, no porque mi historia sea genial, sino para que las mujeres se puedan ver en ellas. Recibo muchos mensajes por día de mujeres contándome sus historias, y me doy cuenta de que todas tenemos una. No importa el punto de partida, todas estamos en el mismo barco tratando de entender y gestionar el dinero de la mejor manera posible. Al compartir abiertamente, creamos una red de apoyo donde nos sentimos acompañadas y menos solas en nuestras dudas y miedos.
Al final, si nosotras no hablamos de dinero, otros lo harán por nosotras, y no siempre en nuestro beneficio. Por eso, la única forma de cambiar las reglas del juego es empezar a hablar, a cuestionar lo que se nos ha dicho y a construir, entre todas, un espacio donde las finanzas no sean un tema tabú, sino una herramienta de poder y autonomía.
P. ¿Qué cambios puede provocar entonces en nosotras hablar de dinero?
R. El dinero no es solo números en la cuenta; es autonomía. Es tener opciones, definir todos tus sí, y tus no. Cuando empezamos a hablar de dinero, rompemos el silencio que nos mantiene en desventaja y empezamos a reclamar nuestro lugar en una conversación que históricamente nos ha excluido.
"Cuando una mujer se atreve a decir cuánto gana o cómo invierte, inspira a otras a hacer lo mismo"
El cambio es profundo. Hablar de dinero nos obliga a cuestionar lo que creemos merecer como mujeres. Y también crea un efecto contagio: cuando una mujer se atreve a decir cuánto gana o cómo invierte, inspira a otras a hacer lo mismo.
P. Hablas de desmantelar dinámicas sociales que perpetúan la desigualdad económica. ¿Qué cambios estructurales crees que deberían impulsarse para apoyar a las mujeres en este aspecto?
R. El primer paso es garantizar una conciliación real entre el trabajo y la vida personal. Durante siglos, la economía ha funcionado asumiendo que las mujeres se encargan del trabajo doméstico y de cuidados, sin remuneración ni reconocimiento. Esto no solo perpetúa la desigualdad, sino que nos excluye de las mismas oportunidades laborales y financieras. Necesitamos reformas laborales que contemplen horarios flexibles, licencias parentales igualitarias y políticas de cuidado universal accesibles para todas las familias.
Segundo, cerrar la brecha salarial es imprescindible. Esto requiere no solo políticas públicas que establezcan transparencia salarial y sanciones para la discriminación de género, sino también un cambio cultural. Es necesario dejar de buscar excusas para justificar la desigualdad, y empezar a reconocer el valor real del trabajo de las mujeres.
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P. El dato del estudio de Merrill Lynch, que refleja que la mayoría de mujeres prefieren hablar de su muerte antes que de dinero, es impactante. ¿Qué factores históricos o culturales crees que han contribuido a esta realidad?
R. Es un combo histórico y cultural. Durante siglos, se nos relegó al ámbito doméstico mientras los hombres manejaban las finanzas. Hasta los años 70, muchas mujeres no podían tener una cuenta bancaria propia. Esas son nuestras madres o abuelas, y por eso heredamos recetas de cocina, no la receta para hacer dinero. Además, el dinero se percibe como algo masculino y competitivo, valores que culturalmente no se asocian a nosotras. Esto, sumado a la falta de educación financiera, refuerza la idea de que hablar de dinero es inapropiado o vergonzoso.
P. ¿Cómo equilibras la necesidad de hablar de temas complejos, como la macroeconomía, con la accesibilidad para quienes no tienen formación económica?
R. Usando analogías, ejemplos cotidianos y un lenguaje claro. Si algo no puede explicarse de forma simple, entonces no se entendió bien. Me esfuerzo en desglosar conceptos complicados para que cualquier mujer, sin importar su experiencia, pueda entender y aplicar lo que aprende. Y respondo todas las preguntas que me hacen.
Quiero que mis lectoras sientan que están hablando con una amiga, no con un economista distante.
P. ¿Qué estrategias propones para que las mujeres puedan construir redes de apoyo financiero similares a las de los hombres?
R. El problema es claro: cualquier hombre tiene, como mínimo, un amigo o un conocido al que puede preguntarle sobre dinero. Nosotras no. No porque no queramos, sino porque históricamente no hemos tenido acceso a esos espacios ni a esa información.
"La solución pasa por construir nuestras propias redes. Primero, hablemos de dinero entre nosotras, sin miedo ni vergüenza"
La solución pasa por construir nuestras propias redes. Primero, hablemos de dinero entre nosotras, sin miedo ni vergüenza. Organiza reuniones con amigas, únete a comunidades como Amiga! Hablemos de Plata o busca espacios donde el tema sea normalizado. Segundo, comparte lo que sabes, por básico que parezca. Cada conversación cuenta.
P. ¿Qué consejo le darías a una mujer que quiere empezar a educarse financieramente, pero no sabe por dónde comenzar?
La economía está en todas partes, y nos afecta de formas que ni siquiera imaginamos. Cada vez que elegimos entre un café caro y uno más barato, o decidimos si pagar la factura al contado o financiarla, estamos tomando decisiones económicas. No necesitamos un título en economía para ser conscientes de cómo la economía influye en nuestra vida diaria.
Mi consejo es empezar poco a poco. Lee el diario, escucha un pódcast, y obvio, suscribirse a la newsletter de Amiga! Hablemos de Plata. Pero además de informarnos de forma activa, es importante reflexionar sobre lo que ya aprendimos en casa, las narrativas sobre dinero que nos fueron transmitidas desde pequeñas. ¿Nos enseñaron a ver el dinero como algo sucio o, por el contrario, como una herramienta de poder? ¿Nos dijeron que hablar de finanzas era incómodo o simplemente algo que no nos concernía? Esas ideas, que tal vez ni notamos, afectan profundamente nuestra relación con el dinero y lo que creemos que merecemos. Entender esas narrativas es clave para empezar a reescribir nuestra propia historia financiera.
"Negociar tu sueldo es el acto más feminista que puedes hacer"
P. Y si tuvieras que darle un solo consejo financiero las mujeres del mundo, ¿cuál sería?
R. Negociar tu sueldo es el acto más feminista que puedes hacer. Cuando negocias, estás poniendo en evidencia que tu trabajo tiene un valor y que, como mujeres, no estamos dispuestas a aceptar menos. Hacerlo, además, abre el camino para otras, porque cuando una lo hace, todas lo hacemos.
Hablar de dinero sigue siendo un tema tabú, sobre todo entre las mujeres. Según un estudio del banco de inversión Merrill Lynch, el 61% de las mujeres prefiere hablar de su propia muerte antes que de dinero; siendo la muerte también otra cuestión sobre la que a día de hoy nos sigue costando conversar abiertamente.