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"Ser 'prepper' te previene de comerte a tu vecino". La advertencia de dos politólogos sobre los búnkeres en EEUU
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"Ser 'prepper' te previene de comerte a tu vecino". La advertencia de dos politólogos sobre los búnkeres en EEUU

Dos autores reflexionan sobre por qué los preparacionistas no son una mera subcultura pasajera o un producto de su tiempo, sino una parte troncal de la cultura de su país, marcada por el individualismo extremo y la obsesión por la seguridad

Foto: Campamento 'prepper' en Estados Unidos. (iStock)
Campamento 'prepper' en Estados Unidos. (iStock)

Más de 20 millones de estadounidenses se están preparando actualmente para un desastre del tipo que sea. Algunas encuestas recientes, de hecho, cifran que la cultura prepper ha impregnado tanto en la sociedad que alrededor de un 51% de los ciudadanos de Estados Unidos están realmente preocupados por mantenerse a salvo ante una catástrofe. El último suceso que ha avivado la necesidad de encontrar un refugio seguro ante cualquier evento catastrófico fue el huracán Milton.

Las contingencias naturales, sociales o climáticas pueden poner en riesgo la vida de millones de personas en apenas unas horas, pero las soluciones siempre se imaginan como individuales o privadas. La salvación solo dependerá de uno mismo, de su capacidad económica y su preparación física ante lo peor que pueda pasar. Lo vemos en películas recientes como Don't Look Up (estrenada en España como No mires arriba), o en la más reciente, Leave the world behind, en el que una familia superviviente y angustiada por la enfermedad de su niño pequeño suplican ayuda a un vecino que vive atrincherado en un búnker construido en el sótano de su jardín.

Desde la pandemia, el negocio de los búnkeres ha crecido, situando a sus principales consumidores fuera de las élites. Hubo un tiempo en que leíamos titulares sobre la industria de los búnkeres acompañados de la palabra "ultrarrico" o "millonario", pero lo cierto es que la demanda también se ha incrementado entre las clases medias y, por ello, los precios han bajado. Un artículo publicado en el periódico The Times asegura que en los últimos meses, al calor de las pasadas elecciones que trajeron de vuelta a Donald Trump a la Casa Blanca, el precio de oferta de búnkeres ha bajado hasta los 35.000 dólares (alrededor de 33.300 euros), lo que convierte a estas infraestructuras críticas en un bien con un valor adquisitivo similar al de un automóvil de última generación.

"Esta 'lógica del búnker' refleja el compromiso patriótico de los estadounidenses, basado en aislarse de los demás en tiempos de crisis"

El miedo a un conflicto armado se apodera del país y las empresas de búnkeres hacen el agosto. La más reconocida, Vivos, que ofertaba este tipo de viviendas subterráneas a los más ricos, ahora también lo hace para familias enteras. Según algunas informaciones, la firma ha rehabilitado un total de 570 búnkeres militares que se usaron como depósitos de armas en los años 60 y en los que caben más de 5.000 personas, costando cada uno de ellos entre los 20.000 y los 200.000 dólares. De forma paralela, hay un montón de grupos de preppers, tanto amateurs como profesionales, que sin tampoco diferenciarse mucho de lo que aquí en España hemos considerado como boy scouts de toda la vida, organizan a personas de todas las edades para instruirlas en las labores de supervivencia en la profundidad de los bosques.

La lógica del búnker

"Ser prepper te previene de comerte a tu vecino". Esta declaración tan llamativa y radical fue formulada por Chris Turpin, director de una asociación de preppers estadounidenses, en una entrevista de su podcast personal. Más allá de los datos comerciales, merece la pena reflexionar sobre la sociología estadounidense y cómo este discurso ha impregnado en todas las capas de la sociedad, de las más humildes a las más altas. En parte, porque más allá de las circunstancias catastróficas que han vivido sus ciudadanos en los últimos años (que no han sido pocas), el espíritu prepper estaba afincado en la sensibilidad social mucho antes de la pandemia o de que sus máximas se pusieran tan de moda.

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Esto es lo que se preguntan, precisamente, Robert Kirsch y Emily Ray, dos politógos norteamericanos, quienes recientemente han publicado un libro titulado Be prepared: Doomdsay Prepping in the United States (2024). "El mundo del prepper ha sido parte del ethos estadounidense mucho antes del neoliberalismo e incluso antes de nuestras cadenas de suministro contemporáneas", aseveran en un reciente artículo publicado en la revista Aeon. "Los etadounidenses han sido instados y entrenados para prepararse desde niños a través de las organizaciones de scouts, como colonos tras asignarles una parcela de tierra con la que debían 'domesticar' el Oeste, o como ciudadanos firmes y patrióticos ante un ataque nuclear". En resumen, la cultura del preparacionismo ha estado presente en la educación formal e informal de los norteamericanos toda la vida.

Los politólogos van más allá, llegando a la conclusión de que la vida cotidiana bajo este régimen neoliberal tan duro conduce a una especie de "bunkerización" del ciudadano medio. "La lógica del búnker", según Kirsch y Ray, "determina cómo los estadounidenses se relacionan entre sí o con el Estado, y cómo construyen sus vidas domésticas bajo los preceptos del aislamiento individual, la preparación y el consumo inteligente". De hecho, no lo ven como un fenómeno puntual o propio del contexto actual, sino como un "ejemplo de la sociedad de consumo dentro de la corriente dominante que ve la seguridad como un asunto privado y familiar". No en vano, en las películas apocalípticas abundan los argumentos en los que un padre de familia debe salvar a su familia, y ya de paso al resto del país, lo que contrasta con otras distopías europeas, como la belleza existencial de la cinematografía de Tarkovsky, tan contraria en contenido y forma a las ficciones de la factoría de Hollywood.

"Los preppers son una condición de vida en el cascarón hueco de un Estado que ya no considera que su infraestructura sea estable"

"Esta orientación bunkerizada refleja el compromiso patriótico de los estadounidenses, que paradójicamente se basa en aislarse de los demás en tiempos de crisis", recalcan Kirsch y Ray. "Los colonos blancos cristianos y patrióticos del norte de Idaho coexisten con los preppers suburbanos de Utah y con los ricos capitalistas con helicópteros listos para evacuar en ese mundo bunkerizado. Estos tienen múltiples orientaciones psicológicas, ideologías políticas o visiones del mundo, pero la misma motivación común: la bunkerización".

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Kirsch y Ray se muestran tajantes. "Ser estadounidense a menudo significa comprender que, en situaciones de calamidad, debemos hacer todo lo que podamos para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias", sostienen. "Más de 10 millones de ciudadanos tienen sistemas de videovigilancia en casa, acumulan armas de fuego y tienen contratados servicios de seguridad privados. Todo ello son manifestaciones de una sociedad bunkerizada". Los preppers no son ninguna subcultura al uso, son por tanto una "condición de vida en el cascarón hueco de un Estado que ya no considera que su infraestructura sea estable y las necesidades básicas sean satisfechas, sino como un bien que uno debe proveerse a sí mismo a través de las elecciones de consumo". La tierra de la libertad también lo es de la seguridad privada, a veces hasta niveles paranoicos. Y, en ese sentido, los americanos nos llevan años de ventaja.

Más de 20 millones de estadounidenses se están preparando actualmente para un desastre del tipo que sea. Algunas encuestas recientes, de hecho, cifran que la cultura prepper ha impregnado tanto en la sociedad que alrededor de un 51% de los ciudadanos de Estados Unidos están realmente preocupados por mantenerse a salvo ante una catástrofe. El último suceso que ha avivado la necesidad de encontrar un refugio seguro ante cualquier evento catastrófico fue el huracán Milton.

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