Que significa darle vueltas a un comentario que has hecho, según la psicología

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El acto de analizar constantemente un comentario que hemos hecho y cuestionarnos si pudo haber molestado a alguien es una experiencia común para muchas personas, especialmente aquellas con tendencia al perfeccionismo. Este hábito de dar vueltas a lo dicho puede convertirse en un bucle mental de dudas y ansiedad que afecta al bienestar emocional.

La psicóloga Alejandra de Pedro explica que este comportamiento está profundamente vinculado a la ansiedad social y al perfeccionismo. “Hay un tipo de ansiedad muy frecuente en personas perfeccionistas, que es esto de aplicar el perfeccionismo también a las relaciones sociales”, comenta en uno de sus vídeos de TikTok. Estas personas tienden a repasar todas sus interacciones tras una reunión o una charla, preguntándose: “¿Habré sido demasiado intenso? ¿Le habrá sentado mal esto que le dije?”.

La disonancia cognitiva y su impacto emocional

Este ciclo de pensamientos, según De Pedro, está relacionado con un concepto conocido como disonancia cognitiva. Este fenómeno ocurre cuando hay un choque entre nuestra autoimagen, que nos presenta como personas buenas, y la posibilidad de haber causado algún daño, aunque sea involuntario. “Cada vez que te pones a repasar esos errores, lo que buscas es reducir tu disonancia cognitiva”, explica la psicóloga, refiriéndose a esa necesidad de confirmar que no hemos actuado mal para aliviar el malestar interno.

Sin embargo, este comportamiento de comprobación no soluciona el problema. Al contrario, perpetúa la ansiedad al evitar que enfrentemos el miedo real: aceptar que podemos haber cometido un error. “El verdadero trabajo empieza cuando eres capaz de aceptar esa sombra y de sostener que no eres perfecto”, asegura la psicóloga, haciendo referencia al concepto de “la sombra”, desarrollado por Carl Jung.

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El psicoanalista suizo Carl Jung definió “la sombra” como esa parte de nosotros mismos que preferimos reprimir porque no encaja con la imagen ideal que queremos proyectar. No se trata de defectos menores como ser despistado, sino de rasgos más profundos como la soberbia, el egoísmo o la envidia. Reconocer y aceptar esta parte de nuestra personalidad es crucial para dejar de castigarnos por cada pequeño fallo.

“No se trata de volver atrás en el tiempo para arreglar ese daño, sino simplemente de tenerlo en cuenta para la próxima vez y tratar de no cometer los mismos errores”, explica De Pedro. Este enfoque no busca la perfección, sino la aceptación de nuestra humanidad y el aprendizaje constante.

Para romper este ciclo de comprobación y dudas, los expertos recomiendan estrategias como la reflexión consciente, que permita observar nuestras emociones sin juzgarlas, y el aprendizaje de herramientas de regulación emocional. Además, comprender que el error forma parte de la condición humana puede ser liberador. Reconocer que no siempre caeremos bien a todos y que nuestros fallos no nos definen como personas es un paso importante hacia la paz mental. Como concluye De Pedro, “la vida sigue y las personas que más te quieren te conocen con tu sombra”.