La 'Nostradamus' japonesa que vio llorar a la Virgen 100 veces auguró “un castigo peor que el Diluvio”

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A lo largo de la historia, no solo el célebre Nostradamus ha captado la atención mundial con sus profecías. En diferentes épocas y lugares, han surgido videntes y místicos que, a través de visiones y mensajes, han augurado grandes males y advertencias para la humanidad. Desde Europa hasta Asia, estas figuras han dejado un legado de predicciones que combinan elementos espirituales y apocalípticos, convirtiéndose en referentes en momentos de incertidumbre.

Este es el caso de Agnes Katsuko Sasagawa, conocida como la “Nostradamus japonesa”, que se convirtió en una figura de referencia en el ámbito de las profecías debido a las visiones marianas que afirmó haber recibido en 1973. Sus mensajes, vinculados a la advocación de Nuestra Señora de Akita, han sido considerados advertencias apocalípticas para la humanidad, resaltando la necesidad de la oración y el arrepentimiento.

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Nacida en 1930 en una familia budista, la vida de Agnes estuvo marcada por serios problemas de salud desde su nacimiento, a causa de ser un bebé prematuro. Tras una operación fallida de apéndice a los 19 años, sufrió parálisis durante 16 años. En este tiempo, conoció a una enfermera cristiana. Bajo sus cuidados, y con agua de Lourdes, Agnes volvió a caminar.

Este milagro la inspiró a abrazar la fe católica, momento que transformó su vida espiritual. Tras ser bautizada, ingresó en la comunidad religiosa de las Siervas de la Sagrada Eucaristía y, desde el convento de Akita, aseguró haber sido testigo de fenómenos sobrenaturales que trascendieron fronteras.

Las visiones y mensajes en Akita

Los hechos comenzaron el 12 de junio de 1973, cuando Agnes afirmó haber visto rayos luminosos que salían del sagrario del convento. Pocos días después, una herida en forma de cruz apareció en su mano, provocándole un intenso dolor. El 6 de julio del mismo año, mientras rezaba frente a una estatua de la Virgen María, escuchó una voz procedente de la imagen que le pidió orar en reparación por los pecados de la humanidad.

Según Agnes, la Virgen le transmitió varios mensajes preocupantes que advertían sobre un gran castigo divino si el mundo no cambiaba su rumbo. La estatua mariana también fue testigo de eventos inexplicables, como la aparición de lágrimas en 101 ocasiones entre 1975 y 1981, un fenómeno que llegó a ser grabado por la televisión japonesa.

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Un castigo mayor que el Diluvio Universal

Su visión más preocupante fue la última, y en ella la Virgen la advertía de un terrible castigo que acontecerá a la humanidad si estos no se arrepienten y mejoran. “Como os he dicho, si los hombres no se arrepienten y no se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el Diluvio, como nunca se ha visto. El fuego caerá del cielo y barrerá a la mayor parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin perdonar ni a los sacerdotes ni a los fieles.

”Los supervivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el Rosario y la Señal dejada por Mi Hijo. Rezad todos los días las oraciones del Rosario. Con el Rosario, rezad por el Papa, los obispos y los sacerdotes”, terminaba su visión.

La profecía más oscura de Agnes Katsuko aún no se ha cumplido

Reconocimiento y controversia

Tras años de investigaciones, el obispo de Niigata, John Shojiro Ito, declaró en 1984 que los acontecimientos de Akita tenían un origen sobrenatural y autorizó la veneración de Nuestra Señora de Akita en su diócesis. Aunque el Vaticano no ha emitido aún un juicio definitivo, figuras clave como el cardenal Joseph Ratzinger, quien luego se convirtió en el Papa Benedicto XVI, respaldaron la autenticidad de los mensajes.

A lo largo de su vida, Agnes Katsuko permaneció fiel a su testimonio, dedicando su existencia a la oración y la penitencia. Falleció el 15 de agosto de 2024, en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, dejando un legado que sigue siendo objeto de fervor y debate entre creyentes y escépticos.