¿Quién fue el primero que decidió poner un árbol decorado en su salón por Navidad? El origen de la tradición
¿Alguna vez te has parado a pensar en por qué cada Navidad sacas las cajas con adornos del trastero y montas el árbol? ¿Por qué lo llenas de bolas y luces?
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Son las seis de la tarde, quedan unos 20 días para Navidad y todavía no has puesto el árbol en el salón de casa. Ha llegado el momento, desempolvas los adornos que el año pasado guardaste en una caja en el trastero y sacas de una bolsa un par más que has comprado nuevos este año, para añadirle algo distinto a este objeto que espera con ansia la llegada de Papá Noel.
Esta escena la protagonizan millones de personas cada año en diferentes partes del mundo, pero... ¿Por qué? ¿Desde cuándo colocar un abeto de plástico es una tradición y cómo ha llegado a ser tan popular en tantos países, muy distintos entre sí?
Aunque poner el árbol es muy 'instagrameable' y mientras lo haces queda fenomenal grabar un vídeo en el que aparezcas compartiendo este momento junto a tus seres queridos (también las ciudades se llenan de árboles de luces junto a los cuales te puedes sacar tus fotos más navideñas); esta tradición existe desde hace muchos años, mucho antes de que existieran los teléfonos móviles e internet.
@moda.justcoco Montando el árbol juntos 🎄 #fyp #foryou #parati #christmas #navidad #montandoelarbol ♬ Rockin' Around The Christmas Tree - Brenda Lee
La tradición de poner el árbol de Navidad tiene raíces profundas en diversas culturas y épocas, es por eso que es tan complicado dar con un origen lineal que explique que este elemento navideño sea popular en tantas partes del mundo.
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En la antigüedad, los celtas de Europa adornaban sus templos con ramas verdes para simbolizar la vida eterna, mientras que los romanos decoraban sus casas, también sus templos, con ramas de hoja perenne durante el festival de Saturnalia, que celebraba al dios Saturno (dios de la agricultura) con regalos y festines.
Las historias más extendidas
El origen del abeto como símbolo de la Navidad es bastante incierto, a la vez que multicultural; pero existe una historia más extendida que el resto: la que tiene como protagonista a San Bonifacio de Maguncia, el santo que evangelizó a los pueblos germanos.
San Bonifacio era conocido como el 'apóstol de los germanos' por haber actuado como uno de los principales evangelizadores de las tribus germánicas del norte de Europa durante el siglo VIII. Este hombre fue un monje y misionero inglés nacido alrededor del año 675 con el nombre de Winfrido; que más tarde fue ordenado sacerdote benedictino y enviado por el Papa Gregorio II a predicar el cristianismo en los territorios paganos de lo que hoy conocemos como Alemania y los Países Bajos.
¿Por qué se dice que San Bonifacio es uno de los "impulsores" del árbol de Navidad? Por un relato legendario que, aunque no se puede demostrar como cierto, ha pasado a la cultura popular de generación en generación.
El roble destruyó todo a su alrededor, excepto un pequeño abeto que permaneció intacto
Se dice que durante una de sus misiones en tierras germánicas, San Bonifacio llegó a una aldea donde los habitantes veneraban un gran roble, conocido como el 'árbol de Thor', el Dios del trueno y de la fuerza en la mitología nórdica y germánica, considerado sagrado por las tribus paganas. Para demostrar que el dios Thor no tenía poder real, Bonifacio derribó el árbol con un hacha. Según la tradición, al caer, el roble destruyó todo a su alrededor, excepto un pequeño abeto que permaneció intacto. Bonifacio interpretó este suceso como un símbolo del cristianismo, explicando que el abeto, siempre verde, representaba la eternidad y el amor de Dios. A partir de este momento, el abeto se asoció con las celebraciones cristianas, y su forma triangular fue vista como un símbolo de la Santísima Trinidad.
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De esta leyenda, existen diferentes versiones. Otra de ellas cuenta que el misionero se encontró en la aldea de Geismar a un grupo de paganos preparando un sacrificio junto a un roble dedicado al Dios Thor. Al descubrir esta celebración pagana, intentó cortar el árbol con un hacha para que cesase, pero no consiguió romperlo; así que lo proclamó como 'árbol sagrado' y se convirtió en el 'árbol de la Navidad'.
Esta última versión se ha extendido también con una variante que cuenta que el árbol sí que se cayó y allí creció un abeto, que fue el que el misionero consagró.
¿Y los adornos?
Un árbol de Navidad sin adornos es simplemente un abeto. Montar el árbol y no llenarlo de bolas y luces no tiene sentido, estaría incompleto; y el culpable de ello es el teólogo alemán y líder de la Reforma protestante Martín Lutero.
La relación entre Martín Lutero y el árbol de Navidad está vinculada a una tradición más reciente y legendaria que se popularizó en la Alemania protestante. Aunque no existen pruebas históricas sólidas de que Lutero haya sido el primer en decorar un árbol de Navidad, la historia asociada a él ha influido en la evolución de esta costumbre.
Según la tradición, Martín Lutero caminaba una noche de invierno cerca de un bosque, y al mirar hacia el cielo se quedó impresionado por la belleza de las estrellas que brillaban a través de las ramas de los árboles. Inspirado por esta visión, decidió llevar un abeto a su casa y decorarlo con velas para recrear ese efecto celestial y poder compartir esa imagen con su familia.
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Como ocurre con tantas historias antiguas que han llegado hasta nuestros días, es muy complicado confirmar que esto se produjese tal cual; pero lo que sí es seguro es que decorar el árbol de Navidad con velas se popularizó en Alemania, y más tarde se extendió a otras culturas.
Así llegó a España
Para hablar de los orígenes del árbol de Navidad hay que irse varios siglos atrás, pero su llegada a España es bastante reciente; sobre todo en comparación con otros países europeos.
A España esta tradición no llegaría hasta el año 1870 y fue una princesa rusa la primera en colocar un árbol de Navidad. Lo hizo en una calle de Madrid
Según cuenta la historiadora María José Rubio a National Geographic, a España esta tradición no llegaría hasta el año 1870 y fue una princesa rusa la primera en colocar un árbol de Navidad. Lo hizo en una calle de Madrid.
La hija legítima del Zar de Rusia, Sofía Trubetskoy, casada con un noble español, lo puso en la calle Alcalá, cerca de la Plaza de Cibeles. No obstante, tardó muchos años en popularizarse entre la sociedad española; no lo hizo hasta bien entrado el siglo XX. Durante las primeras décadas, esta costumbre estuvo más limitada a las clases altas y urbanas que tenían acceso a influencias extranjeras. Fue tras la guerra civil española y, especialmente, en los años 50 y 60, cuando el árbol comenzó a extenderse al resto de la sociedad.
Este auge coincidió con la llegada de nuevos medios de comunicación y la apertura cultural, que permitieron que costumbres internacionales se mezclaran con las tradiciones locales. En ese periodo, la influencia de países como Estados Unidos, donde el árbol de Navidad ya era un símbolo icónico, también jugó un papel importante en su expansión.
Es más, a día de hoy el árbol de Navidad está tan dentro de nuestra cultura que ha conseguido, en muchas ocasiones, sustituir a otras tradiciones profundamente arraigadas como el Belén, que ya no es tan popular; aunque muchas familias combinan ambas decoraciones en sus hogares.
Son las seis de la tarde, quedan unos 20 días para Navidad y todavía no has puesto el árbol en el salón de casa. Ha llegado el momento, desempolvas los adornos que el año pasado guardaste en una caja en el trastero y sacas de una bolsa un par más que has comprado nuevos este año, para añadirle algo distinto a este objeto que espera con ansia la llegada de Papá Noel.