¿Qué es el síndrome de la sirenita? La peligrosa tendencia que genera dependencia en las parejas
Las dinámicas de pareja son un reflejo de cómo dos individuos equilibran amor, respeto y autonomía en su relación
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Las dinámicas de pareja pueden manifestarse de maneras muy diversas, oscilando entre lo positivo y lo negativo. En las relaciones saludables, ambos miembros encuentran un espacio para crecer juntos, respetando sus individualidades mientras fortalecen su vínculo a través del apoyo y la comunicación. Sin embargo, cuando estas dinámicas se tornan tóxicas, pueden generar sufrimiento en uno o ambos integrantes, especialmente si se desarrollan patrones de dependencia, control o anulación de la identidad personal.
Este es el caso del llamado síndrome de la sirenita, una tendencia cada vez más visible en las dinámicas de pareja. Este concepto, basado en la historia de Ariel, la protagonista de la película de Disney, describe una peligrosa dependencia emocional que lleva a las personas a ceder su autonomía, identidad y poder personal en favor de su relación sentimental.
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Así lo explica Rocío Barrios, médica cirujana y especialista en psiquiatría, en una entrevista en el programa de radio Salud y Algo Más, de W Radio. El síndrome de la sirenita se da cuando una persona “entrega su voz” o renuncia a aspectos esenciales de su independencia para satisfacer las necesidades, expectativas o deseos de su pareja.
Barrios explica que este comportamiento implica “donar la capacidad de decidir, de tener criterio y de ser autosuficiente a cambio de un imaginario ideal del amor”. Este fenómeno puede originarse en experiencias previas, como entornos de autoridad rígida o miedo al rechazo, que perpetúan patrones de sumisión en las relaciones.
¿Qué caracteriza al síndrome de la sirenita?
El síndrome no se limita a comportamientos ocasionales, sino que se manifiesta cuando una persona depende emocionalmente de su pareja al punto de perder su equilibrio interno. Barrios añade: “Cuando uno se excede en entregar, no permite recibir, lo que genera un desbalance emocional”. Este tipo de dependencia no solo afecta la autoestima, sino que puede influir en la salud mental y la estabilidad de las relaciones.
Un ejemplo cotidiano de esta conducta puede verse en decisiones aparentemente triviales, como cambiar el estilo de vestir o los hábitos personales para complacer a la pareja. Sin embargo, esta dinámica trasciende lo superficial y puede extenderse a renuncias significativas, como abandonar metas profesionales o intereses personales. Según la experta, este comportamiento es impulsado por una figura interna de autorregulación crítica, simbolizada en el mito por el personaje de Úrsula, viviendo dentro de uno, que fomenta la autonegación y la dependencia.
Cómo prevenir y superar esta dependencia
Superar el síndrome de la sirenita requiere un trabajo consciente de autoconocimiento y autoafirmación. Barrios sugiere ejercicios como elaborar una lista de capacidades personales para fortalecer la voz interna que protege la identidad de cada individuo. Además, destaca la importancia de desarrollar relaciones equilibradas en las que ambas partes respeten la autonomía y los límites del otro.
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También resulta fundamental identificar las señales de alerta en el comportamiento propio o de la pareja. Si la relación está marcada por una renuncia excesiva o un desequilibrio en la reciprocidad emocional, puede ser necesario buscar apoyo profesional para abordar estas dinámicas.
El equilibrio como clave en las relaciones
El síndrome de la sirenita pone en evidencia la importancia de mantener la individualidad dentro de las relaciones de pareja. Los especialistas subrayan que el amor saludable se basa en el respeto mutuo, la igualdad y la capacidad de cada persona para mantener su propia identidad. Escuchar la voz interna y fortalecer la autonomía son pasos esenciales para evitar caer en esta tendencia emocionalmente dañina.
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Las dinámicas de pareja pueden manifestarse de maneras muy diversas, oscilando entre lo positivo y lo negativo. En las relaciones saludables, ambos miembros encuentran un espacio para crecer juntos, respetando sus individualidades mientras fortalecen su vínculo a través del apoyo y la comunicación. Sin embargo, cuando estas dinámicas se tornan tóxicas, pueden generar sufrimiento en uno o ambos integrantes, especialmente si se desarrollan patrones de dependencia, control o anulación de la identidad personal.