Los locales para echarse la siesta en Madrid se vuelven virales, pero nada es lo que parece
Dormir un rato en mitad de la jornada laboral ya es posible: los locales para descansar triunfan gracias a las redes, pero pocos pueden permitirse este lujo en una ciudad tan ajetreada como Madrid
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"Fiesta" y "siesta" son dos palabras que sonarían igual si no fuera por una consonante. Es un hecho que a los españoles nos encantan las dos. Otra similitud entre ambas es que para la mayoría de los mortales resultan un pecado cotidiano al que uno solo se puede rendir los fines de semana. Y la principal diferencia entre salir de fiesta o quedarse dormido después de un suculento y copioso condumio radica en que una actividad cuesta dinero (a veces, demasiado), y la otra es completamente gratis. Entonces, si tanto nos gusta la siesta... ¿por qué las ciudades están llenas de discotecas y no de locales donde poder 'dormir la mona' sin sonrojo ni discrección?
Los más somnolientos a esas horas infernales (de tres a cinco de la tarde) matarían por una cama cómoda en un espacio silencioso y agradable. En Madrid es posible. Por un módico precio, puedes cerrar los ojines unos minutos y dejar a un lado los quehaceres diarios para obtener un descanso momentáneo y reparador. En Siesta & Go, un negocio reflotado por Reinaldo Pinedo después de que sus antiguos dueños quebraran, cualquier trabajador o turista puede descansar todo el tiempo que desee. "Estamos a tope, casi llenos", afirma, en una conversación telefónica con este diario. "No sé muy bien qué ha pasado, pero estamos en un boom".
Pinedo sí que sabe lo que ha pasado. Una influencer llamada Bárbara Gant ha puesto de moda su negocio. Y sin avisarle. "Acabo de descubrir un nuevo sitio en Madrid para dormir la siesta", asegura la creadora de contenido, llevándose las manos a la boca en una clara sobreactuación. "Os juro que estoy flipando, no sabía que existía esto en Madrid". Sí, Bárbara, concretamente en Nuevos Ministerios, el centro financiero de la ciudad. ¿Dónde mejor, si no? El aeropuerto y la estación de trenes de Chamartín están muy cerca, así como los edificios de oficinas en los que trabajadores de cuello blanco someten sus cuerpos a largas jornadas de trabajo. ¿Quién no querría echarse una pequeña siesta en mitad de ese entorno tan laborioso, paradigma metropolitano de las prisas y el dinero?
Solo un 3% de los clientes realmente usan estas dependencias para echarse un ratito a descansar de su jornada laboral
El impacto del vídeo de la influencer se hizo notar tanto dentro como fuera de la red. Cuando decidimos aproximarnos al otro local de Siesta & Go situado muy próximo a la estación de Atocha (otro punto neurálgico del cansancio metropolitano), una cola de clientes internacionales que, suponemos, ansían descansar tras un viaje largo abarrota el hall de entrada. Nos atiende una amable mujer a la que rápidamente corta una llamada. Se trata de otro influencer que quiere ir a grabar dentro del establecimiento. Ella le despacha alegando que primero debe hablarlo con su jefe, Pinedo, ya que como él mismo nos cuenta por teléfono, la autora del vídeo viral que ha provocado un boom de su negocio en redes no enlazó ni siquiera a la web de Siesta & Go. Llegó, encendió la cámara frontal del móvil, grabó y se fue del local. Así de vertiginosas van las redes y estas son las repercusiones en el mundo real.
Y, como sucede frecuentemente en las redes sociales, nada es lo que parece: ni es un modelo de negocio nuevo ni tampoco acude mucha gente a echarse la siesta. Pinedo nos informa que solo un 3% de los clientes mensuales realmente usan estas dependencias para echarse un ratito a descansar de su jornada laboral. "Si yo de verdad viviera de las siestas de los demás, me habría ido a la quiebra como sus anteriores dueños", explica. Siesta & Go floreció en 2017 a partir de las reseñas de varias revistas de tendencias, pero luego fracasó debido a la enorme dificultad que entraña gestionar el aspecto material, humano y financiero de un servicio así.
El alma emprendedora de Reinaldo Pinedo
Pinedo vino desde su Venezuela natal a España justo ese mismo año. "No tenía ni permiso de trabajo", relata. "Empecé trabajando para una multinacional y en mis ratos libres, en paralelo, fui diseñando el negocio. El primer local lo adquirí hace tres años, nada más terminó la pandemia. La empresa había quebrado por problemas relacionados con la limpieza y tenía muy malas reseñas en Google. Entonces, decidí reflotarlo. Soy ingeniero informático, por lo que apliqué mis conocimientos tecnológicos a la hora de rediseñar el espacio". El hándicap era el mismo que hizo naufragar a su anterior dueña: cómo garantizas que un espacio tan íntimo como una cama pueda estar higienizado varias veces al día.
"A veces vienen hombres trajeados a echarse una cabezada. Dejan su traje, duermen tres horas y vuelven a su puesto"
"Lo que hice fue optimizar el servicio de limpieza", explica el empresario. "Ellos ganan más dinero a través de incentivos si trabajan más. Yo sé lo que es estar currando a destajo por poco dinero, y por eso me esfuerzo en formarlos y encomendarles a que si realizan bien su trabajo o hacen una cama más de las que les corresponde, luego habrá una recompensa. Yo gano más dinero y ellos también", defiende.
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El precio cambia dependiendo de la época del año o la temporada turística. Al ser un negocio que funciona más como un hostal que como un lugar donde poder dormitar unos minutos (renunciando a lo que promete el nombre), la rentabilidad y el beneficio generados dependen más del flujo de turistas que de los trabajadores. Eso sí, la atención promete ser mucho más ágil y cómoda. Se puede reservar una cama o una habitación por el propio WhatsApp de la compañía y el check-in está abierto desde las nueve de la mañana a la una de la madrugada.
Los dos locales tienen capacidad para alojar a cerca de 80 personas por día (hay 50 plazas en el de Nuevos Ministerios y 28 en el de Atocha), pero Pinedo avisa de que el establecimiento puede alquilarse por partes en caso de ir en grupo. "Una vez vinieron un montón de estudiantes y alquilaron una habitación para ellos solos durante cinco días", admite. Siesta & Go puede servir también para asuntos tan insignificantes pero necesarios y gratificantes como darse una ducha. De hecho, uno de sus clientes habituales va solo a eso. "Todos los martes viene a ducharse antes de ir a trabajar y se marcha", asegura Pinedo. "Hay gente que no sabe que nuestros servicios también están para eso; no tienes que alquilar una habitación de hotel solo para dos horas".
Por qué nunca pagaremos para echarnos la siesta
El empresario afronta el futuro con optimismo y entusiasmo, aunque echarse una buena siesta un día de diario en una capital tan agitada como Madrid seguirá siendo bastante improbable. En primer lugar, por las connotaciones culturales que tiene esta actividad en nuestra cultura. Aquellos que más la necesitan y desean, los trabajadores, jamás podrían obtenerla aunque su propio jefe les diera permiso. ¿Qué pasaría si de pronto alquilas una habitación para descansar un rato y no te puedes dormir debido a la ansiedad del día a día? Si el insomnio es uno de los mayores males de nuestra época no es precisamente porque la gente esté descansada y no tenga sueño, sino más bien al contrario; como pensaba Byung-Chul Han, vivimos en una sociedad de rendimiento absoluto.
"A veces vienen hombres trajeados a echarse una cabezada para luego seguir trabajando", concluye Pinedo. "Dejan su traje, duermen tres horas y vuelven a su puesto". Esto es lo más cercano a una siesta en Siesta & Go. "Si yo viviera de las siestas, no habría dinero para pagar el alquiler o a los empleados", reitera el empresario. Tampoco tiempo material para hacer y deshacer tantas camas en tiempo récord. En cualquier caso, siempre habrá algún dormilón que se exceda más de lo permitido y que le coja el gusto. Pero estamos muy lejos de concebir un mundo utópico en el que ese derecho a la pereza manifiesto y reconocido sea una realidad para una población hiperestimulada y agobiada de antemano.
"Fiesta" y "siesta" son dos palabras que sonarían igual si no fuera por una consonante. Es un hecho que a los españoles nos encantan las dos. Otra similitud entre ambas es que para la mayoría de los mortales resultan un pecado cotidiano al que uno solo se puede rendir los fines de semana. Y la principal diferencia entre salir de fiesta o quedarse dormido después de un suculento y copioso condumio radica en que una actividad cuesta dinero (a veces, demasiado), y la otra es completamente gratis. Entonces, si tanto nos gusta la siesta... ¿por qué las ciudades están llenas de discotecas y no de locales donde poder 'dormir la mona' sin sonrojo ni discrección?