Una neurocientífica explica por qué hay personas que sufren más el rechazo que otras
Ya sea en el ámbito social, laboral o el amor, genera una sensación de exclusión que puede influir negativamente en el bienestar psicológico y la imagen de uno mismo
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Sentirse rechazado es una experiencia emocional universal que puede afectar profundamente a la autoestima de las personas. Ya sea en el ámbito social, laboral o el amor, genera una sensación de exclusión que puede influir negativamente en el bienestar psicológico y la imagen de uno mismo. Pero, ¿por qué unas personas viven el rechazo con más intensidad que otras? La neurocientífica Rachel Barr ha respondido a esta pregunta explicando el complejo proceso que se produce a nivel cerebral cuando nos dicen que no a una segunda cita o no te sientes integrado en un grupo social.
Según su análisis, el cerebro utiliza un mecanismo de predicción y ajuste para procesar la realidad, pero no todos responden de la misma manera ante las discrepancias entre sus expectativas y lo que realmente ocurre.
Qué ocurre en tu cerebro cuando te rechazan
"Tu cerebro procesa la realidad momento a momento haciendo predicciones en lugar de procesar absolutamente todo lo que está pasando, procesa un poco de ella y luego rellena las lagunas con datos recogidos previamente o, a veces, con conjeturas descabelladas", explica. Por tanto, si estas expectativas no coinciden con la realidad, se activan “señales de error de predicción” que ajustan el modelo mental del individuo.
Por ejemplo, si un chiste no es bien recibido o una invitación a una cita es rechazada, el cerebro interpreta estas situaciones como una “violación de las expectativas frente a la realidad”, lo que puede influir en la autoestima.
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Según Rachel Barr, el proceso emocional relacionado con el rechazo social involucra tres regiones del cerebro. La corteza prefrontal media, encargada del autoconcepto y la autoestima, actúa junto con la corteza cingulada anterior, que identifica desajustes, y la ínsula, responsable de generar incomodidad cuando se detecta un conflicto.
“Si hay más actividad en la ínsula, ese rechazo será subjetivamente más grande”, explica la neurocientífica, señalando que esto es más común en personas con baja autoestima. Además, la intensidad de las señales entre estas regiones puede amplificar el impacto del rechazo. “La predisposición del cerebro para gestionar estos errores de predicción sociales influye en el grado de afectación de la autoestima”, afirma.
A pesar de estas diferencias, Barr ofrece una visión positiva: “No es un hecho irrefutable y puedes guiar suavemente a tu cerebro para que trate esos errores de predicción de una forma más amable”. Según la neurocientífica, trabajar en la gestión de expectativas y en cómo se interpretan los eventos sociales puede reducir el impacto emocional del rechazo.
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Sentirse rechazado es una experiencia emocional universal que puede afectar profundamente a la autoestima de las personas. Ya sea en el ámbito social, laboral o el amor, genera una sensación de exclusión que puede influir negativamente en el bienestar psicológico y la imagen de uno mismo. Pero, ¿por qué unas personas viven el rechazo con más intensidad que otras? La neurocientífica Rachel Barr ha respondido a esta pregunta explicando el complejo proceso que se produce a nivel cerebral cuando nos dicen que no a una segunda cita o no te sientes integrado en un grupo social.