Las 'piedrecitas' de las vías del tren no están para rellenar: estas son sus funciones
Si alguna vez en uno de tus viajes te has preguntado para qué sirven esas pequeñas rojas entre los travesaños de las vías, aquí está la respuesta
Seguramente en alguna ocasión te hayas preguntado por qué las vías de tren están colocadas sobre un lecho de piedras. A simple vista, podríamos pensar que parecen tener una función ornamental, pero en ese caso el paisaje ferroviario quedaría más "elegante" que fuera de césped, como sucede en algunos tranvías. Lo cierto es que todo ese conjunto de piedras se conoce como el balasto o balastro, una palabra que proviene del inglés ("ballast", que significa "lastre"), y que ya nos da pistas sobre la función que cumplen de cara a asegurar el viaje en tren.
No es casualidad que el origen de la palabra sea inglesa, ya que las primeras vías de acero del ferrocarril tal y como las conocemos hoy en día fueron patentadas en Reino Unido, y este fue el primer país en el que empezó a desarrollarse el invento que cambiaría el mundo y por el que la revolución industrial despegó tanto hasta el presente.
A los ingenieros de la época se les ocurrió la idea de que podían introducir un "elemento granular bajo las traviesas con el objetivo de repartir la carga de peso"
Habría que preguntarnos por cuestiones técnicas y geométricas para encontrar la utilidad del balasto. Cada uno de las vías por donde discurren los trenes debían homologarse en una serie de medidas concretas de separación entre ellas para que pasaran los trenes por encima sin accidentes. Entonces, a los técnicos de la época se les ocurrió colocar maderos para separar una vía de otra y que siempre hubiera la misma distancia entre ellas.
Diversas funciones
Sin embargo, como explican desde la web Más que ingeniería, al estar colocadas directamente sobre la plataforma se hundían en ellas debido a que las cargas transmitidas superaban la capacidad portante de dicha plataforma. En los terrenos arcillosos o de dudosa consistencia se producía con mayor intensidad este problema debido al peso de cargas cada vez mayores".
Entonces, a los ingenieros de la época se les ocurrió la idea de que podían introducir un "elemento granular bajo las traviesas con el objetivo de repartir las cargas sobre una mayor superficie". Pero esas piedras no podían ser de cualquier tamaño, debían de cumplir con unos requisitos mecánicos, de ahí que todo el balasto contiene piedras de entre 3 y 6 centímetros de diámetro y proceden de un machaqueo de cuarcitas, basaltos y granitos. De esta forma, "trabajan de manera conjunta por rozamiento, logrando repartir las cargas sobre su superficie y evitando que la plataforma vea superada su capacidad portante".
No solo se utiliza en las infraestructura ferroviaria, también para colocar estas piedras de base en pavimentos de distinto tipo, como por ejemplo debajo del adoquinado cuando el suelo es inestable o se hunde con poca presión. Además de la función de repartir la carga, en las vías férreas también amortiguan muy bien las vibraciones que genera el vagón al deslizarse sobre los raíles, aunque en trenes que alcanzan demasiada velocidad no se recomiendan por la posibilidad de que puedan salirse de su sitio e impactar en el vehículo. Ah, y no menos importante: las piedras drenan el agua hacia la tierra de una manera excepcional, de ahí que cuando llueve mucho y todo está inundado o de charcos, el tren se mantenga a flote.
Seguramente en alguna ocasión te hayas preguntado por qué las vías de tren están colocadas sobre un lecho de piedras. A simple vista, podríamos pensar que parecen tener una función ornamental, pero en ese caso el paisaje ferroviario quedaría más "elegante" que fuera de césped, como sucede en algunos tranvías. Lo cierto es que todo ese conjunto de piedras se conoce como el balasto o balastro, una palabra que proviene del inglés ("ballast", que significa "lastre"), y que ya nos da pistas sobre la función que cumplen de cara a asegurar el viaje en tren.
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