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Una china que vive en España reflexiona sobre el mal hábito de la educación española en matemáticas: "Impacta"
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GRAN DIFERENCIA CULTURAL

Una china que vive en España reflexiona sobre el mal hábito de la educación española en matemáticas: "Impacta"

La ‘tiktoker’ Lijia Cai, emprendedora china en España, reflexiona sobre cómo en su país los niños desarrollan habilidades matemáticas a través del ábaco, destacando la gran diferencia con el sistema educativo español

Foto: La 'tiktoker' china y un problema de matemáticas (Instagram: @lijia_cai/iStock)
La 'tiktoker' china y un problema de matemáticas (Instagram: @lijia_cai/iStock)

La calculadora, ese pequeño dispositivo que muchos consideran indispensable en su vida diaria, tiene un origen fascinante. Este aparato que nos permite realizar cálculos de forma rápida y sencilla fue una revolución tecnológica en su momento. Aunque la idea de una máquina para contar se remonta al siglo XVII, cuando el matemático alemán Wilhelm Schickard desarrolló la primera calculadora mecánica, la famosa Pascalina de Blaise Pascal en 1642 marcó el verdadero inicio de la era de las calculadoras modernas. Durante el siglo XX, con la llegada de las máquinas electrónicas, estos dispositivos fueron ganando popularidad, hasta convertirse en herramientas de uso común tanto en la oficina como en las aulas.

Sin embargo, mucho antes de la aparición de las calculadoras, existía otro instrumento de cálculo ampliamente utilizado: el ábaco. Su origen se sitúa en Asia, particularmente en China, donde comenzó a emplearse hace más de 4.000 años. Este sistema de cuentas deslizantes fue fundamental para las transacciones comerciales en épocas antiguas y, a pesar de la tecnología actual, sigue siendo valorado en muchas culturas. El ábaco es más que una simple herramienta matemática; es una forma de entrenar el cerebro para realizar cálculos mentales rápidos y precisos.

Foto: Dos calculadoras, misma operación, diferentes resultados (X: @SpellOdyssey)

En países como China, Japón y Singapur, el uso del ábaco es una parte fundamental de la educación matemática desde edades tempranas. En estos lugares, la enseñanza de las matemáticas está enfocada no solo en el resultado, sino en el proceso y la agilidad mental que conlleva realizar los cálculos. De este modo se fomenta el desarrollo de habilidades cognitivas más profundas a través del uso del ábaco, algo que contrasta con la enseñanza en muchos países occidentales, donde es común ver a niños resolver problemas matemáticos con la ayuda de una calculadora.

“Impacta cómo se usa la calculadora”

Lijia Cai, una emprendedora china que reside en España, ha compartido su perspectiva sobre el impacto que tiene la calculadora en la educación matemática occidental y la comparó con la que reciben en su país natal. “Los chinos somos buenos en matemáticas, en general”, aseguró en una entrevista al tiktoker Shun Lin.

Lijia, nacida en Wuhan, cuenta que el uso de calculadoras está restringido en las aulas de China, y que desde pequeños los niños se entrenan en matemáticas sin depender de estos dispositivos. “En China, en nuestra educación, no nos dejaban usar calculadora. Hacíamos todo de memoria o con lápiz”, reconoció, dando valor a que esto les ha ayudado a ser más ágiles mentalmente a la hora de resolver problemas matemáticos.

Durante una entrevista, Cai también señaló la diferencia que ha encontrado con la educación española. “Yo creo que la educación aquí es mucho de calculadora y esto me impacta”, se sinceró ante su interlocutor. Esto pone de manifiesto cómo esta diferencia le resulta llamativa y afecta al rendimiento en matemáticas entre los estudiantes chinos y los españoles.

La calculadora, ese pequeño dispositivo que muchos consideran indispensable en su vida diaria, tiene un origen fascinante. Este aparato que nos permite realizar cálculos de forma rápida y sencilla fue una revolución tecnológica en su momento. Aunque la idea de una máquina para contar se remonta al siglo XVII, cuando el matemático alemán Wilhelm Schickard desarrolló la primera calculadora mecánica, la famosa Pascalina de Blaise Pascal en 1642 marcó el verdadero inicio de la era de las calculadoras modernas. Durante el siglo XX, con la llegada de las máquinas electrónicas, estos dispositivos fueron ganando popularidad, hasta convertirse en herramientas de uso común tanto en la oficina como en las aulas.

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