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El truco definitivo para conseguir toallas suaves y sin olor a humedad: di adiós a la aspereza
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El truco definitivo para conseguir toallas suaves y sin olor a humedad: di adiós a la aspereza

Las toallas usadas durante mucho tiempo suelen volverse ásperas, rígidas y adquieren un desagradable olor a humedad que resulta difícil de eliminar

Foto: El truco definitivo para conseguir toallas suaves y sin olor a humedad: di adiós a la aspereza (Freepik)
El truco definitivo para conseguir toallas suaves y sin olor a humedad: di adiós a la aspereza (Freepik)

Las toallas que con el tiempo se vuelven rígidas y desprenden un desagradable olor a humedad pueden ser un verdadero dolor de cabeza. Esto se debe a la acumulación de detergentes, suavizantes y a los minerales del agua, especialmente en regiones con agua dura. Además, la proliferación de hongos y bacterias también contribuye a ese desagradable aroma que se impregna en los tejidos.

Para recuperar su suavidad y eliminar por completo ese tufo a humedad, existe un método eficaz, y casero, que te permitirá dejar las toallas como nuevas, esponjosas, suaves y con buen olor. El truco lo han compartido en un vídeo desde la cuenta de TikTok de (@renovandoconideas) y, aunque consta de varios pasos, vale la pena para conseguir una limpieza y desinfección profundas y un acabado muy suave.

Foto: Toallas baratas y sostenibles de Ikea mejor valoradas por sus clientes. (Cortesía)

Según el creador del vídeo, para devolver la suavidad y eliminar el mal olor de tus toallas necesitarás: vinagre de limpieza, detergente en polvo o líquido, percarbonato de sodio (que no es lo mismo que bicarbonato), una palangana o barreño, y agua tibia. Además, si tienes una secadora, para el último paso de este método de rehabilitación de toallas necesitarás 4 o 5 pelotas de tenis o bolas específicas para secadoras.

Recupera tus toallas viejas, paso a paso

Ten en cuenta que todo este proceso de tres pasos requiere paciencia y tiempo. El primer paso para que tus toallas queden como nuevas es sumergir las toallas en agua tibia, añadiendo una taza de vinagre de limpieza por cada 5 litros de agua. Este producto es un gran aliado para eliminar el exceso de detergentes y minerales acumulados en las fibras. Su poder descalcificante y desinfectante hace que las toallas recuperen su textura original y queden libres de residuos.

Tras una hora de remojo, es fundamental proceder al lavado a 40 grados centígrados de tus toallas en la lavadora, utilizando una pequeña cantidad de detergente en polvo o líquido y 30 gramos de percarbonato de sodio. Este componente es clave para eliminar los hongos y bacterias que generan el mal olor y que el vinagre no ha conseguido eliminar. A diferencia del bicarbonato, el percarbonato tiene una acción más potente que asegura una limpieza completa.

El secado correcto

Por último, toca el tercer y último paso. Una vez finalizado el lavado, hay que sacudir bien las toallas y secarlas a la sombra, asegurándote de girarlas cada dos horas para un secado uniforme. Este paso es esencial para evitar que queden rígidas y afianzar su suavidad.

Secarse con una toalla áspera es una experiencia incómoda que arruina la sensación de frescura tras la ducha

Si dispones de una secadora, es recomendable introducir 4 o 5 pelotas de tenis o bolas específicas para secadoras. Estas ayudan a mantener la esponjosidad y a evitar que las fibras se apelmacen. Además, es importante no secar en exceso, ya que esto puede devolver la rigidez a las toallas.

Consejos adicionales

Para mantener tus toallas en perfecto estado, evita usar grandes cantidades de detergente y limita el uso de suavizantes de telas, porque estos productos contribuyen a la acumulación de residuos en las fibras. Siguiendo este proceso de rehabilitación periódicamente, tus toallas se mantendrán siempre suaves, frescas y con su máxima capacidad de absorción.

Las toallas que con el tiempo se vuelven rígidas y desprenden un desagradable olor a humedad pueden ser un verdadero dolor de cabeza. Esto se debe a la acumulación de detergentes, suavizantes y a los minerales del agua, especialmente en regiones con agua dura. Además, la proliferación de hongos y bacterias también contribuye a ese desagradable aroma que se impregna en los tejidos.

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