Esta es la montaña que no deja de crecer nunca: la curiosidad del día
La ciencia nos permite apreciar y comprender estos procesos que, en última instancia, siguen modelando la Tierra tal como la conocemos
El Monte Everest, con sus imponentes 8.848,86 metros, ha sido durante décadas el pico más alto del mundo, un símbolo de majestuosidad y desafío para los alpinistas de todo el globo. Pero lo que muchos desconocen es que esta colosal montaña, lejos de ser estática, sigue creciendo. Esta fascinante realidad es consecuencia de la dinámica geológica que caracteriza a nuestro planeta, y es un proceso que, aunque imperceptible a simple vista, continúa modificando la altura del Everest año tras año.
El crecimiento del Everest se debe principalmente al movimiento de las placas tectónicas, esas enormes porciones de la corteza terrestre que están en constante movimiento. En el caso del Himalaya, el proceso es el resultado de la colisión entre la placa india y la placa euroasiática. Este choque, que comenzó hace unos 50 millones de años, es responsable no solo de la formación de la cordillera del Himalaya, sino también de su crecimiento continuo.
Cada año, la placa india se desplaza hacia el norte unos 5 centímetros, chocando contra la placa euroasiática. Este movimiento tectónico empuja las rocas hacia arriba, un fenómeno conocido como orogenia, que es el que provoca el incremento en la altitud del Everest y de otras montañas de la región.
El incremento en la altura del Everest no es dramático, pero sí significativo desde un punto de vista geológico. Se estima que la montaña crece entre 4 y 10 milímetros por año. Aunque esta cifra pueda parecer minúscula, es suficiente para alterar la altitud del Everest a lo largo de los siglos, haciendo que el pico más alto del mundo siga elevándose por encima de las nubes.
La medición de la altura del Everest ha sido un desafío en sí mismo. En 1955, una expedición india fijó la altura en 8.848 metros sobre el nivel del mar, una cifra que se mantuvo oficialmente durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, nuevas mediciones realizadas con tecnología avanzada han ajustado esta cifra a los actuales 8.848,86 metros, confirmando no solo el crecimiento de la montaña, sino también los efectos de otros factores, como los terremotos, que pueden influir en su altura.
Si bien el Everest continúa creciendo, no lo hará indefinidamente. El proceso geológico es extremadamente lento, y eventualmente, el desgaste de las cumbres por la erosión y otros factores podría equilibrar el crecimiento. Sin embargo, en un futuro previsible, es probable que el Everest continúe elevándose, consolidando su lugar como el techo del mundo.
El crecimiento del Monte Everest es una fascinante muestra de cómo nuestro planeta está en constante evolución. A pesar de que los cambios en su altura son casi imperceptibles año tras año, la ciencia nos permite apreciar y comprender estos procesos que, en última instancia, siguen modelando la Tierra tal como la conocemos. El Everest, ese coloso de roca y hielo, sigue subiendo, recordándonos que la naturaleza nunca deja de sorprendernos.
El Monte Everest, con sus imponentes 8.848,86 metros, ha sido durante décadas el pico más alto del mundo, un símbolo de majestuosidad y desafío para los alpinistas de todo el globo. Pero lo que muchos desconocen es que esta colosal montaña, lejos de ser estática, sigue creciendo. Esta fascinante realidad es consecuencia de la dinámica geológica que caracteriza a nuestro planeta, y es un proceso que, aunque imperceptible a simple vista, continúa modificando la altura del Everest año tras año.
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