Estas son las cuatro fases que debemos entender de los niños con altas capacidades
El mundo de las altas capacidades aún es un gran desconocido para la sociedad y es importante derribar algunos mitos.
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Hablar de altas capacidades es arrojar luz sobre algo que nuestra sociedad a menudo no comprende. Las personas incluidas en este grupo a menudo son estigmatizadas o desatendidas por sus familias y docentes, alcanzando la mayoría de edad con una gran confusión y sin los recursos necesarios para relacionarse con su entorno y consigo mismos de forma óptima.
Los psicólogos expertos en altas capacidades (AACC) Olga Carmona y Alejandro Busto, directores del Centro de Psicología CEIBE, llevan años tratando de concienciar a la sociedad de la tarea que supone responsabilizarse y asumir el reto que supone enfrentarse a algo que tradicionalmente se ha considerado un “problema”.
Desde su experiencia profesional, pero también como padres de personas con AACC, estos terapeutas advierten de la presencia de cuatro fases en la vida de estas personas, desde la infancia hasta la edad adulta, separadas por tres puntos de inflexión que denominan ‘adolescencias’. Identificarlas a tiempo nos permitirá afrontarlas con más y mejores herramientas.
Los primeros 15 años de vida, la persona presenta un comportamiento desafiante que puede ser percibido como maniático por sus progenitores. De igual manera, una fase más avanzada se ubica dentro de las aulas, donde sus compañeros pueden verlo como raro o antisocial, e incluso los docentes pueden llegar a suponer, erróneamente, que padece algún tipo de trastorno como TDAH. Una fase más avanzada puede verse reflejada en un desinterés por los estudios y esto, acaba dando lugar a un estadio final donde el sujeto, ya adulto, siente confusión y autocastigo por no encajar en el mundo.
No hacer un trabajo previo antes de la gran crisis que a menudo supone la adolescencia, puede hacer que ciertos problemas que permanecían latentes en la infancia afloren de repente y aboquen a la persona en una gran confusión. Identificarlo en fases tempranas nos ayudará a normalizar e integrar su singularidad y hacer un mejor acompañamiento. «Nosotros creemos que lo que necesitan de padres, madres, docentes y profesionales los niños con altas capacidades es que cambiemos la mirada. Ya está bien de esa mirada oscura. Ya está bien de que perdamos la luz que hay detrás de un niño con alta capacidad. Ya está bien de inteligencias malditas», añade Busto.
En ocasiones, estas personas llegan a la edad adulta sin conocer su condición y tiene experiencias frustrantes con terapeutas que no consiguen ayudarles. Para evitar llegar a este punto, es imprescindible que desde el colegio y desde los propios padres, se identifiquen las características de estas personas: «Nada en este mundo os va a hacer crecer tanto como acompañar a vuestros hijos en su necesidad, aunque a veces sintáis que os llevan al límite. Es un ejercicio de autocrítica, de descubrimiento y de cambio. Y para los docentes es una oportunidad de oro en el aula», concluye Carmona.
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