¿Es cierto que comemos menos en verano? Esto es lo que dice la ciencia
El aumento de las temperaturas cambia nuestra relación con los alimentos y nos lleva, incluso, a comer menos
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc7c%2F25f%2F9f5%2Fc7c25f9f5649428405fcaedbf2e0d9b3.jpg)
La llegada del calor introduce algunos cambios en nuestras preferencias alimenticias y es habitual dejar atrás algunos platos que eran indispensables hace tan solo algunos meses. Cambiar las cremas de verduras por un gazpacho, o un plato de lentejas por una ensalada, es algo con lo que cualquier persona se puede identificar en estas fechas.
A pesar de no haber estudios concluyentes que puedan explicar estos cambios en nuestras preferencias, e incluso en nuestro apetito, sí está demostrado que estos están condicionados por el clima y nuestro entorno.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1eb%2Faf7%2Fd1f%2F1ebaf7d1ff25a672395ddf3830967016.jpg)
El especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario de Torrejón (Torrejón de Ardoz, Madrid) Ignacio Morrás, incide en la complejidad del apetito. Este proceso biológico se basa en la conjunción de aspectos sensoriales y hormonales que determinan, de una parte, lo que nos da placer y, de otra, lo que nuestro cuerpo necesita para tener un correcto aporte energético.
El apetito y el clima
“No hay estudios de base fisiológica de por qué nos cambia el apetito en verano”, asegura Morrás. “Pero en humanos se conoce que las preferencias cambian con las altas temperaturas”, añade. Se ha descubierto que en las zonas más frías preferimos consumir alimentos con alto contenido calórico, mientras que en los climas más cálidos la tendencia es ingerir alimentos que nos hagan sentir menos pesados. Sin embargo, la realidad es que nuestro gasto calórico es similar en unas condiciones y en otras.
“Hay algunos estudios en animales que hablan de que cambia la producción de algunas hormonas, como la leptina, la hormona de la saciedad”.
Morrás insiste en que “no está estudiado al detalle por qué nos cambia el apetito en verano. Hay algunos estudios en animales que hablan de que cambia la producción de algunas hormonas, como la leptina, la hormona de la saciedad. Las hormonas son compuestos que cambian mucho, y que afectan a muchas cosas, y algunos circuitos no los conocemos bien”.
Pese a no haber una correlación clara entre apetito y preferencias con el clima, sí hay un factor experiencial que determina nuestras elecciones a la hora de comer. Optar por alimentos que nos hidraten y evitar algunos que nos darán aún más sed, es una decisión que, si bien tiene su origen en nuestra percepción, resulta adecuada para paliar los efectos de las altas temperaturas en nuestro cuerpo.
La llegada del calor introduce algunos cambios en nuestras preferencias alimenticias y es habitual dejar atrás algunos platos que eran indispensables hace tan solo algunos meses. Cambiar las cremas de verduras por un gazpacho, o un plato de lentejas por una ensalada, es algo con lo que cualquier persona se puede identificar en estas fechas.