Tres sencillos (y baratos) trucos para limpiar tus lámparas y que queden impolutas

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La limpieza del hogar es una de las tareas que debemos realizar con más regularidad. La suciedad no deja de acumularse con el paso del tiempo en cada rincón de nuestra casa, especialmente en forma de polvo. Este se adhiere a las superficies del suelo y de los distintos muebles que tenemos dispuestos por toda la vivienda, los cuales pueden generar algunos quebraderos de cabeza en ciertos casos.

Uno de los elementos que puede resultar más dificultoso a la hora de mantenerlos limpios son las lámparas. Y es que sus dimensiones o la altura a la que están dispuestas pueden llegar a ser un verdadero obstáculo para que posean un aspecto pulcro. Además, ubicarlas en un lugar seco de la vivienda para facilitar que estas pierdan la humedad más rápidamente puede no resultar nada sencillo.

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Lo primero que debemos tener en cuenta son los materiales que vamos a emplear en la limpieza de las lámparas. Aunque existen diversos productos especializados para este tipo de tareas, estos se pueden sustituir por ingredientes que podemos encontrar en cualquier casa. Además, se recomienda el uso de guantes protectores durante todo el proceso y desenchufar las lámparas de la corriente para evitar sustos innecesarios.

Trucos para una limpieza óptima

Una de las partes de las lámparas que más suciedad suele acumular son las pantallas que recubren las bombillas. Esto es especialmente significativo en ciertas estancias de la casa, como puede ser la cocina o el baño, donde los restos de grasa y vapor quedan impregnados en su superficie. Para limpiarlas, recurriremos a un cepillo húmedo que no sea muy duro, aunque una esponja que no tenga bordes afilados nos haría el apaño.

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Para comenzar a eliminar su suciedad, lo primero que haremos es retirarlas de la lámpara. Tras ello la depositaremos dentro de un recipiente con detergente y la frotaremos para erradicar los residuos más visibles. Tras ello, la secaremos con papel absorbente y la dejaremos en un lugar seguro y con buena ventilación durante unos minutos para que la humedad se desprenda completamente. Una vez nos aseguremos de que la pantalla está totalmente seca, la colocaremos de nuevo en la lámpara.

Es entonces cuando nos ocuparemos de limpiar las bombillas. Estas requieren de una higiene más regular. Para ello, emplearemos un paño seco o un cepillo. De esta manera, el polvo quedará eliminado de su superficie, evitando posibles sobrecalentamientos y ganando mayor luminosidad en el proceso. Si existen manchas de grasa, lo mejor es recurrir a una solución de alcohol y pasarla por estas para erradicarlas. En el momento de volver a disponerla sobre la lámpara, debemos estar seguros de haberla secado completamente.