¿Todos los animales bostezan y se estiran? Lo que no te han contado de la pandiculación
Aunque podríamos pensar que todos los seres del reino animal participan en esta práctica tan común, la realidad es más compleja y fascinante
Desde las vastas sabanas africanas hasta los acogedores salones de nuestras casas, el fenómeno del bostezo y el estiramiento (o "pandiculación", para emplear un término más científico) despierta una curiosidad universal.
La pandiculación es un movimiento instintivo que comprende la extensión de las extremidades y el arqueo del cuerpo, acompañado a menudo de un bostezo. Esta acción no solo se observa en humanos, sino también en una amplia variedad de animales, desde los fetos de oveja en el útero hasta los hipopótamos en los ríos africanos. Sin embargo, criaturas tan grandes como las ballenas y las jirafas parecen haber evolucionado de forma diferente y no se les conoce por exhibir este comportamiento.
Esta conducta, según estudios realizados en las últimas décadas, está profundamente arraigada en nuestros sistemas nerviosos. Incluso en pacientes médicos con parálisis de un lado del cuerpo, se ha observado que, al bostezar, pueden levantar involuntariamente el brazo inmóvil. Además, se ha registrado pandiculación en animales con el tronco cerebral desconectado del córtex, sugiriendo que el origen de este comportamiento podría estar en las regiones del cerebro responsables de los movimientos involuntarios y la regulación metabólica.
Según The Straight Dope, Más allá de su aparente simplicidad, la pandiculación podría cumplir funciones vitales. Estudios recientes sugieren que este acto podría ayudar a regular la temperatura cerebral (esencial, dado que el cerebro utiliza un significativo porcentaje de nuestra energía metabólica) y mantener en condiciones óptimas el sistema miofascial, que incluye músculos y tejido conectivo.
Además, el bostezo podría aumentar la alerta en momentos críticos, como al despertar o en situaciones de potencial peligro, ofreciendo una ventaja evolutiva que ha permitido su persistencia a través de los milenios. Curiosamente, el bostezo también se ha vinculado a la vigilancia y la preparación física, observado en situaciones tan diversas como paracaidistas militares antes de un salto o atletas antes de una competición.
Otro aspecto intrigante del bostezo es su naturaleza contagiosa en ciertos animales, como los humanos, los grandes simios y los perros. Esta tendencia a "contagiarse" de bostezos podría tener implicaciones sociales, reflejando una conexión emocional con aquellos que nos rodean o incluso revelando prejuicios inconscientes hacia individuos de grupos externos.
Mientras que la ciencia continúa explorando estos fascinantes comportamientos, lo que queda claro es que la pandiculación es mucho más que un simple estiramiento y bostezo: es un espejo de la complejidad biológica y social de muchos seres vivos de nuestro planeta (aunque no todos).
Desde las vastas sabanas africanas hasta los acogedores salones de nuestras casas, el fenómeno del bostezo y el estiramiento (o "pandiculación", para emplear un término más científico) despierta una curiosidad universal.