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¿Eres adicto a las maratones de series? Podrías padecer 'binge watching'
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Cuidado con la pantalla

¿Eres adicto a las maratones de series? Podrías padecer 'binge watching'

Necesitamos economizar el tiempo, también en nuestros ratos libres, y nuestro ocio se ha convertido en una especie de imposición inmediata, pero esto puede traernos consecuencias de lo más perjudiciales

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Las maratones de series están a la orden del día desde que el consumo del contenido cultural visual se ha articulado en torno a plataformas digitales que presentan sus catálogos, como quien vende en un puesto de mercadillo los domingos. Ante tanta oferta, la idea de un atracón parece atractiva: basta un fin de semana para empezar y acabar la nueva temporada de una serie, así el próximo fin de semana podremos empezar y acabar la nueva temporada de otra… ¿Qué pasa si el asunto se nos va de las manos?

Considerarse adicto a este tipo de consumo no nos suena raro. Quién no conoce a alguien que conoce de arriba a abajo el catálogo de Netflix, o de HBO, o de Prime, o de Disney… O de todas, porque por qué no. Necesitamos economizar el tiempo, también en nuestros ratos libres, y nuestro ocio se ha convertido en una especie de imposición inmediata. Todo hay que verlo cuanto antes, rápido, o llegarás tarde a… Ninguna parte. Sin embargo, ¿cómo frenar? El consumo a modo de maratones es ya una ruleta rusa para muchos, y tiene nombre: 'binge watching'.

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Este término, de origen inglés, vendría a decir en español algo así como "darse un atracón", pero en este caso frente a la pantalla (de televisión, de ordenador, de tablet o incluso de móvil, porque hay quien no aguanta siquiera a llegar a casa). No es un concepto nuevo en el vocabulario moderno en torno a las audiencias de nuestro siglo, pero está más presente que nunca.

Efectos "nefastos"

Ya en 1954, el filósofo y sociólogo experto en comunicación Theodor W. Adorno explicó en The Quarterly of Film, Radio and Television su preocupación por lo poco que se entendía entonces cómo funcionaba la televisión y los peligros que aquel nuevo medio planteaba: "Al exponer las implicaciones sociopsicológicas y los mecanismos de la televisión, que a menudo operan bajo la apariencia de falso realismo, no solo se pueden mejorar los programas, sino que, lo que es más importante, se puede sensibilizar al público en general sobre el efecto nefasto de algunos de estos mecanismos", decía el alemán. A su artículo lo tituló Cómo mirar la televisión.

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De aquellos efectos "nefastos" que ponía sobre la mesa Adorno, es posible que alguno haya llegado a ti o a alguien de tu entorno hoy, setenta años después. Pérdida de la noción del tiempo, ansiedad, irritabilidad, cambios de humor, poca tolerancia e, incluso, pérdida de control… son solo algunos de los primeros síntomas de este 'binge watching' cada vez más perjudicial.

El 86,2% de los españoles veía series en 2019, siete de cada diez lo hacían de forma habitual, y más de la mitad reconoció que estas eran muy o bastante importantes en su vida

Un estudio publicado en 2017 en el Journal of Clinical Sleep Medicine relacionaba por primera vez en ese momento el consumo compulsivo de contenidos televisivos con un 33% más de probabilidades de tener una mala calidad del sueño, así como con mayores niveles de fatiga e insomnio. En España, según el segundo estudio anual conocido como El observatorio de las series publicado en 2019, el 86,2% de los españoles veía series, siete de cada diez lo hacían de forma habitual, y más de la mitad reconoció que estas eran muy o bastante importantes en su vida.

El algoritmo de los atracones

El término 'binge watching' nació a medio camino entre las declaraciones de Adorno y nuestra actualidad, en la inflexión exacta entre aquel mundo y este: los años 90, con la aparición de los VHS y los DVD, pero antes ya existían otros que lo predecían, como por ejemplo, el del "flujo" televisivo, es decir, las estrategias que las cadenas han utilizado desde sus orígenes para mantener a los espectadores pegados a sus pantallas de un programa a otro. El teórico marxista Raymond Williams, explica en Jstor Jake Pitre, lo llamó "la característica definitoria de la radiodifusión, simultáneamente como tecnología y como forma cultural".

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En la actualidad, la idea del flujo se ha trasladado a la del algoritmo, mucho más personalizada (esa pestaña de Netflix que te dice, en grande: "Series dignas de atracones para ti" en su página de inicio). "Combinado con la habilidad relativa de los algoritmos de la plataforma, todo esto se alimenta de vidas televisivas llenas de personalización, cada espectador experimenta su propia interfaz individualizada y consume su propio segmento de nicho de la cultura", explica al respecto Pitre. Además, la función de 'saltar introducción' al comienzo de todo contenido, incluso "nos permite hacer que el flujo narrativo se sienta más fluido. Netflix nos indican en cada momento cómo debemos ver".

La adicción que estas estrategias han generado, de hecho, consecuencias también en el plano físico, provocando problemas como sobrepeso, dolores físicos a causa de la postura, problemas cardíacos e incluso deterioro de las capacidades cognitivas. ¿La solución? Pensarlo dos veces la próxima vez que una plataforma te pregunte si quieres ver otro capítulo. Por supuesto, no se trata de demonizar las pantallas, sino de aprender a usarlas de la mejor manera posible.

Las maratones de series están a la orden del día desde que el consumo del contenido cultural visual se ha articulado en torno a plataformas digitales que presentan sus catálogos, como quien vende en un puesto de mercadillo los domingos. Ante tanta oferta, la idea de un atracón parece atractiva: basta un fin de semana para empezar y acabar la nueva temporada de una serie, así el próximo fin de semana podremos empezar y acabar la nueva temporada de otra… ¿Qué pasa si el asunto se nos va de las manos?

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