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Una mentira repetida mil veces: ¿Quemó las naves Hernán Cortés?
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El estratega sublime

Una mentira repetida mil veces: ¿Quemó las naves Hernán Cortés?

Permanece en el imaginario colectivo la idea de que a Cortés le dio un arrebato y quemó las naves que le habían llevado de Cuba hasta Yucatán; pues no, no fue así

Foto: Hernán y sus flotas, hacia México. (iStock)
Hernán y sus flotas, hacia México. (iStock)

"Si le cortas la lengua a un hombre no demuestras que estuviera mintiendo, sino que no quieres que el mundo escuche lo que quiere decir".

Tyrion Lannister. (Juego de tronos)

Mal que le pese al presidente de la nación mexicana, el Sr. López Obrador, el extremeño Hernán Cortés, uno de los exploradores enviados por el Reino de Castilla hacia el lejano y profundo oeste, fue ante todo uno de los grandes arquitectos de la enorme república que hoy preside (primer pais por número de hispano parlantes del mundo) y también en buena medida, a través de su herencia histórica. Del otro 50% que perdió negligentemente la aristocracia criolla que le antecedió durante la guerra que ellos sostuvieron contra la impenitente voracidad del vecinito del piso de arriba (su verdadera Némesis y no España), nosotros no somos responsables. A este escribano le parece que lo de usar al actual Reino de España como chivo expiatorio, como que no cuela.

Antes de entrar en harina, dos cosas señor Obrador: primera, ponga el acento en las miserias del pueblo azteca y rompa una lanza por la coherencia; segunda, los españoles en su momento, nos encontramos en medio de una brutal guerra civil en la que los totonacas, tlaxcaltecas y nativos de Cholula, hicieron migas con Hernán Cortés para vencer a los mexicas o aztecas; unos extraños sujetos con manías tales como jugar al futbito con las cabezas de sus adversarios, comérselos en bulliciosas barbacoas o abrirlos en canal para ver lo que había dentro. ¡Ah! Y algo más, una sugerencia. Mire usted señor presidente hacia el norte, que es de ahí de donde nacen muchos de los males actuales de la nación mejicana. No se me escaquee señor Obrador.

Volviendo al tema, que me ha derrapado el ratón al hablar del Sr. Obrador.

Según describen sus biógrafos, Cortés no era de dejar las cosas al azar, a excepción de la metedura de pata al confiar en el capitán Alvarado la custodia de Moctezuma y las trágicas consecuencias que conllevó. La decisión de barrenar las naves no fue una drástica medida en un momento crítico, fue algo madurado y de largo pensar.

La decisión de barrenar las naves no fue una drástica medida en un momento crítico, fue algo madurado y de largo pensar

Hoy en día, permanece en el imaginario colectivo la idea de que le dio un arrebato y a continuación quemó las naves que le habían llevado de Cuba hasta Yucatán; pues no, no fue así. Varios relatos de hispanistas como Gibson o locales como Juan Miralles, aseveran (Gibson) que hubo un debate con sus capitanes y más allá incluso, el tema fue debatido entre el pequeño círculo de capitanes de forma abierta y mesurada. Y luego están por supuesto, sus famosas cartas de relación al emperador Carlos I (V) y a su hermano pequeño Ferdinand, en las cuales puntualiza el proceso que siguió.

placeholder  Hernán Cortés.
Hernán Cortés.

Entre los muchos aspectos que se supone valoró este genio de la estrategia militar, personaje de talla descomunal, mucho más celebrado por los estudiosos de su figura, que, denostado a conveniencia de ciertos populismos alejados de un análisis serio, pero de pataleo constante; estaba el hecho todavía latente del esquinazo que le había dado al gobernador de Cuba, Don Diego Velázquez, con peineta incluida.

Una de las hipótesis que se manejan, aunque no suficientemente documentada a pesar de que existen indicios de ello, fue un principio de amotinamiento que quedó en agua de borrajas

Él estaba al corriente de que, en el peor escenario posible, podrían verse obligados a reembarcar. Al barrenar los navíos sabia que en marea baja quedarían en la zona puntera de la pleamar; de tonto no tenía ni un pelo. La obra viva (la parte sumergida de la nave), es la zona donde se atacó la barrena, y hay que señalar que se hizo de forma muy cercana a la línea de flotación; demasiadas coincidencias. Por ello, fue más lo impactante de la resolución que las consecuencias en sí mismas. Algo de mago tenía este hombre.

Una de las hipótesis que se manejan, aunque no suficientemente documentada a pesar de que existen indicios de ello, fue un principio de amotinamiento que quedó en agua de borrajas. Hay constancia por el recuerdo del momento, testimonios directos de capitanes presentes y, sobre todo, por el registro adjudicado a Francisco López de Gómara de la lectura hecha de la Carta de Relación (lamentablemente extraviada pues no está en el Archivo de Simancas) al emperador Carlos I (V) en el mes de julio de 1519, texto en el que se da fe de los acontecimientos.

Días antes de que Cortés tomara tan drástica decisión sucedió que un arrepentido delató a los desertores que pretendían volver a Cuba

Al parecer, días antes de que Cortés tomara tan drástica decisión sucedió que un arrepentido delató a los desertores que pretendían volver a Cuba pues estaban molestos con un par de cosillas que no les gustaban. Una, que había mucho ruido proveniente de la selva en la zona aledaña al desembarco – cierto es que cedros y caobas, despeinadas y balchés estaban ocupados por cientos de charas, respingones, loros yucatecos, y toda la vaina de exóticas cacatúas; en fin, que aquella cacofonía imponía severamente a hombres valientes (muchos venían de los tercios) que titubeaban ante los extraños mensajes de aquellos pajarracos. Además, estaba el asunto crucial que esgrimían los levantiscos sobre extraños movimientos de humanos en la espesura. En fin, que nadie quería entrar en primer lugar en aquella tupida manta verde con aquella orquesta sinfónica tan colorida como imponente.

Algunos, los más decididos, se quieren hacer con una nao para soplarle a Diego de Velázquez las marrullerías que tramaba el de Medellín. Entonces, un viento favorable acude en socorro de Cortés. Uno de los que estaban enredando o en el ajo, va y lo suelta. El extremeño queda conmovido. Pero una facultad portentosa que tenía Cortés es que era más taimado que un cocodrilo del Nilo. Al final, pilla con las manos en la masa a los autores intelectuales y resto de abonados a la fuga y les aplica un correctivo memorable.

Juan Escudero se le cae el pelo y tras el desdoro capilar, es condenado a muerte. Muere ahorcado y con la lengua colgada de mala manera

La dulce venganza, con el tiempo, macera. A Juan Escudero se le cae el pelo y tras el desdoro capilar, es condenado a muerte. Muere ahorcado y con la lengua colgada de mala manera, sin estilo alguno vamos. Gonzalo de Umbría ve amputados los dedos del pie derecho y puede dar gracias. Unos cuantos marineros sufren una buena ración de latigazos. Cemeño, piloto de la nave involucrada, no lo cuenta; pasa a la posteridad, pero colgado claro. Aquello es el acabose.

Pero lo que fue de nota, ocurrió al dia siguiente. Hernán Cortés urdió una artimaña genial. Compinchado con los carpinteros de la expedición, montó una obra de teatro que dejaría a los grandes dramaturgos del porvenir asombrados por la agudeza con la que la acometió. Se acercó a un grupo de soldados como quien no quiere la cosa y, en ese momento acudieron prestos los compinchados. Cortés simuló un gran pesar ante las malas nuevas que le traían. Una malvada carcoma enviada por satanás en un despiste del altísimo se había apoderado de los fondos de las naves. La coartada era perfecta y la puesta en escena todavía mejor.

Compinchado con los carpinteros de la expedición, Cortés montó una obra de teatro que dejaría a los grandes dramaturgos del porvenir asombrados por la agudeza con la que la acometió

Impostando una elaborada cara de apenado, ordenó descargar las naves con una cara de resignación que ni Sir Laurence Olivier interpretando a pleno rendimiento conseguiría. Mientras tanto, doce hombres de absoluta confianza abrían pequeñas vías de agua.

Este episodio, desarrollado poco antes de la batalla de Cempoala en la que infligió una severa derrota a Narváez un día de mayo del año 1520, obedeciendo órdenes de Diego de Velázquez, a la sazón gobernador de Cuba, fue un importantísimo punto de inflexión en los acontecimientos posteriores. A los soldados con los que ya contaba, se le sumaron los capturados. El futuro prometía.

Luego vendría la historia con mayúsculas.

"Si le cortas la lengua a un hombre no demuestras que estuviera mintiendo, sino que no quieres que el mundo escuche lo que quiere decir".

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