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¿En qué país se duchan más y dónde menos? El eterno debate del aseo más allá de sus mitos
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¿En qué país se duchan más y dónde menos? El eterno debate del aseo más allá de sus mitos

Las prácticas higiénicas se han ido adaptando a las circunstancias de cada época, para bien y para mal. Llegados a nuestros días, muchos mitos continúan detrás, a menudo sentenciando a unos u otros

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El aseo y la higiene forman parte de nuestra sociedad desde tiempos bien antiguos. Pese al empeño por nublar etapas de la historia de la humanidad a través de imágenes de suciedad y dejadez, detrás de este acto hay mucho más: llevarlo a cabo no siempre ha sido de la misma forma, desde luego, porque no siempre han existido los mismos recursos. Tampoco le hemos dedicado siempre los mismos tiempos, porque no siempre hemos entendido el tiempo como ahora.

Como explican Francisco José Moreno-Martínez, Carmen Isabel Gómez García y Ana María Hernández-Susarte, doctores en enfermería pediátrica y en pedagogía, en un artículo para la revista Cultura de Cuidados de la Universidad de Alicante, la propia palabra higiene está estrechamente relacionada con el concepto de salud y con la antigua Grecia desde su propia raíz etimológica, ya que procede del griego 'hygiés', sano. "Designa el arte y la ciencia de la conservación de la salud. Su raíz también procede del nombre 'Hygieia', nombre que los griegos dieron a la diosa griega de la salud, hija del dios Asclepio (Esculapio para los romanos) quién, según la mitología griega, enseñó la medicina a los hombres", explican.

Foto: Detalle de 'Nederlandse Spreekwoorden' ('Los proverbios flamencos' en español), por el pintor flamenco Peter Brueghel en 1559

Ya existían baños públicos en Grecia 1000 años antes del comienzo de nuestra era. Allí, en realidad, solo estaban siguiendo el ejemplo de los orientales, a quienes se les considera los primeros en construir edificios públicos para el aseo íntimo (no tan íntimo entonces). La medicina griega prestó atención sobre todo a la higiene personal, basada en la teoría humoral de la que ya hemos hablado en artículos previos. Desde entonces, el aseo se ha ido adaptando a las circunstancias de cada época, para bien y para mal. Llegados a nuestros días, muchos mitos continúan detrás de esta práctica, a menudo sentenciando a unos u otros grupos sociales. Más allá de estos, veamos en qué países parecen implicarse más en esta tarea.

El aseo, un "truco sucio"

La periodista Olga Khazán explicaba hace unos años en The Atlantic que la historia más reciente de nuestro aseo o, más bien, de cómo entendemos el acto mismo de asearnos tiene que ver con "un truco sucio": En el siglo XIX, se había delimitado a una nueva clase social, la de los trabajadores que ahora pasaban a convertirse en grandes masas encerradas en fábricas durante infinitas horas rodeadas de una contaminación aún imprevista. De aquel modelo de trabajo aparecería más tarde el modelo de oficina, para siempre lugares cerrados. Para vender, "la industria de la publicidad tuvo que crear enfermedades pseudocientíficas como el 'mal aliento' y el 'olor corporal'".

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Hace unos días, el usuario de Twitter @xruiztru compartía en su perfil un gráfico donde puede verse el porcentaje de personas que se duchan o bañan a diario por países europeos. Inmediatamente, el debate se hacía evidente y saltaban los comentarios que, por cientos, evidencian interés por el aseo, pero también y sobre todo la falta de unanimidad. ¿Quizás es porque no existen datos concretos?

Si bien es cierto que resulta difícil acotar una tarea tan personal a la generalización de países enteros, por supuesto que podemos encontrar más estadísticas que la causante del debate en dicha red social. El gráfico, en concreto, pertenece a un estudio publicado en la misma red en 2021 por la cuenta especializada en estadística @TheGlobal_Index. Según la misma, más del 95% de la población italiana se ducha a diario, lo que parece convertirla en la más pulcra de Europa. Por detrás quedan los portugueses (lo hacen entre el 95 y el 94%), los españoles y los griegos (entre el 75 y el 84%).

La higiene de las manos

El resto de países, aparecen con porcentajes inferiores al 65% de su población. En otras palabras, la mayoría de los europeos no se ducha a diario. ¿Pero qué pasa, por ejemplo, con las manos? Con la pandemia, volvió a ponerse de relieve la importancia de mantenerlas siempre lo más aseadas posibles. Pues bien, años antes, en 2015, una encuesta mundial llevada a cabo por Gallup preguntaba a sus participantes: ¿Se lava automáticamente las manos con agua y jabón después de ir al baño?

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Los resultados, en este caso, presentaron a los bosnios como los más limpios (96 %), seguidos de los turcos (94 %). Hay que tener en cuenta que, como apuntan desde Big Think, estas altas puntuaciones en dichos países están influenciadas por el wudu, el procedimiento islámico para lavarse las manos (y la boca, las fosas nasales, los brazos, la cabeza y los pies) como medio de purificación ritual, por ejemplo, antes de la oración.

Rondando el 60%, es decir, en la parte más inferior de la tabla, encontraron en este caso a Austria (65 %), Francia (62%), España (61%), Bélgica (60%) e Italia (57 %). El porcentaje más bajo, no obstante, fue para los holandeses. También estos últimos salen mal parados en las estadísticas de The Global Index, a diferencia de otros países donde su posición parece dar vuelcos muy distintos según las partes del cuerpo estudiadas.

¿Y en el resto del mundo?

Si ampliamos el foco, según una encuesta publicada años atrás por la agencia Euromonitor, especializada en análisis de tendencias, los brasileños se llevan la palma a los más pulcros de todo el planeta (pueden ducharse hasta 12 veces de media a la semana; vamos, casi dos veces diarias). Detrás de ellos se posicionaron los colombianos (10 baños semanales) y los australianos (8). En el otro extremo de estos datos, China: sus habitantes encuestados, en este caso, afirmaron en gran mayoría que solo se lavaban una vez cada dos días.

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Pero entonces, aparece la ciencia más reciente y, con ella, quizás ninguno de esos datos merezca tanto revuelo. Un estudio de Harvard aseguró en 2021 que el jabón contiene agentes bacterianos que pueden eliminar a los patógenos buenos que defienden a nuestro cuerpo de otras bacterias no tan amigables. Sin embargo, como ya explicamos en otro artículo, una ducha con agua caliente o templada reduce las inflamaciones e incrementa los niveles de óxido nítrico en la sangre, bajando la presión arterial.

Con todo este lío, ¿es realmente bueno ducharse todos los días? ¿Incluso si no nos vamos a mover de casa? Aquí va el dato más importante: para aquellos que tengan la piel sensible o piel atópica no es nada bueno, ya que ducharse en exceso puede producir irritaciones incómodas o empeorarlas. Si apenas te has movido, pero aun así sientes la necesidad de asearte, no solo existe la ducha.

El aseo y la higiene forman parte de nuestra sociedad desde tiempos bien antiguos. Pese al empeño por nublar etapas de la historia de la humanidad a través de imágenes de suciedad y dejadez, detrás de este acto hay mucho más: llevarlo a cabo no siempre ha sido de la misma forma, desde luego, porque no siempre han existido los mismos recursos. Tampoco le hemos dedicado siempre los mismos tiempos, porque no siempre hemos entendido el tiempo como ahora.

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