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¿Por qué motivo fingirías tu propia muerte? La historia de personas que sí que lo hicieron
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DE KESEY A STONEHOUSE

¿Por qué motivo fingirías tu propia muerte? La historia de personas que sí que lo hicieron

A lo largo de los años, ha habido una serie de personajes que fingieron estar muertos por un interés subyacente. Hoy repasamos su vida y todas las razones por las que lo hicieron

Foto: El escritor Munir Ahmed Badini (izquierda) junto a Ken Kesey (derecha), el escritor 'beatnick' que fingió su propio suicidio. (Wikimmedia Commons)
El escritor Munir Ahmed Badini (izquierda) junto a Ken Kesey (derecha), el escritor 'beatnick' que fingió su propio suicidio. (Wikimmedia Commons)

Año 1965, ciudad de Eureka, California. Una furgoneta aparece frente a un acantilado. Pertenece al grupo contracultural The Merry Pranksters ("los Alegres Bromistas"). Es la época del despertar sexual en Estados Unidos, y una incipiente masa de hippies inunda las calles de San Francisco. El Verano del Amor todavía no ha llegado, pero algunos de sus predecesores, los beatnicks, ya recorren las calles del este del país sentando las bases de esta revolución psicodélica. De entre todos ellos, sobresale un autor que el mundo más tarde reconocería por ser el creador de la historia que narra la película Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975), interpretada por Jack Nicholson. Su nombre es Ken Kesey y, tras varios altercados con las autoridades por posesión de drogas, decide suicidarse frente a la costa del Pacífico dejando una nota de suicidio.

Pero pocos meses después, reaparece en California de nuevo. El hombre al que creían muerto tan solo estaba bromeando. Haciendo honor al nombre del grupo al que seguía a todas partes, este bromista había fingido quitarse de en medio para poder ser libre y huir a México. Sin embargo, vivía un tiempo que no podía perderse bajo ningún pretexto. La sociedad estadounidense estaba despertando, y nada más volver a causa de una especie de FOMO hippie, fue encarcelado el 17 de enero del año siguiente, en 1966, en el condado de San Mateo, en Redwood City.

Foto: Detalle de El Nacimiento de San Juan Bautista, cuadro atribuido a un maestro de Villalcazar de Sirga (Wikimedia).

Esta es una historia paradigmática de lo que se conoce como "seudocidio", es decir, fingir tu propia muerte por suicidio. A Kesey le salió mal y le pillaron, pasando el resto de su agitada vida escribiendo sin cesar tras obtener un merecido reconocimiento. Al final, falleció en 2001 debido a un tumor. La férrea represión policial frente al movimiento cultural que abanderaba fue la razón por la que decidió fingir el hecho de dejar este mundo. Sin embargo, hay muchas causas y razones que llevaron a tantos personajes célebres del pasado a organizar un complot contra sí mismos para que los demás les diesen por muertos.

Asistir a tu propio funeral

Algunos lo hicieron por auténtica vanidad, lo cual resulta mucho más perverso aún. Seguramente en algún momento de tu vida te habrás preguntado cómo sería tu propio funeral, si de verdad las personas que supuestamente te quieren se sentirían conmovidas o a todo el mundo le resultaría indiferente que ya no estés aquí. Eso es lo que debió pensar Timothy Dexter, un vanidoso hombre de negocios que nació en 1800 en Estados Unidos y rápidamente amasó una gran fortuna gracias a la especulación financiera. Siendo muy joven, se convirtió en uno de los hombres más ricos de Boston. Su esposa, Elizabeth Frothingham, se sentía algo desdichada, ya que pensaba que lo que más quería en el mundo era al dinero, al igual que toda la gente que le rodeaba.

Sin reparo, Dexter salió de su tumba y empezó a caminar entre los presentes de su propio funeral como si nada

Su egolatría le llevó a colocar estatuas suyas en su finca particular y tenía criados a los que les obligaba a llamarle "Señor" para dirigirse a él, como relata un reciente artículo publicado en Mental Floss. Era tan engreído y fanfarrón que decidió fingir su propia muerte para ver la reacción de la gente que le rodeaba. Decidió decírselo solo a sus hijos, que simularon el dolor de haberle perdido, mientras él observaba toda la situación desde su lujosa tumba. Entonces, comprobó que su esposa no estaba tan compungida como le habría gustado. Sin reparo, salió de su tumba y la regañó, para después caminar entre los presentes como si nada extraño sucediera. Al cabo de seis años murió de verdad, y suponemos que después de aquel incidente nadie pudo llegar a quererle de verdad.

El Asesino del Coche en Llamas

A veces, la razón por la que decides borrarte del mapa de cara a las autoridades es por no asumir tus responsabilidades como padre. Esto es lo que llevó a Alfred Rouse, también conocido como "el Asesino del Coche en Llamas", a fingir su propia muerte en el cuerpo de otro, es decir, asesinando a un inocente a sangre fría para simular que eres tú el que ha muerto. Rouse participó en la Primera Guerra Mundial como soldado raso al servicio de Inglaterra. Quedó traumatizado por las experiencias vividas en el campo de batalla, pero aun así decidió casarse en mitad de la contienda con una joven llamada Lily May Watkins, a quien conoció hace años en un baile, y pronto tuvieron hijos.

Cuando la policía descubrió la escena de los hechos, Rouse alegó que había sido un accidente

Sin embargo, no es que se distinguiera por la fidelidad hacia su esposa, ya que tuvo varios hijos ilegítimos mientras estaba en el frente. Cuando regresó a Inglaterra tras el final de la guerra, varias mujeres de Francia y otros países le enviaron cartas en las que pedían su vuelta o, en todo caso, ayudarles con la manutención de sus hijos. Como él no quiso reconocer a ninguno de ellos, decidió poner fin a sus días de manera tramposa. Salió con su coche y recogió a un autoestopista que había en la carretera. Al entrar en el coche, lo dejó inconsciente de un garrotazo. Después, colocó su cuerpo en el asiento del conductor y prendió fuego al automóvil. Cuando la policía descubrió la escena de los hechos, Rouse alegó que había sido un accidente, que dejó al autoestopista solo mientras fumaba un cigarro y este había incendiado el automóvil. La policía no le creyó, y finalmente fue ahorcado en 1931.

El hombre que pudo ser ministro

Ser uno de los personajes más brillantes de la sociedad inglesa del momento tiene sus pros y sus contras. A John Stonehouse todo le iba bien en la vida. Graduado en la prestigiosa London School of Economics, se desempeñó como director del servicio postal británico y también como secretario del ministro de aviación. Su exponencial carrera le granjearon una posición en la sociedad, todo iba sobre ruedas hasta que… se enamoró de su secretaria y amante, Sheila Buckley. Puestos a vivir su idilio romántico fuera de la atención pública y sus respectivas familias, Stonehouse se creó una identidad falsa con el seudónimo de Joseph Markham y empezó a canalizar fondos a Estados Unidos. En 1974, durante un viaje por trabajo a Florida, desapareció.

Al final, descubrieron a Stonehouse, quien fue deportado a Gran Bretaña y condenado a siete años de prisión por robo y fraude

En una playa de Miami, Stonehouse apiló su ropa y empezó a nadar hacia el horizonte. Su esposa, en Inglaterra, recibió la noticia de su supuesto suicidio entre lágrimas y, en general, todos sus compañeros del Partido Laborista. Justo el mismo día de su desaparición, el 7 de noviembre de 1974, el conde de Lucan, llamado Richard John Bingham, también se desvanece del mapa después de que entraran en su casa, asesinando a la niñera de los hijos y golpeando a su esposa.

Al principio, la policía pensó que ambos sucesos no tenían nada que ver, y que el conde había sido quien había perpetrado el asalto a su propia casa para después borrarse del mapa. Sin embargo, después de revisar recibos bancarios de Stonehouse, quien había depositado una importante suma de dinero en un banco australiano, la policía lo puso bajo vigilancia. Al final, descubrieron a Stonehouse, quien fue deportado a Gran Bretaña y condenado a siete años de prisión por robo y fraude. A Lord Lucan, sin embargo, nunca nadie más le volvió a ver.

Año 1965, ciudad de Eureka, California. Una furgoneta aparece frente a un acantilado. Pertenece al grupo contracultural The Merry Pranksters ("los Alegres Bromistas"). Es la época del despertar sexual en Estados Unidos, y una incipiente masa de hippies inunda las calles de San Francisco. El Verano del Amor todavía no ha llegado, pero algunos de sus predecesores, los beatnicks, ya recorren las calles del este del país sentando las bases de esta revolución psicodélica. De entre todos ellos, sobresale un autor que el mundo más tarde reconocería por ser el creador de la historia que narra la película Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975), interpretada por Jack Nicholson. Su nombre es Ken Kesey y, tras varios altercados con las autoridades por posesión de drogas, decide suicidarse frente a la costa del Pacífico dejando una nota de suicidio.

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