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Derinkuyu, la misteriosa ciudad subterránea encontrada en el sótano de un hombre
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Derinkuyu, la misteriosa ciudad subterránea encontrada en el sótano de un hombre

Estamos en Capadocia, una región en el corazón de Turquía famosa por sus casas (las llamadas chimeneas de hadas). Aquí, un día de 1963, un hombre comenzó las obras en el sótano de su casa y... ¡sorpresa!

Foto: Imagen de uno de los pasillos de la ciudad subterránea de Derinkuyu. (iStock)
Imagen de uno de los pasillos de la ciudad subterránea de Derinkuyu. (iStock)

En el mundo 2.0 de hoy, la realidad virtual reina la narrativa social. Cada vez más eventos suceden al otro lado de la pantalla, en eso que han pasado a denominar el metaverso: un entorno multiusuario perpetuo y persistente, un universo posreal que parece flotar entre nosotros, sobre nosotros, como un todo a la vez en todas partes. Pero ese lugar nace detrás de algunas puertas, en habitaciones a las que solo unos pocos tienen acceso, los centros de datos.

Como atravesar el armario hacia Narnia, o escurrirse por una madriguera hacia el País de las Maravillas, ingenieros informáticos cruzan a diario el umbral entre dos dimensiones que fluctúan, aunque claro, por más inmensa que resulte esa dimensión nueva impalpable, solo es posible porque existe esta, en la que el tacto hace a la vida. Pero, ¿te has parado a pensar que tal vez esta también es posible gracias a otra? Lo cierto es que dicho así resulta una pregunta trampa, porque basta echar la vista a la historia para encontrar la respuesta.

Foto: Fuente: iStock

La respuesta es que sí, por supuesto, existimos sobre los cimientos de otras civilizaciones que fueron y que hoy, como mundos virtuales del pasado, las observamos con la incertidumbre y la curiosidad que la distancia genera. Y la distancia puede ser temporal o material, o ambas cosas a la vez. Hoy que todo lo copa el metaverso, detenerse en la arqueología puede ofrecernos el sentido necesario para que la fantasía nos construya hacia un futuro que no nos engulla. A veces, para encontrar ese sentido, basta con dar un golpe a la pared o al suelo de tu propia casa y pum: un portal se hace evidente. Esto es lo que le ocurrió, precisamente, a un hombre en 1963.

Una región única por su piedra

Estamos en Capadocia, una región en el corazón de Turquía famosa por la fantástica escarpadura de su paisaje, salpicado de las llamadas chimeneas de hadas. Esas torres altas de piedra que se elevan creando su propia geometría son el resultado de la erosión de un tipo de roca conocida como toba. Creada a partir de ceniza volcánica y cubriendo gran parte de la región, la toba, a pesar de su nombre, no es tan dura.

placeholder Construcciones con forma de colmena de la región de Capadocia. (iStock)
Construcciones con forma de colmena de la región de Capadocia. (iStock)

Quienes habitan la región lo saben bien, y lo llevan sabiendo miles de años. Como explica Frank Jacobs en Atlas Obscura, siguiendo el ejemplo del viento y la lluvia, durante siglos han cavado sus propios agujeros en la piedra blanda para crear viviendas subterráneas, depósitos, templos o refugios. De esta forma, Capadocia cuenta en la actualidad con cientos de esos espacios subterráneos, de los que al menos 40 tienen, incluso, dos niveles de altura. Ninguno es tan grande, o ahora tan famoso, como Derinkuyu.

Se trata no de uno, sino de decenas y decenas de espacios conectados entre sí, o lo que es lo mismo: una gran ciudad subterránea. Con hasta 76 metros de profundidad y lo suficientemente grande como para albergar a 20.000 personas, Derinkuyu se mantiene intacta gracias, sobre todo, a que también se mantuvo oculta. ¿Quiénes la construyeron y por qué? ¿Quiénes la habitaron por última vez? ¿Cuándo fue abandonada? Para saberlo, primero hay que saber cómo apareció de nuevo.

Tras una pared un mundo

Su nombre no ha trascendido en informes o estudios, pero el hombre que se topó con todo aquello solo estaba haciendo algunas obras en el sótano de su casa. Comenzaba la década de los sesenta del siglo pasado, y al tirar abajo un tabique, encontró un túnel. Aquel túnel condujo a otro, y el otro a otro, y así sucesivamente hasta ofrecer una multitud de pasillos y cámaras. Bajo su casa comenzaba un enorme complejo subterráneo que nadie más en el mundo conocía.

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(iStock)

No dudó en buscar ayuda experta, y desde ese momento los arqueólogos estudian el lugar que como un metaverso parece no acabar nunca. Al menos, lo que no acaba nunca, eso sí, es la certeza de una cronología humana a la que abren paso descubrimientos como este. Hay mundos futuros, sí, pero aún desconocemos muchos de los que nos precedieron.

El registro histórico tiene poco que decir sobre los orígenes de Derinkuyu, y el que han podido hacer desde su hallazgo sigue buscando pistas. Algunos arqueólogos especulan que la parte más antigua del complejo podría haber sido excavada alrededor del 2000 a.n.e por los hititas, el pueblo que dominaba la región en ese momento; o bien por los frigios, alrededor del 700 a.n.e. Otros, sin embargo, afirman que fueron los cristianos locales quienes la construyeron en el primer siglo d.n.e.

Las incógnitas de Derinkuyu

Quienes quiera que fueran, tenían una gran habilidad, como apunta Jacobs: "la roca blanda hace que la excavación de túneles sea una tarea relativamente fácil, pero los derrumbes son un gran riesgo. Por lo tanto, existe la necesidad evidente de construir grandes pilares de soporte. Ninguno de los pisos en Derinkuyu se ha derrumbado jamás".

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En su libro Underground: A Human History of the World's Beneath Our Feet, el escritor científico Will Hunt apunta que existen muchas historias de personas en lo que ahora es Turquía que han encontrado agujeros en su tierra o, a veces, dentro de sus propias casas. Agujeros que se abrieron a extensos laberintos de túneles hechos por humanos. En este sentido, lo más destacado de Derinkuyu es que fue uno de los primeros a tener en cuenta por equipos de investigadores. Hasta entonces, muchos pasaban desapercibidos porque ni siquiera llegaban a trascender fuera de los hogares bajo los que reposaban.

De este complejo subterráneo que, pese a su estudio, aún guarda muchas incógnitas, dos cosas parecen más seguras. En primer lugar, el propósito principal del esfuerzo monumental para construirlo debe haber sido esconderse de pueblos enemigos. Así, por ejemplo, se explica la presencia de piedras rodantes, que se habrían usado para cerrar la ciudad desde adentro. En segundo lugar, los expertos han encontrado adiciones y modificaciones últimas al complejo que, tras una observación precisa, han podido datar del siglo VI al siglo X d.C. Es decir, todo apunta a que los cristianos bizantinos y los judíos todavía utilizaron Derinkuyu como refugio durante las invasiones árabes entre los siglos VIII y XII d.C.

Construcciones sin precedentes

Cuando estaba aislada del mundo de arriba, añade Jacobs, la ciudad estaba ventilada por un total de más de 15.000 pozos, la mayoría de unos 10 centímetros de ancho y que llegaban hasta el primer y segundo nivel de la ciudad. "Esto aseguró suficiente ventilación hasta el octavo nivel". Desde la organización The Archaeologist, por su parte, señalan que no solo estas habitaciones con forma de cueva se extienden por cientos de millas, sino que se cree que las más de 200 pequeñas ciudades subterráneas separadas que también se han descubierto en la región pueden estar conectadas a estos túneles, creando una red subterránea masiva.

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"Cada nivel de esta ciudad fue cuidadosamente diseñado para usos específicos. El ganado se mantuvo en los establos más cercanos a la superficie para reducir el olor y los gases tóxicos producidos por el ganado, así como para proporcionar una capa cálida de aislamiento vivo para los meses fríos. Las capas internas de la ciudad contenían viviendas, sótanos, escuelas y espacios de reunión", detallan desde la organización.

En cuanto a su origen exacto, la fecha sigue siendo discutida, pero existen algunas pistas, como por ejemplo en Anabasis, escrita por Jenofonte de Atenas alrededor del 370 a. C.: se trata de la obra escrita más antigua que parece hacer referencia a Derinkuyu. En este libro, su autor menciona a la gente de Anatolia, cerca de la región que acoge hoy Capadocia, que vivían bajo tierra en casas excavadas.

Del Imperio Bizantino a hoy

Además, De Giorgi, profesor asociado de estudios clásicos en la Universidad Estatal de Florida, apunta a la organización que "fue en el momento de las incursiones islámicas del siglo VII, en el Imperio bizantino predominantemente cristiano, las viviendas subterráneas se utilizaron al máximo". Una evidencia palpable de esto que apunta el experto es que entre túnel y túnel existe una escuela misionera bizantina tradicional, con sus techos abovedados de cañón únicos de aquella cultura, completa con salas adyacentes para el estudio, se encuentra en el segundo piso.

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Por si fuera poco, también hay zonas de almacenaje de alimentos y bodegas con cubas para prensar y ánforas (tinajas altas de dos asas y cuello estrecho) donde los habitantes harían y conservarían vino. Estas habitaciones, al final, indican que estaban preparados para pasar meses bajo la superficie.

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Desde la década de 1980, la ciudad cueva permite el acceso a turistas. En 1985, concretamente, la región fue añadida a la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Eso sí, en 2012 dejó de ser la más amplia. Aquel año, un equipo de trabajadores de demolición descubrió inadvertidamente otra red de túneles cerca de Neveshir, al sureste del país. Tras diez años de análisis y estudio, explicaban desde Live Science en mayo de 2022 que los arqueólogos habían llegado a la conclusión de que se construyó hace casi 2.000 años y podría haber sido el hogar de hasta 70.000 personas, convirtiéndose en la "nueva" ciudad subterránea más extensa jamás conocida.

En el mundo 2.0 de hoy, la realidad virtual reina la narrativa social. Cada vez más eventos suceden al otro lado de la pantalla, en eso que han pasado a denominar el metaverso: un entorno multiusuario perpetuo y persistente, un universo posreal que parece flotar entre nosotros, sobre nosotros, como un todo a la vez en todas partes. Pero ese lugar nace detrás de algunas puertas, en habitaciones a las que solo unos pocos tienen acceso, los centros de datos.

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