La importante diferencia entre los mosquitos y las típulas: unos pican y otros no

Una de las peores cosas que tiene la llegada del calor y las altas temperaturas es la aparición de diferentes tipos de insectos. Entre ellos abundan las avispas, las abejas, las moscas o los tábanos. Sin embargo, los más molestos son los mosquitos. Su presencia es un auténtico incordio, ya que nos perturban con sus irritantes y dolorosas picaduras y su penetrante zumbido alrededor del oído.

Afortunadamente, no todos los mosquitos son peligrosos y, por tanto, no es necesario acabar con ellos. Es el caso de las típulas, unos insectos voladores de cuerpo fino y largo y patas muy largas, asemejándose a mosquitos gigantes por su gran tamaño. Pueden llegar a medir entre 2 y 100 mm, aunque las que se suelen ver más a menudo tienen un tamaño en torno a los 60 mm.

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Pues bien, a pesar de su aspecto no pertenecen a la familia de los mosquitos, sino que forman parte de los dípteros. Por este motivo, la gente suele confundirlos y terminan matándolos para evitar posibles picaduras. ¡Error! Y es que las típulas son unos insectos totalmente inofensivos para las personas puesto que no pican, tal y como revela la cuenta de Twitter Enséñame de ciencia.

"Por favor no me mates"

“Hola, me presento, soy una típula, comúnmente conocido como “mosquito gigante”. Por el desconocimiento de muchas personas, me están quitando la vida sin ser un peligro para la salud humana. No me alimento de tu sangre, no soy un hematófago”, comienza explicando la publicación haciéndose pasar por el propio insecto.

“Me alimento del néctar de las flores y ayudo a polinizar. Algunos inclusive no nos alimentamos en nuestra fase de imago, pero somos una fuente nutritiva de alimento para aves y otros insectos. Ahora que ya me conoces, por favor no me mates”, concluye el tuit de @EnsedeCiencia que informa sobre el esencial papel que juegan dentro del medioambiente.

A pesar de su aspecto no pertenecen a la familia de los mosquitos, sino a la de los dípteros

En su etapa adulta, la cual dura entre 8 y 12 días, prácticamente no se alimentan y se dedican casi por completo a la reproducción. El ovopositor de las hembras, situado en su abdomen, puede dar la impresión de tratarse de un aguijón, pero no es así. Además, se caracterizan por ser bastante patosos volando. Y es que, a pesar de que sus alas permanecen siempre desplegadas, suelen chocarse entre sí o contra paredes, techos y fuentes de luz.