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¿Qué podemos aprender de la filosofía china para mejorar nuestra salud mental?
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LA COLECTIVIZACIÓN DEL MALESTAR

¿Qué podemos aprender de la filosofía china para mejorar nuestra salud mental?

Esta cultura oriental está basada en la noción de que cuando alguien tiene un problema, no solo se debe a un fallo en su psique que debe abordar individualmente, sino que parte y se dirige al colectivo

Foto: Santuario chino a Confucio. (iStock)
Santuario chino a Confucio. (iStock)

A este lado del mundo desarrollado, existe una tendencia generalizada que nos hace creer que los problemas de salud mental recaen casi siempre en el individuo. Si hacemos un repaso por los libros de autoayuda más leídos de nuestro tiempo, nos daremos cuenta de que ya desde el título apelan a un "tú" y nunca a un "nosotros". Debes coger las riendas de tu vida, dejar de lamentarte y acudir a un psicólogo para que te arregle esas pequeñas deficiencias internas, aquellas que te hacen la vida imposible y que vienen englobadas en los grandes males de nuestra época: los síntomas de ansiedad y depresión.

La responsabilización que se otorga al individuo de curar estos trastornos por sí mismo pocas veces tiene en cuenta el apartado colectivo o social donde germinan. Al fin y al cabo, si sufres de estrés también es porque no dispones de tiempo para ti mismo, porque dedicas más horas al trabajo de las que deberías, porque no puedes atender lo suficiente a la gente a la que quieres o desarrollar la pasión que más te nutre como persona. Afortunadamente, se trata de una visión que poco a poco ha ido calando entre la sociedad debido a la exposición mediática de los problemas de salud mental que antes quedaban reservados para la intimidad por vergüenza o incomprensión.

"Formar parte de comunidades armoniosas y virtuosas es necesario para el desarrollo de comportamientos, actitudes y emociones sanas"

Esta colectivización del malestar no deja de ser peligrosa para el status quo, pues no solo atenta contra la precarización del trabajo o el modo de vida consumista que nos permite seguir adelante, sino que ofrece preguntas sobre otro tipo de vida en común que podríamos alcanzar si por fin todos nos escucháramos unos a otros de una manera diferente. Esto precisamente lo exploran autores de referencia en el mundo anglosajón de distintos ámbitos, como Mark Fisher o David Graeber, pero también en España con libros como Malestamos. Cuando estar mal es un problema colectivo, (Capitán Swing, 2022) de Javier Padilla y Marta Carmona. Por tanto, podemos decir que se trata de una visión alternativa de enfocar el problema de la salud mental alejada del clásico y simplista "ve al psicólogo" que está cogiendo cada vez más fuerza.

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Pero esta colectivización de los problemas mentales no es nueva, por supuesto; hoy exploraremos algunos preceptos de la filosofía tradicional china que parten de la noción de que cuando una persona está mal no es por ciencia infusa, porque sea débil o porque no sepa afrontar su vida como debería, sino que aparece también como una crisis de su entorno, del aire que respira conjuntamente con quienes le acompañan y, por supuesto, acaba afectando, cuando no contagiándose, al resto.

Los principios de Confucio

Confuncio, el pensador chino tradicional más importante y creador de la corriente que lleva su nombre, ya avisó que "los fallos de un individuo son atribuibles a su grupo". Este partía del hecho de que el éxito o el fracaso personal depende, además de al carácter y a las decisiones que tomamos en cada instante, de las personas que nos rodean. Ninguno somos islas aisladas, menos en la era de la globalización, pero sí que es cierto y paradójico que a pesar de tanta conexión cibernética haya tantas personas que se sientan solas.

"Si estamos en comunidades malas o viciosas, nuestras creencias, emociones, expectativas y actitudes se desordenarán de manera crítica"

"Esta es la razón por la que Confucio enseñó que, si uno desea volverse virtuoso, debe prestar atención a quien tiene alrededor", asevera Alexus McLeod, profesor de filosofía y estudios asiáticos en la Universidad de Connecticut, quien ha publicado un gran artículo en el que repasa los preceptos de la filosofía china aplicados a la salud mental en la revista Aeon. "Aconsejó que deberíamos tomar como amigos a aquellos que solo eran tan moralmente buenos como nosotros". Evidentemente, este es el primer paso para que se forje un vínculo de compañerismo y amistad: si no reconocemos nuestros propios valores en aquellos a los que llamamos "amigos", habrá una distancia abismal que separará la relación.

"Formar parte de comunidades armoniosas y virtuosas es necesario para el desarrollo de comportamientos, actitudes y emociones sanas", prosigue McLeod, parafraseando a Confucio. "Si estamos en comunidades malas o viciosas, nuestras creencias, emociones, expectativas y actitudes se desordenarán de manera crítica. Los confucianos probablemente habrían dicho de nuestro propio mundo moderno que la alienación creada por el egocentrismo requerido la cultura económica y de consumo moderna juega un papel importante en el fomento de las enfermedades mentales".

"Muchas culturas no piensan en sus emociones como algo que vive dentro del individuo, sino como algo entre personas"

Si nos remontamos a otro de los libros clave de la cultura tradicional china, como es el Huangdi Neijing Lingshu Jing, el cual data del siglo IV a.C., ya se describe con precisión un tipo de estado mental y emocional caracterizado por "la infelicidad, el dolor de cabeza, los ojos rojos y la mente perturbada", llamado "dian", así como comportamientos relacionados con "ataques de ira y actividad desenfrenada" que venían englobados en el "kuang". A estos se les asociaba unas causas que diferían de lo personal a lo colectivo, como la falta de control de los deseos individuales, la comunidad a la que uno pertenece o la sobreabundancia de emociones.

Precisamente de emociones va el asunto, pues estos textos filosóficos chinos asumen la importancia de controlarlas a toda costa para que no nos cieguen y desborden, lo cual responde a una receta individual, pero como es lógico, siempre pensando en el bien colectivo. Así queda testificado en el texto Huangdi Neijing, el cual apremia a evitar enfermedades causadas por una emoción excesiva a partir del control de uno mismo. De ahí, razona McLeod, que la cultura china tenga aspectos diferenciadores de la occidental con respecto al cuidado de personas ancianas o un alto sentido del comportamiento "cívico", por decirlo así. "Esta es la razón por la que ciertas acciones de falta de respeto hacia un padre o un anciano causarían una enorme vergüenza en ciertas culturas del este de Asia, pero no en las occidentales", asegura el experto.

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Por último, McLeod cita a una psicóloga holandesa, Batja Mesquita, que como él estudió a fondo esta cultura y añadió una frase que puede servir de conclusión para intuir que problemas como el estrés, la depresión o la falta del control de impulsos no se deben a una deficiencia individual, sino que germinan de algún modo en el colectivo y, por supuesto, acaba afectando a todas las personas de alrededor: "Muchas culturas no piensan en sus emociones como algo que vive dentro del individuo, sino como algo entre personas. En ellas, las emociones son lo que las personas hacen conjuntamente, entre sí. Así que cuando estoy enfadado contigo, es algo que vive entre tú y yo".

A este lado del mundo desarrollado, existe una tendencia generalizada que nos hace creer que los problemas de salud mental recaen casi siempre en el individuo. Si hacemos un repaso por los libros de autoayuda más leídos de nuestro tiempo, nos daremos cuenta de que ya desde el título apelan a un "tú" y nunca a un "nosotros". Debes coger las riendas de tu vida, dejar de lamentarte y acudir a un psicólogo para que te arregle esas pequeñas deficiencias internas, aquellas que te hacen la vida imposible y que vienen englobadas en los grandes males de nuestra época: los síntomas de ansiedad y depresión.

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