Es noticia
¿Cómo se cuidaba a los bebés en la Edad Media? No es lo que te imaginas
  1. Alma, Corazón, Vida
HISTORIA CURIOSA

¿Cómo se cuidaba a los bebés en la Edad Media? No es lo que te imaginas

El cuidado de los bebés recién nacidos en el medievo era muy distinto al de ahora. Lo descubrimos de la mano de una historiadora

Foto: Detalle de El Nacimiento de San Juan Bautista, cuadro atribuido a un maestro de Villalcazar de Sirga (Wikimedia).
Detalle de El Nacimiento de San Juan Bautista, cuadro atribuido a un maestro de Villalcazar de Sirga (Wikimedia).

Los modelos de crianza son unas prácticas determinadas que han variado muchísimo a lo largo de la historia. Sin ir más lejos, hace apenas veinte años, cuando las ideas feministas no habían permeado tanto en la sociedad, los cuidados del recién nacido recaían casi de forma exclusiva sobre la mujer. Ellas eran las protagonistas indiscutibles de los anuncios de pañales, por poner un ejemplo muy concreto. Del mismo modo, el hombre se desentendía a los pocos días del cuidado intensivo del hijo, ya que tenía que volver a su puesto de trabajo casi inmediatamente, no pudiendo gozar de un permiso de paternidad tan largo como el que tiene hoy en día.

Es por ello que, a la hora de preguntarnos por cómo era el cuidado en un tiempo ya tan remoto como la Edad Media, seguramente las cosas fueran muy diferentes, más allá del grado de implicación que tuviera el padre o la madre, pues un bebé de antaño no tenía tanta valía (o sí) que uno de ahora. Esta es una cuestión incómoda, pues aquí subyace una razón aritmética: muchísimos no llegaban siquiera a la edad adulta. Entonces, ¿este factor hacía que las madres y padres tuvieran una menor vinculación emocional hacia ellos por el simple hecho de que estaban acostumbrados a que fallecieran al poco de llegar al mundo?

Un tercio de los bebés nacidos en Europa morían antes de cumplir un año y un 20% de los que sí nunca llegaban a cumplir los 18 años

Esta es la pregunta que nos viene a la cabeza al leer un interesante artículo de la historiadora Katherine Harvey publicado recientemente en la revista Aeon, el cual arranca arrojando un dato estremecedor: un tercio de los bebés nacidos en la Europa medieval morían antes de cumplir un año y un 20% de los que sí nunca llegaban a cumplir los 18 años. El hecho es que una simple diarrea podía acabar con su vida debido a que no existían los sueros modernos para frenar la desnutrición. Enfermedades que ahora pasamos todos satisfactoriamente, como el sarampión o la varicela, también estaban detrás de las causas más comunes de los fallecimientos.

placeholder Dibujo sobre un parto medieval del siglo XV. (iStock)
Dibujo sobre un parto medieval del siglo XV. (iStock)

No, no eran, para nada, buenos tiempos para tener un hijo. Si ahora la mayoría de parejas tienen dificultades para conciliar o afrontar los gastos económicos relativos al cuidado del pequeño, antes la mayor traba era algo tan natural como la gran probabilidad de que enfermase y ni siquiera llegase a una edad en la que pudiese caminar o comunicarse con sus pares. Que, por cierto, la "enfermedad" era un concepto bastante distinto al de ahora.

Humores, que no virus o bacterias

La ignorancia sobre biología profunda y las creencias religiosas llevaban a una comprensión medieval del cuerpo como la fusión o equilibrio ente cuatro "humores": la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla. De ahí que comprendieran "enfermedad" como una falta de equilibrio "humoral" provocada por la interacción del cuerpo humano con los factores no naturales externos: aire y medio ambiente, dieta, sueño, movimiento, excreciones o emociones. "Por esta razón, era muy importante que el bebé estuviera protegido de las corrientes de aire frío, estuvieran tranquilos y durmieran lo suficiente", observa Harvey. "Sobre todo, debían proporcionarle una alimentación adecuada", lo que a su vez tenía que ver directamente con la lactancia materna.

"Se pensaba que la leche podía provocar todo tipo de enfermedades y que podía transmitir cualidades del carácter de la madre al niño"

"De hecho, si las madres modernas a menudo se sienten presionadas por la brigada de opiniones que dicen que el pecho es lo mejor, al menos no tienen que estar a la altura del estándar increíblemente alto establecido por la madre ideal: la Virgen María, a quien casi siempre se representaba amamantando a su bebé", asegura irónicamente la historiadora. A decir verdad, no solo las representaciones cristianas de la Virgen escenifican esa obsesión perenne del ser humano con la maternidad y la leche materna, sino que podemos ver escenas parecidas en los grabados y estatuas de las primeras civilizaciones, desde los egipcios hasta los griegos o los sumerios. Es lógico pensar que una madre que amamanta a su bebé es el primer requisito para crecer sano y fuerte y llegar a una edad adulta, de ahí esa metáfora tan usada en el arte más primigenio con el concepto de "vida".

Foto: Virgen de la procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en Jaén. (iStock)

Por tanto, la alimentación era el factor que se pensaba que más influencia directa tenía en la salud del bebé. Y, al ser la leche materna su principal fuente de alimento y ser una sustancia que la madre producía, pues evidentemente toda la responsabilidad de la salud del bebé recaía en la madre, y concretamente en su alimentación, pues creían que una mala nutrición podía desequilibrar los humores del bebé. "La mala leche podía provocar todo tipo de enfermedades", prosigue Harvey. Y no solo eso, sino que transmitía, por decirlo de alguna forma, los valores y actitudes del pequeño. "Se pensaba que tanto las buenas como las malas características de su personalidad se transmitían a través de su leche, de tal forma que si una mujer era sabia y piadosa, produciría hijos sabios y piadosos".

La lactancia vicaria

Por tanto, podríamos deducir que los bebés de antaño, su forma física, estado de salud y carácter se veían como una producción exclusiva de la madre, de ahí la enorme preocupación por parte de los médicos para aconsejar a las madres primerizas y embarazadas sobre estilos de vida apropiados que condujeran a la buena salud al pequeño. Algo que la historiadora no duda en calificar como una especie de "mansplaining" medieval debido en parte también a que la mayoría de estos protomédicos eran hombres.

Algunos médicos decían que el llanto ayudaba a realizar la digestión, recomendando una buena pataleta antes de ingerir alimento

Algunos de ellos llegaron demasiado lejos, como el teólogo Thomas de Chobham, del siglo XIII, quien decretó que negarse a amamantar al bebé constituía una herejía que podía incurrir en el asesinato (equivalente a no preocuparse por la alimentación de joven y, por tanto, desear activamente que enfermara). Por otro lado, empezaron a proliferar la figura de nodrizas entre las mujeres de alto status que no gozaban de buena salud y delegaban esta tarea en "mujeres robustas, de carácter moral sólido, senos firmes y de tamaño mediano, que hubiera dado a luz uno o dos meses antes y que no tuviera que amamantar a su propio hijo".

¿Llantos sanos?

Esta lactancia vicaria se extendió mucho entre la clase alta, como decíamos, que ofrecía cobijo y sustento a mujeres pobres a cambio de su leche, cuando no que entregaran sus propios hijos para así tener descendencia en caso de ser estériles. Más allá de la lactancia, también se extendió la necesidad de hacer una cama especial para el bebé, ya que el colecho con sus madres no era del todo seguro (a riesgo de morir aplastados por ellas). Entonces, para resolver este problema se inventaron las primeras cunas, las cuales no solo servían para prevenir de una muerte por aplastamiento, sino también para "ayudar a la digestión" de la criatura, así como para "remover los humores del cuerpo". Las buenas gentes del medievo consideraban que el ejercicio prevenía de enfermedades porque removía estos malos humores y, mecer la cuna, en este sentido, entraba a formar parte de una modalidad de ejercicio posnatal.

Algunos historiadores sostienen que nadie estaba dispuesto a invertir tiempo y recursos en seres tan frágiles como los bebés, por lo que eran ignorados

¿Cómo eran las primeras semanas o los primeros meses después del nacimiento? Los padres en la actualidad suelen pasarlo fatal debido a los llantos del bebé, acumulando horas sin dormir. Los antiguos, en este caso, estaban divididos en cuanto a acunar al bebé hasta que se calmase. Según Harvey, había un debate médico entre dejar llorar al bebé o no. Algunos argumentaban que el llanto ayudaba a realizar la digestión porque liberaba "fluidos nocivos", recomendando una buena pataleta antes de ingerir alimento. Otros, en cambio, pensaban que la vida del niño corría peligro porque les podía dejar sin respiración.

Lo cierto es que no sería raro pensar que en la Edad Media el hecho de generar descendencia no tuviera connotaciones tan especiales como ahora, pues en esas condiciones traer una vida más al mundo implicaba un sufrimiento a priori mayor que ahora. Al menos, en el presente las mayores dificultades que pueden encontrar los padres son económicas (sin contar con otros factores), pero antes las condiciones de vida paupérrimas de la mayoría de la población, sumadas a lo poco que valían las vidas humanas que no dudaban en ser sacrificadas en las guerras, hacían que tener un hijo también fuera una difícil cuestión moral.

Foto: Imagen: Wikipedia.

Incluso, historiadores como Philippe Ariès, mencionado por Harvey, se han atrevido a argumentar que en aquella época la mayoría de los bebes eran dejados a su suerte, ignorados, ya que nadie estaba dispuesto a invertir tiempo y recursos materiales y emocionales en seres tan frágiles que tenían una gran probabilidad de morir al poco de llegar al mundo. En cualquier caso, los modelos de crianza, como veníamos diciendo al inicio de este artículo, varía según la época, la cultura y la personalidad de los padres. En una era como en la que nos encontramos, en la que ha habido un aumento del pensamiento especulativo y una puesta en duda de los postulados científicos ya demostrados, no sería raro encontrar a personas que adoptaran estas creencias o manías.

Los modelos de crianza son unas prácticas determinadas que han variado muchísimo a lo largo de la historia. Sin ir más lejos, hace apenas veinte años, cuando las ideas feministas no habían permeado tanto en la sociedad, los cuidados del recién nacido recaían casi de forma exclusiva sobre la mujer. Ellas eran las protagonistas indiscutibles de los anuncios de pañales, por poner un ejemplo muy concreto. Del mismo modo, el hombre se desentendía a los pocos días del cuidado intensivo del hijo, ya que tenía que volver a su puesto de trabajo casi inmediatamente, no pudiendo gozar de un permiso de paternidad tan largo como el que tiene hoy en día.

Historia
El redactor recomienda