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¿Podrías sobrevivir a ser enterrado vivo? Cuatro historias reales de gente que lo logró
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¿Podrías sobrevivir a ser enterrado vivo? Cuatro historias reales de gente que lo logró

Antiguamente, este miedo era muy real, pues no pocas personas acababan en la morgue o dentro del ataúd cuando no había llegado su hora todavía. Pero también se han reportado casos no hace tanto tiempo

Foto: Ryan Reynolds en 'Buried (Enterrado)'. (2010)
Ryan Reynolds en 'Buried (Enterrado)'. (2010)

En 2010 se estrenó la película Buried (Enterrado), la cual retrataba una pesadilla en la que todos tendemos a pensar al menos una vez en la vida: tan simple como despertarte un buen día y encontrarte en un ataúd cerrado y bajo tierra. Un simple fallo en las tecnologías punteras que los médicos usan para saber si el enfermo ha traspasado la débil barrera que separa la vida de la muerte y, en un pispás, un destino tan aciago como pasar tus últimas horas ahí dentro hasta quedarte sin aire.

En realidad, visto así, menos mal que la ciencia y la medicina han avanzado tanto en los últimos años como para diseñar instrumentos que permitan saber con certeza de que ya no te quedan más segundos con vida y tu cuerpo está listo para ser enterrado. Si echamos la vista atrás, cuando no existían medidores de la actividad cardíaca o cerebral, el miedo a ser enterrado vivo no era algo tan remoto o improbable, sino más bien al contrario. Seguramente a lo largo de la historia mucha gente se ha despertado en un ataúd para pasar sus últimas horas en la más completa inanición y soledad.

Foto: 'El entierro prematuro', obra de Antoine Wiertz

Es un pensamiento fúnebre (con todo lo que implica el adjetivo), pero real. Antiguamente, se establecían rigurosos protocolos para descartar que los muertos siguieran vivos, pero por desgracia desconocían la existencia de un trastorno nervioso que hace que la persona viva pareciera muerta: la catalepsia, un estado transitorio en el que la persona no responde a los estímulos físicos y presenta una rigidez muscular extrema, además de tener el pulso muy débil. Esta puede durar de unos pocos minutos hasta horas, de tal forma que solo se puede comprobar su estado vital a través de un electrocardiograma.

En 2001 se publicó uno de los libros más documentados sobre casos de enterramiento prematuro: Buried Alive: The Terrifying History of Our Most Primal Fear, del físico y médico experimental Jan Bondeson, en el que se recogían historias y datos sobre los muertos-vivos (llamémosles así) más célebres de la historia. Como el título ya nos indica, el miedo a estar encerrado en una tumba es el más primario que existe, pues no hay nada peor que ser considerado muerto antes de tiempo y, obviamente, esperar a quedarte sin oxígeno en un espacio tan cerrado en el que no te puedes ni mover para escapar. Pero hubo personas que se tuvieron que enfrentar a esta situación y, con muchísima suerte, salir indemnes de tan mal trago.

Essie Dunbar: un ataque epiléptico y a la tumba

Historias como por ejemplo la de Essie Dunbar, una mujer de Carolina del Sur de 30 años que en 1915, hace no tanto tiempo, sufrió un grave ataque epiléptico que le dejó completamente inconsciente. Fue el amor de su hermana la que lo salvó, de manera literal: el sacerdote programó su funeral para el día siguiente, en vez de hacerlo a las pocas horas de su "muerte" para que este familiar pudiera venir a darle su último su adiós. Sin embargo, llegó tarde, justo cuando los enterradores hacían todo el trabajo y echaban tierra sobre el ataúd.

"Al final, vivió otros 47 años más con su amada hermana, que gracias a su innata cabezonería la salvó de una muerte lenta y dolorosa"

¿Qué ocurrió? La hermana se pilló un enfado de narices y ordenó que retiraran toda la masa de tierra para poder volver a ver su rostro una vez más. Cuando lo hicieron, abrió el féretro, y acto seguido Essie se irguió como si nada, sonriendo, como relata un reciente artículo de Mental Floss. Como para no, se había salvado de milagro de una fatalidad espantosa. Al final, vivió otros 47 años más para su suerte y la de su amada hermana, que gracias a su innata cabezonería la salvó de una muerte lenta y dolorosa.

Angelo Hays: famoso después de 'muerto'

Otro de los casos más famosos, el cual es reconocido como "el caso más notable del siglo XX de presunto entierro prematuro" fue el de Angelo Hays, de tan solo 19 años, el cual sobrevivió de milagro a un accidente de motocicleta contra un muro de ladrillo. Al impactar, cayó de cabeza, lo que le dejó el rostro completamente desfigurado. Los médicos, nada más verle, pensaron que efectivamente estaba muerto y, al no encontrarle pulso, los médicos le declararon muerto y le enterraron a los tres días. Pero una investigación independiente de un equipo de seguros privado descubrió que el cuerpo de Hays todavía estaba caliente, lo que quería decir que había estado en coma profundo, de ahí que no tuviera apenas pulso ni diera señales de respiración. Cuando le desenterraron, estaba en un estado de salud deplorable. Después de muchas cirugías y rehabilitación, Hays se recuperó por completo y se hizo famoso.

Un caso de 2018

El último caso más reciente, y encima en nuestro propio país, es el de Gonzalo Montoya Jiménez, un recluso que cumplía condena en la cárcel asturiana de Villalbona. Sucedió el 7 de enero de 2018. Cuando pasaron revista esa misma mañana, como todos los días, no estaba, por lo que acudieron a su celda y se le encontraron en el suelo, completamente desfallecido. Entonces, los médicos de la cárcel le dieron por muerto, llevándole al Instituto de Medicina Legal (IML) de Oviedo, como explican a la perfección desde Muy Interesante.

Foto: Enterrado vivo. (iStock)

Cuando estaba en la morgue, junto con otros tantos cadáveres, los operarios se dieron cuenta de que el hombre respiraba. Estaba vivo. Montoya fue trasladado al hospital acusado de una grave neumonía con problemas renales. Fue la catalepsia lo que le dejó en ese estado, suficiente como para suponer que en siglos pasados muchísima gente aquejada de este mal acabara pasando sus últimas horas bajo tierra. Y que, por desgracia, el miedo a ser enterrados vivos sigue estando muy presente en la actualidad.

En 2010 se estrenó la película Buried (Enterrado), la cual retrataba una pesadilla en la que todos tendemos a pensar al menos una vez en la vida: tan simple como despertarte un buen día y encontrarte en un ataúd cerrado y bajo tierra. Un simple fallo en las tecnologías punteras que los médicos usan para saber si el enfermo ha traspasado la débil barrera que separa la vida de la muerte y, en un pispás, un destino tan aciago como pasar tus últimas horas ahí dentro hasta quedarte sin aire.

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