La curiosa historia de Giulia, la única mujer que vive en esta isla de criminales convictos
Esta mujer viajó a Pianosa en 2011 como turista y decidió quedarse a vivir allí, rodeada de convictos cumpliendo su pena de cárcel. ¿Por qué lo hizo?
La Pianosa es una isla del archipiélago de la Toscana, cerca de la isla de Elba, que sirvió como isla-prisión desde la época romana hasta 1998, cuando se clausuró la penitenciaría y se desalojó la isla, a excepción de una docena de personas. Actualmente, recibe turistas limitados y nunca se quedan solos en la isla, siempre deben viajar con supervisión y contratando excursiones organizadas.
Pero más curioso que todos estos detalles de la isla conocida como el Alcatraz del Mar Tirreno, es Giulia Manca, la única mujer que vive en la isla, acompañada de varios reclusos en rehabilitación. Giulia viajó a Pianosa en 2011, buscando una visita relajante y turística. Sin embargo, al registrarse en el Hotel Milena, el único de la isla, conoció la otra cara de la moneda: el hotel tenía como trabajadores a convictos supervisados en libertad condicional. Y acabó quedándose a vivir allí.
¿Qué es lo que se le pasó por la cabeza a Giulia en 2011? “Me quedé una semana en el hotel y no quería irme”, explica Giulia en una entrevista con la CNN. “Fueron unas vacaciones únicas y me fascinó el proyecto de rehabilitación, cómo estos reclusos recibieron una segunda oportunidad en la vida”. Además, ella se enamoró de Pianosa, “de su silencio, el mar turquesa claro, como paradisíaco, las apacibles noches estrelladas”, declara.
El hotel iba a cerrar sus puertas
Este hotel cuenta con unas vistas impresionantes, un patio enorme, un restaurante y un bar, lo necesario para que los huéspedes se encuentren cómodos. Cuando Giulia visitó la isla por primera vez, el gerente en ese momento le comentó que el establecimiento tenía problemas financieros y corría el riesgo de cerrar.
Si esto ocurría, los presos que estaban realizando su programa de reinserción volverían de nuevo a la cárcel. Giulia explica que sintió que “tenía que hacer algo para ayudarlos o habrían vuelto tras las rejas, dentro de celdas diminutas, sin posibilidad de un nuevo comienzo y de aprender un trabajo que pueda ayudarlos una vez que sean liberados”.
Actualmente, Giulia es la gerente del único hotel de la isla y supervisora del programa de rehabilitación. Este programa está a cargo de las autoridades penitenciarias de la Toscana y de Arnera, una organización sin ánimo de lucro con la misión social de ayudar a las personas más vulnerables, como los reclusos, a reincorporarse a la sociedad.
Los únicos habitantes de la isla son Giulia, un guardia de la cárcel y diez presos
Los únicos habitantes permanentes de la isla son solo dos: Giulia y un guardia de la cárcel. Aparte de ellos dos, diez presos varones trabajan como cocineros, jardineros, camareros, limpiadores de playas y lavaplatos en el Hotel Milena, regentado por Giulia. Los presos reciben un salario por su trabajo y pueden vagar libremente por la zona. Ahora, la isla recibe cientos de visitantes al día, ayudando así a mantener el hotel y el proyecto de reinserción.
Los reclusos que trabajan en la isla deben haber cumplido un tercio de su condena. Además, han pasado por estrictas pruebas de evaluación psicológica y social. A pesar de sus compañías, Giulia se siente segura y cree “en el poder de la redención y que incluso los delincuentes deberían tener una segunda oportunidad, no deberían pudrirse tras las rejas, sino participar activamente en las tareas de rehabilitación”. Disfruta de “verlos volver a la vida a través del trabajo”.
Los amigos de Giulia pensaban que estaba loca “por aceptar un trabajo así” al ser “la única mujer que trabaja y vive al lado de delincuentes masculinos que no han sido acusados de delitos leves”. Sin embargo, ella nunca se ha sentido asustada o preocupada. Giulia explica que hace todo lo posible para crear límites claros, para garantizar que el programa de rehabilitación sea efectivo.
Los presos que no demuestran voluntad de cambio, corren el riesgo de ser enviados de vuelta a prisión para completar el resto de su sentencia. Pero, aquellos que completan su sentencia en la isla Pianosa, comienzan una nueva vida, con una tasa del 0,01 % de reincidencia.
La Pianosa es una isla del archipiélago de la Toscana, cerca de la isla de Elba, que sirvió como isla-prisión desde la época romana hasta 1998, cuando se clausuró la penitenciaría y se desalojó la isla, a excepción de una docena de personas. Actualmente, recibe turistas limitados y nunca se quedan solos en la isla, siempre deben viajar con supervisión y contratando excursiones organizadas.