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Las 8 reglas de oro para aprender a regar las plantas correctamente
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Las 8 reglas de oro para aprender a regar las plantas correctamente

Aunque parezca una actividad simple, regar las plantas no es tan sencillo de hacer bien porque cada planta puede necesitar un riego en particular. Aquí encontrarás una guía básica

Foto: Hora de regar. (iStock)
Hora de regar. (iStock)

Regar las plantas puede resultar todo un desafío, especialmente cuando empieza a hacer calor. Hay que estar muy pendiente y, a menudo, no se tiene la certeza de estar acertando con la frecuencia y la cantidad. De hecho, se necesita tiempo y experiencia para entender cómo las plantas usan el agua y las muchas variables que entran en juego.

Y es que, ni todas las plantas son iguales (por tipología, tamaño o textura de la tierra) ni todas necesitan los mismos cuidados (exposición al sol, temperatura, hora del día o época del año). En resumidas cuentas, regar no debería ser un acto rutinario que se hace cada “x” días, sino que se tiene que prestar atención para aprender a regar correctamente las plantas.

Foto: Este es el truco para regar las plantas en vacaciones y que arrasa en TikTok (Pixabay)

Algunas plantas prefieren la tierra seca, otras necesitan manto húmedo o no toleran el agua en las hojas. Para que sea más fácil la hora del riego, a continuación, descubrimos las 8 reglas de oro para convertirse en un profesional de la regadera. Se trata de prácticas recomendadas que te ayudarán a reconocer cuándo y cómo debes regar cada una de tus plantas para mantenerlas bonitas y sanas.

8 normas básicas para regar bien tus plantas

  1. Regar por las mañanas: el mejor momento del día para regar las plantas es a primera hora de la mañana porque se evapora menos cantidad de agua y las plantas tienen tiempo suficiente para absorber la humedad. Además, si las hojas se mojan, tienen todo el día para secarse. También puede regarse por la tarde, con la caída del sol y nunca al mediodía.
  2. Revisar la superficie antes de regar: el mejor medidor de humedad está en la mano. Basta con meter los dedos unos centímetros hacia abajo para ver si la tierra está seca en el interior. Si es así, es hora de regar. En caso de estar húmeda, aún puede esperar.
  3. Regar con suavidad: si la superficie está seca, el agua puede acumularse o escurrirse y no ser absorbida si se echa de golpe el agua. La solución es comenzar lentamente y aumentar gradualmente hasta lograr un remojo completo, así se absorberá más fácilmente.
  4. No regar en exceso: las plantas necesitan oxígeno tanto como necesitan agua. Para la mayoría de las plantas, es mejor dejar que la superficie se seque un poco entre los riegos. Siempre es mejor regar profundamente, pero con menos frecuencia.
  5. Regar donde están las raíces: el agua se debe concentrar al nivel de la superficie hasta que todo el cepellón de la planta esté completamente empapado. Las raíces probablemente serán tan anchas como la planta y pueden tener varios centímetros de profundidad.
  6. Evitar que las plantas se resequen: con el calor del día, las plantas suelen marchitarse para conservar la humedad, pero deben animarse nuevamente cuando llega la noche. Si la tierra se seca demasiado, los finos filamentos de los extremos de las raíces pueden dañarse, lo que dificultaría la aparición de flores y frutos.
  7. Usar mantillo para conservar la humedad: Hay que cubrir la superficie con una fina capa de mantillo orgánico como compost, hojas o corteza trituradas con el objetivo de reducir la evaporación y minimizar que escurra el agua. Si el mantillo tiene más de 2 centímetros de espesor, puede volverse en su contra al evitar que la humedad llegue a las raíces.
  8. No desperdiciar el agua: ya sea usando una varilla de riego, un riego por goteo para dirigir el agua directamente a la zona de la raíz. Regar a primera hora o tarde en el día minimiza la pérdida de humedad debido a la evaporación del agua. Proteger las plantas del viento también reducirá la pérdida de humedad.

Regar las plantas puede resultar todo un desafío, especialmente cuando empieza a hacer calor. Hay que estar muy pendiente y, a menudo, no se tiene la certeza de estar acertando con la frecuencia y la cantidad. De hecho, se necesita tiempo y experiencia para entender cómo las plantas usan el agua y las muchas variables que entran en juego.

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