“Hace seis años, a mi mujer, Inmaculada, le encontraron un cáncer de pulmón en estadio 4, con metástasis ósea. Tenía muy mala pinta. Era un cáncer para el que en aquel momento no había tratamiento. Teníamos muy poco tiempo por delante.
Fuimos afortunados, ya que entró en un ensayo clínico. Fue muy agresivo, pero funcionó bien y, aunque no curó los tumores, al menos los frenó. Dos años después, por protocolo, hubo que suspender ese tratamiento, cambiar a otro, y después a otro más. Hace poco más de un mes celebró, con globos y tarta, su quimio número 100.
Yo, ahora, con la experiencia de estos seis años, cambiaría cosas. Antes solo preguntaba lo esencial: dosis, efectos, cómo sé si funciona… Hoy, veo que lo que se necesita es una ayuda integral. El oncólogo te mira el cáncer; el internista, los trombos… Cada especialidad va a lo suyo. Por ejemplo, mi mujer ha sufrido muchísimo hasta que descubrimos que había una unidad del dolor. También teníamos que buscar por nuestra cuenta información sobre nutrición, sequedad…
Generalmente, oncólogos y enfermeras tienen poco tiempo. No es falta de ganas, sino que no pueden mirar al paciente desde una perspectiva global. Por eso siempre pido que se trate al paciente como una persona completa, desde una visión integral, de forma que se puedan prevenir los efectos que muchos padecen sin necesidad.
Mi mujer ha sido muy activa en redes, participa en congresos y está al día de todo. Pero la inmensa mayoría de las personas, incluyendo nosotros, los cuidadores y familiares, estamos perdidísimos. Hay muchos rumores y leyendas, por qué no hay un ensayo clínico para mí, esto es bueno o malo… Es fundamental poder tener acceso fácil a una información veraz, rigurosa y útil”.